Por Robert Williams (Título original: ¿Llegarán las plantas nucleares submarinas de generación eléctrica a “cruzar” el Canal de la Mancha?)
Los planes para la instalación de reactores nucleares submarinos a lo largo de la costa de Francia podría multiplicar el uso de esta tecnología. Sin embargo, serias dudas acerca de los costos y los residuos, permanecen sin respuesta todavía.
Desde la crisis del petróleo de la década de 1970 el gobierno francés ha invertido mucho en energía nuclear. En ese momento, la mayoría de la electricidad en Francia provenía de centrales térmicas alimentadas con combustibles derivados del petróleo, importado en su mayoría de Oriente Medio. Sin yacimientos propios de petróleo ni de gas, y con sus propias minas de carbón casi agotadas, comenzó a desarrollarse un programa de energía nuclear de gran escala.
En la actualidad existen 58 reactores nucleares en Francia, que proporcionan cerca del 80 por ciento del abastecimiento de electricidad del país. Ahora, en un intento por llevar energía confiable a las remotas comunidades costeras, el gobierno francés ha decidido dar luz verde a un tipo diferente de programa de energía nuclear, basado en pequeños reactores nucleares instalados en el fondo del océano.
En enero, la empresa de construcciones navales francesa DCNS, estableció un acuerdo para la realización de un estudio conjunto de dos años de duración, sobre el concepto de centrales nucleares sumergidas. El estudio se realizará junto con la compañía Areva, Electricité de France y con la Comisión de Energía Atómica (CEA) de Francia. Los promotores dicen que esto podría proporcionar energía a millones de personas en localidades costeras de todo el mundo.
El concepto de los submarinos nucleares, conocido como FlexBlue, consiste en un recipiente cilíndrico de unos 100 metros de largo y 15 metros de diámetro que aislaría una planta completa de energía nuclear con una capacidad eléctrica de entre 50 MW y 250 MW. En comparación, la central eléctrica Sizewell B ubicada en Suffolk (Inglaterra) tiene una potencia de casi 1200MW.
Una unidad Flexblue estaría integrada por un pequeño reactor nuclear, un conjunto de turbina-alternador a vapor, una planta eléctrica y su equipamiento eléctrico asociado. La electricidad sería transportada desde la planta Flexblue hacia la costa, mediante cables submarinos de alimentación.
Considerando que los costos son significativamente menores que los de los tradicionales reactores en tierra - se estima en varios cientos de millones de euros en comparación con cerca de 5.000 millones para un reactor de gran tamaño -, los ingenieros franceses creen que el concepto podría dar lugar a un auge en la utilización de la energía nuclear.
Los franceses no son los únicos interesados en la energía nuclear costa afuera. Los rusos ya han desarrollado el diseño de una central nuclear flotante que utiliza dos reactores de 70 MW derivados de los utilizados en los submarinos y rompehielos rusos, y lanzó un prototipo el año pasado.
Las plantas francesas Flexblue serían diseñadas para ser fondeadas en un lecho marino estable, a profundidades de entre 60 y 100 metros, a pocos kilómetros de la costa. Un sistema de tanques de lastre se utilizaría para subir o bajar la planta durante la instalación y para proceder a sus etapas de mantenimiento mayor, reabastecimiento de combustible, o a su desmantelamiento. Los reactores serían adaptados para la generación continua de energía. Flexblue utilizaría plantas de energía de un diseño estándar, que requieren muy poco trabajo de adaptación específica al sitio de emplazamiento. Esto hace a estas plantas esencialmente diferentes de las centrales nucleares terrestres, que deben adaptarse en términos de ingeniería civil, para acomodarse a las limitaciones locales del sitio de instalación.
Estas plantas nucleares serán instalaciones submarinas fijas, sin medios propios de propulsión. Serían transportadas por buques construidos expresamente, similares a los utilizados actualmente para instalar las plataformas costa afuera. Estos mismos buques llevarían las plantas a los astilleros aprobados para las tares de reabastecimiento de combustible, mantenimientos mayores y eventual desmantelamiento.
DCNS tiene como objetivo diseñar plantas Flexblue para que puedan ser controlados a distancia desde una instalación en tierra. Cada planta, sin embargo, incluirá una sala de control a bordo, para permitir control local sobre las operaciones críticas, incluidas las de arranque y algunas fases del mantenimiento. La planta permitirá también el acceso directo y en todo momento, a través de mini-submarinos. El mantenimiento se basará en procedimientos probados, similares a los utilizados por DCNS durante muchos años para mantener, actualizar y extender la vida útil de los buques de guerra.
El costo estimado de los reactores se ubica en el entorno de los cientos de millones de euros, frente a cerca de 5 millones de euros, para un reactor de tamaño completo. Patrick Boissier, presidente y CEO de DCNS, dijo que "los estudios preliminares indican que será compatible con el costo de las energías renovables, y mejor que el de la energía solar."
Los planes de almacenamiento a largo plazo de los residuos altamente radiactivos todavía no se han decidido, pero DCNS confirmó que todos los desmantelamientos y clausuras se llevarían a cabo en instalaciones en tierra. La empresa asegura que las plantas Flexblue serán diseñadas sobre el principio de evitar cualquier contacto entre los materiales nucleares y el medio marino. La inmersión de las plantas también proporciona un medio natural de enfriamiento del reactor, dicen, al tiempo que incrementa la seguridad. La única sustancia a liberar en el medio ambiente sería el agua de mar utilizada para la refrigeración.
Los núcleos estarían protegidos por tres barreras: la vaina de protección del combustible, la cubierta del reactor y el casco. Los diseñadores argumentan que la inmersión en agua de mar garantizaría un medio natural infinito de enfriamiento pasivo y otorgará seguridad y protección intrínsecas. Además, cada planta estaría también protegida contra posibles intrusos. Los franceses sostienen que una central eléctrica sumergida sería menos vulnerable a los terremotos, tsunamis o inundaciones, y mucho menos vulnerable a un ataque terrorista.
Los escépticos temen que las aguas calientes liberadas de los reactores resulten peligrosas para los ecosistemas locales. Y, según el presidente de la organización anti-nucleares Crilan, con sede en Cherburgo, de producirse un accidente nuclear “el ambiente marino resultaría destruido". “El importante calentamiento del agua provocará un masivo golpe térmico que destruirá la vida marina. "
Sin embargo, los partidarios de Flexblue han intentado restar importancia a las preocupaciones, sugiriendo que los reactores submarinos se basarán enteramente en tecnologías ya probadas, que están simplemente combinadas de una manera nueva. Sostienen que con dos tercios de la población mundial viviendo actualmente dentro de una franja de 80 kilómetros del mar, la nueva tecnología podría hacer más atractiva la energía nuclear para los países. Para localidades más remotas, los reactores nucleares podrían permitir una solución rápida y eficiente para incrementar el suministro eléctrico a la región sin necesidad de infraestructura de superficie, incluida la necesaria para instalar plantas térmicas a carbón o derivados del petróleo.
Adaptado al español por NUESTROMAR.
Fuente: The Guardian; 15/02/118/02/11 - NUESTROMAR
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