El servicio Salta-Cerrillos se anunció en 2009, pero luego se intentó reactivar el ferrocarril a Güemes.
En Salta, las políticas ferroviarias siguen estancadas. El Tren Urbano solo quedó en carpetas y en casi todos los tramos de la capital salteña, las vías están abandonadas. Más allá de las franjas cubiertas de extensas malezas, los vecinos están preocupados ya que aún se utilizan como albergues para el delito. La pobre iluminación carga más peligro para quienes atraviesan por los pasos a nivel o por algunos senderos. Y casi no se observan trabajos de señalización para evitar accidentes de tránsito.
A mediados de 2009, la presidenta Cristina Fernández de Kirchner desembarcó en la ciudad para lanzar el Tren Urbano que uniría la localidad de Cerrillos con barrio Castañares. Además se anunciaron obras de infraestructura y reparaciones para que este transporte opere sin alteraciones. Con cientos de estudiantes se realizaron las primeras pruebas de funcionamiento. La segunda dupla llegó en 2010 y continuaron los recorridos por el ramal C-13.
De un día para otro, las autoridades nacionales y provinciales cambiaron el timón y dieron prioridad al proyecto del tren urbano Salta - Guemes. En varias oportunidades, la Unidad de Proyectos Ferroviarios de Salta informó la puesta en marcha del servicio, con un boleto a $5, pero nada se cumplió. El proyecto quedó solo en una vacía ansiedad. Ayer las dos duplas no estaban en la estación Salta. Allí indicaron que hace varios meses se instalaron en la localidad guemesiana.
Pasado y presente, igual
La tragedia en la estación del barrio porteño de Once, que dejó 51 muertos y 700 heridos, demostró que al Gobierno central se le escapó de las manos el control ferroviario. En Salta los riesgos tienen otras aristas. Con un servicio de trenes inexistente, el abandono de las vías genera intranquilidad a los vecinos. El Tribuno realizó un relevamiento por las vías del ramal C-13 que cruzan la capital salteña.
En el paso a nivel de calle Juana Moro, entre barrio Miguel Ortiz y Postal, no hay barreras y los arreglos son una deuda pendiente. Solo pintaron el cordón cuneta de amarillo, se lamentaron comerciantes de la zona.
El vandalismo dejó huellas en la calle Arenales y Deán Funes. Allí, se instaló un semáforo y dos barreras. Una fue sustraída y la otra se mantiene arriba, inmóvil. Pese a la tecnología, el semáforo no reacciona.
En el paso a nivel de Chachapoyas, los vecinos de barrio Mosconi sostienen que las vías son un centro para “los delincuentes y personas que consumen drogas”. “A la noche es un peligro transitar, está todo descuidado y sin iluminación. Cuando circulaba el tren urbano para hacer pruebas, no había ningún operativo de seguridad”, se quejó Mirta Salas.
A pocos metros de la estación Alvarado, en la zona sur, el panorama es desolador. Los durmientes están deteriorados y las vías casi no se ven porque abundan los pastizales. Los vecinos de los alrededores de la vía reconocen que el año pasado, los dos convoy circulaban entre las 8 y el mediodía. Sin embargo, en este verano ni los escucharon.
Al costado de la Universidad Católica de Salta, los estudiantes y docentes también reniegan por la inseguridad en las vías.
Fuente: http://www.eltribuno.info/salta/135055-El-tren-urbano-sigue-sin-rodar-y-las-vias-generan-peligro.note.aspx
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