jueves, 24 de julio de 2008

Opinión: "La única manera de aprovechar los recursos de Malvinas sería compartirlos "

El embajador argentino en Londres, Federico Mirré, ha encontrado un nuevo destino: ser productor y director de documentales de televisión en la Argentina profunda y un refugio en su ranchito de Garzón, en Uruguay. Después de 40 años de carrera, entregará la elegante embajada blanca de Belgrave Square y se retira, en la última partida de una generación de diplomáticos de carrera que han creado escuela en la Cancillería.

Mirré se despidió mostrando su último trofeo: una foto personalmente dedicada a él y a su esposa, Cecilia Duhau, por la reina Isabel y el príncipe Felipe.
-Usted empezó su carrera en Gran Bretaña y la finaliza aquí. ¿Cómo fue su experiencia diplomática con los británicos?
-En la primera parte de mi carrera fue una cosa y hoy es otra. La primera era un país que conservaba con Gran Bretaña la hipótesis de una negociación sobre las Malvinas, incluyendo soberanía. Había otro modo de mirarnos entre ambos países.
Ahora, como jefe de misión, se puede ver la diferencia: Gran Bretaña ya no está negociando soberanía y no hay una participación británica en conflictos de intereses de Argentina con terceros países, ni regionales. Lo que ha habido es un cambio de intensidad en la presencia de Gran Bretaña con poder internacional en la escena doméstica argentina.

-¿Hay una diferencia de tratamiento entre la Casa Real y el gobierno laborista para Argentina?
-No. El gobierno laborista ha tenido dos gestos en el plano importante. Uno ha sido la invitación al (ex) presidente (Néstor) Kirchner a la cumbre progresista en julio del 2003, donde tuvo una entrevista intensa e interesante con Tony Blair. Eso fue una importante apertura de diafragma hacia la Argentina y es un mérito político del gobierno Blair. El segundo gesto vinculado a la política del Partido Laborista fue su invitación a la presidenta Kirchner a la segunda cumbre progresista el mes pasado. Pero desgraciadamente no se pudo materializar porque la situación en Buenos Aires le impidió a la Presidenta cumplir con ese compromiso. Pero yo pude verificar que había una disposición genuina por parte del gobierno de Brown de hablar a fondo sobre la agenda bilateral con la Presidenta, más allá de los temas de la cumbre.

-¿No hay un problema de fluidez en el vínculo bilateral?
-Hay áreas en las que Argentina tiene que seguir trabajando. El primer rasgo es la reducción de la prioridad latinoamericana para la Cancillería británica. En lugar de aumentar se está agravando y está vinculado a la capacidad de gestión de un mundo cada vez más complicado, con más prioridades. Gran Bretaña tiene que focalizarse y lo que queda fuera del foco es lo que menos atiende.

-¿Malvinas sigue siendo un trauma para cualquier avance real entre los dos países?
-Malvinas es una paradoja. Es el tema que coloca a Argentina en una posición de diálogo preferido con Gran Bretaña pero, a la vez, les quita fuerza a las otras posibilidades de entendimiento de la relación bilateral.
-¿Por qué no se puede avanzar en un acuerdo por Malvinas?
-Porque ha crecido la importancia del área. Hoy tenemos tres zonas de interés económico y estratégico de creciente importancia. Una es el área de los hidrocarburos. O se los sacamos ahora o dentro de 50 años no van a servir para nada... A mí me parece urgente que haya un acuerdo en las tres áreas: pesca, hidrocarburos y Antártida. La pesca es un commodity cuyo precio sube cada vez más. Son tres áreas donde deberíamos hacer un esfuerzo de entendimiento y cooperación muy nítido.

-El mundo está en una guerra de recursos. ¿Argentina no debería ser aliada de los isleños?
-La única manera de aprovechar los recursos sería, ciertamente, compartirlos. Pero para compartirlos hay que tener un acuerdo y para eso se necesita voluntad política y en este momento no existe esa voluntad política. Hoy los británicos emocionalmente se sienten jaqueados por la disminución de áreas donde ellos estaban presentes en el mundo y hay un redescubrimiento de lo territorial.

Fuente: Por María Laura Avignol - Diario La Nación