miércoles, 30 de mayo de 2012

¿Cómo sería una guerra contra Irán?


Miguel Ángel Benedicto - Atenea.com
Una guerra contra Irán tendría consecuencias a nivel regional y quizás mundial. La superioridad militar de EEUU e Israel no impediría el lanzamiento de una guerra asimétrica de repercusiones imprevisibles. Quizás sea más inteligente mantener unas sanciones económicas potentes y las operaciones secretas y sabotajes que ralentizan la llegada del fantasma nuclear.

Tras las maniobras de Irán en el estrecho de Ormuz y las amenazas de cierre por parte del régimen de los ayatolás, Estados Unidos ya ha marcado el bloqueo de esa franja de mar como la línea roja para un enfrentamiento con Teherán.

Irán cuenta con un Ejército de 400.000 efectivos y 125.000 Guardianes de la Revolución así como un potente arsenal de misiles y el desarrollo de una carrera nuclear.

La Armada iraní tiene 1.500 lanchas patrulleras que pueden ser equipadas con misiles de corto alcance y minas que podrían bloquear el estrecho. Además, en su línea costera tiene baterías antiaéreas y misiles antibuque. Teherán también posee 3 antiguos submarinos de fabricación rusa y una flota de barcos (4 fragatas, 3 corbetas y 7 barcos dragaminas) fabricados en Estados Unidos, Francia y Reino Unido.

Su fuerza aérea cuenta con 200 aviones de combate, sobre todo, los MIG-29 y SU24 rusos y los F-6 y J-7 chinos; 120 aviones de transporte y 500 helicópteros. También cuenta con 30 aviones Azarakhsh y Saeqeh. Todos equipados con misiles de fabricación doméstica.

Pero la principal preocupación son sus misiles balísticos Shabah 3 y los Ghadr-110 que pueden alcanzar cerca de los 2.100 kilómetros y, por tanto, a las bases norteamericanas en el Golfo Pérsico (Bahréin, Kuwait, Omán) e incluso a Israel

Pese a todo, poco tendría que hacer el Ejército de los ayatolás frente a la V flota estadounidense estacionada en Bahréin con 4 portaaviones. A principios de enero, llegaron 9.000 marines a Israel para realizar maniobras de defensa conjunta, el Reino Unido envió su más moderno destructor al Estrecho de Ormuz y Arabia Saudita ofrecía su arsenal a Estados Unidos. Se probaron baterías de defensa anti-misiles THAAD (Terminal High Altitude Area Defense) en los buques con sistema de combate Aegis y el propio programa israelí que trabaja con los Arrow, Patriot y el sistema antimisiles Iron Dome.

El pasado mes de septiembre el Comando Europeo de los EEUU estableció en Israel un sistema de radar. Los estadounidenses también equipan a Arabia Saudí y los EAU con aviones F-15 con una inversión de 30.000 euros. En 2010 Estados Unidos negoció con Arabia Saudí el mayor acuerdo comercial de armas de su historia mediante el que facilitaría bombas anti bunker, aviones F-15, helicópteros Apache y Black Hawk y misiles Patriot-2. Los Emiratos Árabes fueron provistos del mismo tipo de bombas y otras municiones y Omán, Kuwait y Bahréin también están en la agenda estadounidense. Todo ello con el fin de crear una coalición militar frente a Irán en el Golfo Pérsico.

El Estrecho de Ormuz sería uno de los teatros de operaciones frente a Irán, el otro sería las instalaciones nucleares situadas en el país persa. Las de Natanz y Quom estarían ubicadas a 90 metros bajo el suelo. Bombardear las instalaciones nucleares iraníes sería una tarea compleja pese a la experiencia israelí en la planta de Osirak en Irak en 1981 con los F-16 o en Siria en el año 2007 al destruir un reactor atómico en ciernes.

Irán es un país más grande, distante, y sus instalaciones están muy protegidas. Se requiere una campaña más sostenida en el tiempo y guiada por bombardeos precisos mediante el uso de las nuevas tecnologías. Estados Unidos cuenta con bombas de cerca de 15 toneladas diseñadas para penetrar varios metros bajo el suelo (MOP) guiadas por GPS y con más de 2.000 kilos de explosivos que atraviesan el hormigón y el acero antes de explotar.

El Pentágono contrató a Boeing, en agosto de 2011, la fabricación de 20 bombas MOP y tendría 12 disponibles. Israel contaría también con bombas de este tipo y los Emiratos Árabes Unidos habrían acordado la compra de algunas para un posible enfrentamiento con Irán.

Estos bombardeos quirúrgicos podrían dar lugar a una guerra regional y unir a la población persa frente al enemigo. Como dice el Ejército israelí, frente a Irán no hay una sola bala de plata. Teherán tiene capacidad para desplegar una guerra asimétrica con Hamás o la Yihad que lanzarían sus cohetes desde los territorios palestinos, donde esta última cuenta con 8.000 hombres armados; con Hizbulá desde el Líbano; agitar el avispero iraquí con Muqtada Al Sader que podría relanzar el Ejército del al-Mahdi; apoyar a la debilitada Siria e incluso desestabilizar Afganistán y Yemen. En el Golfo también podrían espolear a la minoría chiita de Bahréin.

Mientras, Israel desplegaría sus misiles Jericho alrededor de Jerusalén y Cisjordania que, según expertos militares, son capaces de llevar cabezas nucleares que podrían alcanzar cualquier destino en Oriente Medio. El Tsahal también contaría con misiles de crucero con cabezas nucleares en sus submarinos Dolphin.

Un ataque a Irán uniría a la población alrededor de los ayatolás e incrementaría los esfuerzos para conseguir el arma nuclear, esta vez sin inspectores internacionales. Quizás lo más inteligente sea continuar con la guerra encubierta mediante los asesinatos selectivos de científicos nucleares o el sabotaje de instalaciones de la Guardia Revolucionaria o de plantas de enriquecimiento de uranio mediante explosiones o virus informáticos como Stuxnet o Duqu que ayudan a retrasar el programa nuclear iraní sin causar un estallido regional e incluso mundial.

Todo ello combinado con unas sanciones económicas fuertes que aíslan a Teherán y están subiendo el precio de los alimentos básicos, han devaluado la moneda e incrementado la inflación de manera rápida. La clase trabajadora persa siente la presión económica y esto preocupa al régimen de los ayatolás que se enfrenta a unas elecciones parlamentarias el próximo mes de marzo con el recuerdo de las de 2009 que, con una situación económica mejor, trajeron la marea verde y 8 meses de protestas violentas.

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