(La Nación) - Kerry viaja a la región para impulsar la coalición; el plan de Obama para desarticular a EI podría durar tres años
Milicianos kurdos ayudan a un grupo de desplazados por EI, en Irak. Foto: Reuters
WASHINGTON.- Cuando se cumple un mes de los primeros ataques aéreos de Estados Unidos contra Estado Islámico (EI) en Irak, la coalición internacional que promueve el presidente Barack Obama para luchar contra los jihadistas comienza a tomar forma. Más de 40 países aceptaron ya formar parte de la alianza con distintas fórmulas de participación, informó ayer el Departamento de Estado norteamericano.
"El objetivo de la coalición es coordinar las acciones frente a la amenaza que representa EI", dijo en un comunicado la vocera del Departamento de Estado, Jennifer Psaki, que recordó que Obama ha insistido en que Estados Unidos y sus aliados buscarán "debilitar y derrotar" al grupo jihadista. Entre los países que ya habían confirmado su apoyo a Estados Unidos figuran Gran Bretaña, Alemania, Francia, Italia, Australia, Dinamarca, Canadá, Polonia y Turquía.
Para fortalecer esa estrategia contra EI -cuyos milicianos controlan extensas zonas de Irak y Siria-, el secretario de Estado, John Kerry, viajará hoy a Jordania y Arabia Saudita para concretar los próximos pasos en la lucha contra el terrorismo islámico.
El viaje de Kerry a Medio Oriente será la antesala de la presentación que Obama hará mañana del plan contra EI. Según The New York Times, la operación diseñada por el Pentágono contra el grupo podría durar tres años, de acuerdo con la información facilitada por varios funcionarios de la Casa Blanca.
El plan de Estados Unidos para expulsar a los jihadistas de Siria e Irak se articularía en tres pasos. La primera fase ya comenzó hace un mes, con los bombardeos aéreos en el norte de Irak contra las bases estratégicas de EI. Una segunda etapa buscaría intensificar la formación, el asesoramiento y el equipamiento de los combatientes kurdos ("peshmergas") y del ejército iraquí.
La formación del nuevo gobierno iraquí, que ayer comenzó a gestarse, será decisiva en esta fase de la operación. Washington busca un gobierno más inclusivo, que permita limar diferencias entre chiitas y sunnitas. El plan prevé la provisión de armas y otros equipamientos militares. En una tercera etapa, se buscará destruir a los grupos jihadistas dentro de Siria, el bastión de los extremistas islámicos.
La operación militar podría durar hasta 36 meses, por lo que se prolongaría más allá del mandato de Obama. El presidente pronunciará mañana un importante discurso en el que detallará la estrategia para frenar el avance del jihadismo. Esa operación militar, en principio, no contará con tropas estadounidenses sobre el terreno.
Algunos países de la coalición internacional promovida por Washington podrían realizar ataques aéreos junto con Estados Unidos. Otros gobiernos, como el turco, tendrán un papel relevante a la hora de frenar la llegada de potenciales milicianos jihadistas a Siria e Irak a través de Turquía.
Aunque Obama prometió que no arrastrará a Estados Unidos a otra guerra como las que se lanzaron en Irak en 1991 y 2003, ésta será una campaña militar mucho más ambiciosa que las operaciones antiterroristas realizadas contra grupos islamistas en Yemen o Paquistán, que se limitaron a eliminar, con la ayuda de drones (aviones no tripulados) a los líderes de esos grupos. No habrá despliegue de tropas sobre el terreno, como en las guerras de Afganistán e Irak, pero debido a la complejidad de la situación en Siria e Irak la operación militar será muy diferente también a las intervenciones de Washington en el conflicto de Kosovo en 1999 -cuando el presidente Bill Clinton y la OTAN concentraron la ofensiva en apenas 78 días- o los ataques que terminaron en Libia con el derrocamiento de Muammar Khadafy.
En esta ocasión, Washington jugará un rol central. La decapitación de dos periodistas norteamericanos perpetrada por los jihadistas, con una amplia repercusión mediática, y el hecho de que el futuro de Irak esté en riesgo han hecho mella en la Casa Blanca.
Estados Unidos liderará la coalición internacional que se está formando y en la que se espera que se alisten tanto aliados de la Alianza Atlántica como algunos países árabes con influencia en la región.
Los ataques aéreos realizados hasta ahora debilitaron a los jihadistas, que se han visto obligados a ceder terreno a las fuerzas iraquíes y kurdas. Los bombardeos podrían incluir más adelante territorio sirio, donde ya se hicieron vuelos de reconocimiento. La ciudad de Raqqa, bastión de los islamistas y declarada capital de su califato, sería otro de los objetivos de la coalición.
No queda claro aún, sin embargo, qué grado de coordinación tendrían esos ataques con el régimen sirio del presidente Bashar al-Assad, enemigo declarado de Estados Unidos, que quiso derrocarlo el año pasado.
Agencias AP, AFP, ANSA y DPA
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