miércoles, 3 de febrero de 2016

La Argentina no debe perder su carácter de país marítimo

Por HORACIO TETTAMANTI - Cronista.com
Si se resigna a ser un estado mediterráneo no sería digna ni con su historia, ni con su identidad fundacional.


El gobierno nacional ha tomado la decisión de revocar la Disposición 1108/13 y con ello interrumpió un proceso reparador en el ámbito del transporte marítimo y fluvial. Los objetivos perseguidos por la norma se lograron plenamente y pusieron a resguardo la soberanía de nuestros puertos y la navegación en los ríos Paraná y de La Plata amenazada por la pretensión de los intereses transnacionales de convertir al primero de ellos en un río internacional de libre navegabilidad sin control soberano.

En el marco del Mercosur, desde el año 2005, Argentina sostuvo y debería seguir sosteniendo que el debate para la concreción de un acuerdo multilateral se refiere a las negociaciones que favorecerán la integración, el desarrollo y competitividad del transporte intrazona.

El Uruguay encaró las negociaciones, dentro de dicho ámbito, con el falso presupuesto de considerar a la Argentina como un país mediterráneo, cuya única alternativa de inserción en el comercio internacional es a través de los puertos uruguayos como salida y entrada natural y exclusiva, y sin tener la posibilidad de incorporar trabajo y servicios a sus cargas de exportación.

En abril de 2005 Argentina, Brasil y Paraguay acordaron un proyecto de integración regional de transporte marítimo. Se apuntó a que el Mercosur cuente con una política marítima común, a fin de que la misma pueda reactivar las marinas mercantes de los estados parte, con mano de obra y valor agregado de servicios locales. Lamentablemente Uruguay se opuso sistemáticamente a cualquier acuerdo. Solo a partir de la promulgación de la resolución 1108 se avino a negociar un acuerdo bilateral de transporte con la Argentina a sabiendas que todo nuevo acuerdo debe ser consensuado por todos los estados parte.

Como consecuencia de la vigencia de la 1108, el año pasado Uruguay entregó oficialmente una propuesta de acuerdo que estaba siendo tratada por los equipos técnicos de nuestra cancillería, por ello llama la atención que la Argentina interrumpa las negociaciones en el marco que se estaban desarrollando con la anulación de la 1108 que era justamente la razón por la cual luego de diez años de intentos infructuosos se avino a considerar.

En blanco y negro
También puso en blanco y negro que las inversiones portuarias de las multinacionales radicadas en el Uruguay a los efectos de eludir impuestos, gozar de condiciones laborales que serían inaceptables para nuestro país y otras prerrogativas impensadas para nuestro comercio exterior, tenían como presupuesto la presencia de la carga argentina.

Es errado exaltar la medida tomada que niega la identidad marítima de la Argentina y define a nuestra Aduana como un ente contrario a los intereses nacionales. El caso de Formosa es representativo, al pretender explicar su acceso al comercio exterior a través de Montevideo y por la eliminación de la 1108, como si la provincia perteneciese a un país mediterráneo que cumple su tan ansiado acceso al mar.

Argentina es el octavo país del mundo en extensión territorial, el sexto en litorales marítimos y fluviales y el segundo producto bruto de América del Sur. Es indigno aceptar que no poseemos una estructura portuaria con trabajadores y empresas argentinas con capacidad de prestar servicios idóneos y eficientes a todas las provincias.

Otros expresan que el puerto de Buenos Aires está colapsado o que es incapaz de prestar los servicios adecuados. Es totalmente falso y si fuera cierto esto nos motivaría a preguntarnos qué ha sucedido y por qué. O si este puerto no estuviera al servicio del país, el interrogante que se presenta entonces es al servicio de qué intereses estaría.

El puerto de Rosario a partir de la 1108 empezó un trascendente proceso de re significación del estratégico rol que le toca cumplir de cara al futuro. Inició un movimiento de contendores e instalación de servicios regulares con puertos brasileños en el marco de un acuerdo bilateral que protege el trabajo local. Lamentablemente abandonó el desafío de convertirse en el gran centro de transferencia de carga del Mercosur para ser de nuevo furgón de cola de Montevideo y Nueva Palmira.

La resolución 1108 fue motivada por una férrea vocación en defensa de los más altos intereses de la república. Tiene una profundidad conceptual y solidez jurídica en cuya arquitectura trabajaron los más destacados cuerpos técnicos de nuestra Cancillería, Misterio de Interior y Transporte y Secretaría Legal y Técnica de la Presidencia de la Nación sin recibir objeciones en todo su análisis.

La Argentina, país paciente y negociador, esperó años infructuosamente para sentarse en la mesa de negociación con Uruguay a pesar que fue justamente nuestro país el que pagó los más duros costos por su vocación integracionista y latinoamericana. El incumplimiento del protocolo de igualdad de oportunidades, la creación de puertos libres y paraísos fiscales, la introducción de banderas de conveniencia y las condiciones de profunda asimetría del acuerdo de la Hidrovía donde la Argentina entregó todo a cambio de nada tuvieron consecuencias devastadoras en un país que había alcanzado estándares en el campo de la actividad portuaria, flota mercante e industria naval que lo ubicaban entre los más importantes del mundo.

La revocación de la 1108/13 constituye una desafortunada decisión, pone en riesgo nuestro patrimonio fluvial y marítimo, y debilita el poder de negociación de nuestra patria en el concierto internacional.

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