Por Juan Diego Wasilevsky - iprofesional.com
Con el histórico líder de los trabajadores brasileños, el Gobierno gozaba de inmunidad a la hora de frenar importaciones. Pero los tiempos cambiaron con Rousseff. El país vecino se quitó el traje de "hermano comprensivo" que supo tener y ahora la pelea comercial es por cada centavo. Lo que viene
Los gobiernos de Argentina y Brasil transitaron, durante las últimas semanas, el período de tensión bilateral más preocupante en años. La chispa que encendió la mecha y dio lugar a esta preocupante crisis fue consecuencia de uno de los pilares de la política K: el control de las importaciones para cuidar los dólares que hay en la economía y evitar que empresas de diversos sectores tengan que "bajar la persiana", al no poder competir.
Sin embargo, desde 2003 y hasta el año pasado, cada vez que había un roce por la continua aplicación del "cerrojo" por parte del gobierno kirchnerista, en la vereda de enfrente, siempre existió una suerte de figura paternal que "comprendía" los problemas que atravesaba la Argentina: Luiz Inácio Lula da Silva.
El hombre que contribuyó a llevar a Brasil a la cima y a posicionarlo entre las economías más pujantes del mundo, se mostraba conciliador cada vez que había un chispazo, y, en general, nunca cedía a favor del poderoso lobby de los industriales paulistas, que solicitaban un "castigo aleccionador" en contra de la Argentina por las continuas trabas que sufrían sus productos en la Aduana.
Pero los tiempos cambiaron. Aquellos días donde Brasil se mostraba más tolerante y hasta incluso comprensivo, según los expertos, llegaron a su fin. "Los tiempos cambiaron para la Argentina, sin ninguna duda. Y no para mejor", aseguró a iProfesional.com el analista Gustavo Segré desde sus oficinas en San Pablo. Así, tras el reinado de Lula -el hijo de Brasil, aquél que cumplió el sueño de llegar a la presidencia habiendo sido un humilde trabajador-, comenzó la era de la "dama de hierro", Dilma Rousseff.
La actual mandataria está por cumplir sus primeros seis meses al frente de la presidencia y las diferencias en cuanto a personalidad y ambiciones políticas, ya están generando efectos en la relación con la Argentina.
En este sentido, para los expertos, el resultado de la última crisis entre ambos países, que despertó el alerta en el Gobierno local, es apenas una muestra de lo que puede llegar a venir y, para muchos de ellos, marca un punto de inflexión en la relación bilateral. "La negociación que el jueves pasado llevaron adelante los ministros de Industria dejó un claro ganador: Brasil", disparó Segré.
En efecto, según el comunicado oficial que firmaron conjuntamente Débora Giorgi y su par brasileño Fernando Pimentel, la Argentina ya no podrá echar mano a la política del "cerrojo", que consiste en demorar, más allá de los plazos permitidos por la Organización Mundial del Comercio (OMC), los productos provenientes del país vecino.
El presidente de la poderosa Federación de Industrias de San Pablo (FIESP), Paulo Skaf, había denunciado que la aplicación de licencias no automáticas por parte del Gobierno argentino -un trámite burocrático que funciona como una suerte de permiso, sin el cual un embarque no puede ingresar al territorio nacional- superaban ampliamente los 60 días fijados como tope por la OMC. Este es uno de los pilares de la política industrialista K, ya que, en algunos rubros, como juguetes, textiles o calzados, el Gobierno logró ponerle barreras a los productos importados durante meses y así reemplazarlos por producción nacional, en momentos en que se vive un verdadero boom de consumo. Sin embargo, este acuerdo echa por tierra esta práctica.
Según explicaron fuentes oficiales a iProfesional.com, Giorgi se comprometió a dar una respuesta en 10 días para los artículos que tengan problemas de ingreso, una vez que Brasil mande información consolidada. "Vamos a validar y a destrabar obviamente todo lo que sea posible en el ámbito de las áreas de nuestro Ministerio", se comprometió la ministra. Como contrapartida, entre las concesiones, Brasil aseguró que va a liberar el ingreso de autos en un plazo no mayor a los diez días.
Para Segré, "esto no puede tomarse como un éxito desde el momento en que las barreras a los vehículos que impuso el gobierno de Rousseff fueron una represalia. Es un sinsentido festejar la medida porque este problema se originó a partir del propio proteccionismo de la Argentina", disparó. En este contexto, aseguró que la negociación en su conjunto "claramente significó un triunfo brasileño. Ellos lograron que finalmente la Argentina cumpla con lo que dicta la OMC, que era el principal reclamo. Además, con la reciente implementación de licencias no automáticas a los autos como represalia, ellos pasaron a asegurarse una herramienta de presión que, de ahora en más, podrán volver a aplicar en cualquier momento, si es que no se cumple con lo pactado".
Por otra parte, en uno de los tramos del comunicado oficial, se explica que la Argentina asumió el compromiso de garantizar "que los productos brasileños con importación autorizada puedan ser efectivamente comercializados en territorio argentino". Esto también implica un cambio en las reglas de juego para el mercado interno, ya que este párrafo apunta a liberar los más de 50.000 electrodomésticos -en gran medida fabricados en Brasil- que están varados en la Aduana y que ya contaban con licencias no automáticas aprobadas pero que, por razones nunca explicadas oficialmente, no podían ingresar al país.
Además, según Segré, "esa simple frase puede interpretarse como el punto final de prácticas comunes, como cuando las del secretario de Comercio Interior, Guillermo Moreno, que obliga a las empresas argentinas a exportar por el mismo valor que quieren importar". "Esto molestaba mucho a Brasil, porque así se perdieron importantes negocios, especialmente en el sector de alimentos. Entonces, a partir de ahora, con este acuerdo y la amenaza de volver a frenar autos argentinos, es probable que empiece a exigirse menos este tipo de requisitos", sostuvo Segré.
Para los expertos, esta negociación dejó en claro que la "dama de hierro" inauguró una nueva etapa en la relación bilateral, en la cual ya no habrá más lugar ni para la comprensión ni para la tranquilidad, dos "virtudes" de Lula sobre las que descansaban los funcionarios argentinos. De este modo, se está cumpliendo la "profecía" que anticipaban los analistas cuando, en tiempos de elecciones en Brasil, alertaban: "Dilma no es Lula".
A la hora de analizar este cambio en las reglas de juego, Jorge Vasconcelos, economista jefe del IERAL, destacó a este medio que "la paciencia estratégica que tenía Brasil hasta el año pasado con respecto a la Argentina, se sustentaba en que Lula quería posicionar a su país y a sí mismo en el contexto internacional. Quería mostrar que era un líder regional y que en el vecindario tenía todo controlado y no había conflictos".
En cambio, "los intereses de Rousseff son distintos. En un punto, Brasil ya se consolidó y, por otra parte, hoy en día, con el problema derivado por la pérdida de competitividad de la economía de ese país, las preocupaciones son más locales. Por eso ahora ellos tienen menos paciencia con nosotros".
En la misma línea, Mauricio Claverí, economista de Abeceb, destacó que "Brasil, a raíz del alto precio del real, fue perdiendo mucho terreno. Hoy los productos chinos están copando su mercado y también se les hace mucho más difícil exportar. Todo esto genera un malestar importante entre los industriales brasileños. Y esto explica por qué, a partir de ahora, cualquier roce con la Argentina va a significar un mayor lobby y una presión más fuerte de los empresarios a los funcionarios, para que no sean tan tolerantes".
Por su parte, Dante Sica, ex secretario de Industria y titular de la misma consultora, recalcó que tras el colapso de 2001, "Lula sabía cómo interpretar las necesidades de recuperación de la economía local, por eso tenía un grado de flexibilidad diferente. Los tiempos de la paciencia estratégica cambiaron y ahora el gobierno brasileño es más estricto a la hora de negociar". Para Segré, otro aspecto fundamental es que "este es el primer año de gobierno de Dilma y la verdad es que no puede mostrar flaquezas con nadie. Y eso incluye e la Argentina".
Además, destacó que con la "dama de hierro", de ahora en más, cambió la perspectiva desde donde negocia su gobierno: "En la era Lula, los que llevaban la batuta a la hora de resolver los conflictos eran los funcionarios del Ministerio de Relaciones Exteriores, los diplomáticos. Ahora, el canciller casi no aparece y el que comanda la negociación es Pimentel, el secretario de Desarrollo. ¿Esto qué implica? Que se negocia con más números y con menos diplomacia. Es toda una señal para los argentinos".
Más allá de que en el encuentro del jueves se llegó a una solución por los autos parados en la aduana del país vecino, lo que más preocupa al Gobierno de Cristina Kirchner es que Brasil ya anunció su intención de imponer nuevas trabas para proteger a su "bombardeado" mercado interno. Al respecto, Pimentel reconoció que estaba en estudio la aplicación de un mayor número de licencias para sostener el superávit de la balanza comercial, castigado por los efectos del "súper real". El funcionario anunció que se aplicarán barreras en todos "aquellos sectores en los que hay una amenaza clara a la balanza comercial", para luego asegurar que "usaremos todas las medidas posibles, dentro de las reglas de la OMC, para defender la competitividad".
Al respecto, Claverí destacó que, con este tipo de anuncios, queda de manifiesto que Brasil "ya dejó de tener la posición flexible que mostraba antes con nosotros". Por lo tanto, "en la medida en que la Argentina no cumpla con las promesas y que ellos avancen en la implementación de nuevas barreras, es un hecho que en la era Rousseff las empresas nacionales van a tener muchos más problemas para ingresar al mercado brasileño". Y lo que más preocupa es el futuro de la industria automotriz, considerando que el sector explica el 50% del crecimiento de la industria manufacturera, que representa el 38% de las exportaciones de origen fabril y que el 80% de las ventas externas tienen por destino al país vecino, en el que ahora reina la "dama de hierro".
HAY QUE BUSCAR NUEVOS MERCADOS, SOBRE TODO EN AMERICA LATINA Y EL MEDIO ORIENTE...PERO AHORA, NO DESPUES DE LAS ELECCIONES...
ResponderEliminarSALUDOS CORDIALES.
L.B.A.
Diversificar mercados es importante, estimado L.B.A. y está claro que uno no puede poner trabas a las importaciones y esperar que los demás sonrían. Responderán poniendo sus propias trabas a tus productos y lo único que crecerá será la burocracia aduanera.
ResponderEliminarSe le acabó la paciencia a Brasil con los déspotas gobiernos argentinos.
ResponderEliminarNegro negro se le presenta el futuro al gobierno kirchner. Ojalá en su desesperación, no se eche en brazos del gorila bolivariano porque ahí si que Argentina vuelve a la edad de piedra.
Saludos.