martes, 3 de junio de 2008

Las ballenas no están a salvo

Cada año una comisión formada por 79 países decide el futuro de las poblaciones de ballenas y delfines del mundo, su conservación y su uso. Esta vez el país anfitrión de la 60ma. reunión de la Comisión Ballenera Internacional (CBI) será Chile y el encuentro se realizará el 20 del actual en Santiago. Este encuentro es una oportunidad histórica para nuestra región en el tema de la conservación de los cetáceos, ya que será la tercera vez que la CBI se reúne en América latina desde su establecimiento en 1946, y la segunda ocasión, después de 23 años, en que la reunión anual se realizará en América del Sur.

Este hecho cobra más relevancia, ya que, por primera vez, en la historia de la CBI existe un significativo número de países latinoamericanos que buscan coordinar sus políticas para implementar medidas regionales que garanticen el derecho soberano a utilizar las poblaciones de ballenas mediante metodologías no letales. Una muestra de esto es la consolidación del Grupo Buenos Aires, integrado por representantes de los gobiernos conservacionistas latinoamericanos, que en abril último se reunió en Brasil para dar una declaración (la cuarta del grupo) en la cual se reafirmó el compromiso de trabajar en bloque para erradicar la caza de cetáceos del continente y establecer el Corredor de las Américas, un santuario de ballenas para América latina.

Pero esta noticia, aunque positiva, no es suficiente. Resulta fundamental que todos los actores participen activamente en este foro para articular esfuerzos con los gobiernos. En la Argentina, la provincia de Chubut es un exponente destacado del "uso no letal" de las ballenas a través del turismo de avistaje. Justamente ayer por la noche terminó la tercera edición de "La vigilia de las ballenas", una transmisión de 72 horas vía satélite y por Internet, que mostró el arribo de las ballenas franca austral a la Península de Valdés.

Por ello, sería muy importante que representantes de ese gobierno provincial estén presentes en la reunión de la CBI, para mostrar al mundo los importantes beneficios que trae esta actividad para las comunidades costeras, y afianzar así la política conservacionista de nuestro país. En la Argentina, el avistaje no sólo se realiza por medio de embarcaciones, sino desde la misma costa y a escasos metros de los ejemplares, como ocurre con el área protegida El Doradillo, a pocos kilómetros de la ciudad de Puerto Madryn.

Desde la sociedad civil, se destaca el importante esfuerzo realizado por las ONG dedicadas a la conservación marina, tanto en el nivel local como regional. Invitado por el Instituto de Conservación de Ballenas, asociación civil argentina dedicada a promover la conservación de las ballenas y su hábitat, el reconocido investigador Roger Payne dio una conferencia en la Bolsa de Comercio de Buenos Aires, titulada "¿Existe un futuro para las ballenas?", sobre la base de la experiencia de toda una vida dedicada al estudio y a la protección de estos animales.

Según Payne, las acciones de nuestra especie y, sobre todo, las inacciones, han llevado al borde de la extinción a muchas poblaciones de ballenas. Esta actitud puede revertirse si las personas conocen a estos gigantescos cetáceos y, a través del conocimiento, aprenden a amarlos. Las amenazas aún son muchas. La más evidente, y perversa, es la cacería "científica" de ballenas, realizada por buques balleneros de la flota japonesa, en la cual se aprovechan los vacíos legales para ignorar las regulaciones y continuar la matanza con métodos muy crueles.

Pero no es la única amenaza ni la más letal: innumerables ballenas y delfines mueren cada año atrapados en redes de pesca o silenciosamente intoxicados por sustancias químicas sintéticas que afectan sus sistemas nerviosos y reproductivos, al concentrarse en las cadenas alimentarias que son la base de la vida en el mar. Las batallas que los conservacionistas deben librar para proteger a estos animales son muchas y permanentes. Pero si fallamos en la protección de las ballenas y éstas desaparecen, como ha ocurrido y continúa ocurriendo cada día, la humanidad perderá no sólo su presencia física en los océanos y la emoción de escuchar sus "cantos", sino que el planeta -recordando a Borges cuando se refería a la poesía de Enrique Banchs- será "infinitamente más pobre".