Por Pablo Novillo - Diario Clarín
Ya hay 16 equipos funcionando para hacer un mapa sonoro y mitigar excesos.
Según la Agencia de Protección Ambiental porteña (APA), Buenos Aires está considerada la cuarta ciudad más ruidosa del Mundo, después de Tokio, Nagasaki y Nueva York. Por eso, el Gobierno porteño lanzó un plan para instalar 41 torres de monitoreo permanente de la contaminación acústica, para elaborar un mapa de ruido y tomar medidas que permitan bajar los excesivos decibeles a los que diariamente se someten los vecinos.
El plan consiste en instalar 41 torres, de las cuales ya hay 20 colocadas. De esas, 16 están en funcionamiento y las otras cuatro entrarán en servicio en breve, tras algunos ajustes técnicos y de calibración. La idea es activar el resto de los equipos el año que viene.
Si bien el caudal de información aún no alcanza para elaborar el mapa, en la APA ya tienen algunos datos útiles. Por ejemplo, detectaron que en Santa Fe y Callao el promedio de decibeles es de 77,7 de día y 73,8 de noche, cuando el límite recomendado por la Organización Mundial de la Salud es de 65 a 70. En José María Moreno y Rosario, pleno corazón de Caballito y por donde pasan muchos colectivos, el promedio es de 76,6 decibeles, y en Rivadavia y Medrano, otra esquina muy transitada, es de 76,2 durante el día.
Es que el principal factor de contaminación acústica es, sin dudas, el tránsito. También se nota mucho el cambio cuando se llevan adelante políticas para combatirlo. Por ejemplo, con la creación de los carriles exclusivos para colectivos sobre Santa Fe se logró sacar a los vehículos de las calles laterales. Así, Marcelo T. de Alvear, por ejemplo, bajó entre 5,2 y 7,2 decibeles su ruido, según el horario. Y Santa Fe, al ser una avenida, no lo subió tanto: el salto fue de entre 0,4 y 1,6 decibeles.
Otro de los elementos que suman contaminación y fastidio son las obras en construcción , sobre todo cuando no respetan los horarios de descanso, o cuando se construye los fines de semana. También son zonas muy ruidosas los alrededores del aeroparque Newbery y los laterales de las vías de los trenes. Proyectos como el demorado soterramiento del ferrocarril Sarmiento ayudarían a bajar el daño por ruido, además de agilizar el tránsito.
Paradójicamente, el ruido produce un daño silencioso en la salud. De a poco, las células del oído se van muriendo y no se regeneran, y cuando la gente consulta al médico suele ser tarde. También el extendido uso de auriculares a gran volumen, aunque no genera polución sonora, es causa grave de sordera ya desde edad temprana. Más allá de las políticas para lugares puntuales que puedan decidirse una vez que se cuente con el mapa de ruido, otras ciudades del mundo llevan adelante planes integrales que apuntan a bajar la contaminación. Por ejemplo, reducir el uso del auto particular y fomentar el de la bicicleta, además de invertir en colectivos ecológicos y otros desarrollos tecnológicos, o bien apostar a grandes obras de infraestructura que permitan que el tránsito pesado circule por la periferia de las ciudades, sin ingresar a las zonas céntricas.
También el control y la sanción son importantes: en Nueva York y otras ciudades estadounidenses se sanciona con importantes multas el uso indebido de la bocina.
Fuente: Diario Clarín
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