sábado, 24 de mayo de 2008

Argentina: Volver a soñar con ser una potencia agroalimentaria

La situación de casi pánico surgida por la enorme alza de los precios agrícolas ha desatado en el mundo algunas situaciones bastante novedosas. Si bien ya sufrimos entre 1973 y 1975 una crisis alimentaria similar con aumentos de precios de los alimentos, caída de los stocks y suba del precio del petróleo, la actual se distingue por parecer de carácter estructural, es decir, de largo plazo.

Pronostico que se ha acabado la época de los alimentos baratos, la cual fue ocasionada, entre otras cosas, por los enormes subsidios a las agriculturas por parte de los países desarrollados, que llegaron a alcanzar en años recientes los mil millones de dólares por día. Creo que se ha generado un nuevo escenario caracterizado por:

La creciente demanda de alimentos y forrajes por parte de los países emergentes, que continuará en el futuro, en especial, en China y la India.

La mayor conciencia sobre el flagelo del hambre en el mundo, que ha estado matando anualmente a más de 10 millones de seres humanos, lo que equivale a casi dos Holocaustos nazis por año por infinidad de años.

Los problemas de la oferta agropecuaria derivados del cambio climático, que ha estado generando sequías e inundaciones y amenaza con convertirse en la gran amenaza para la paz en este nuevo siglo.

El traslado de los inversores que huyen del dólar devaluado, las bajas tasas de interés y los mercados accionarios fluctuantes para refugiarse en las commodities, lo cual si bien puede ser una burbuja financiera que se desinfle parcialmente en algunos meses, seguirá incidiendo en el largo plazo, en la medida en que se mantenga la suba en los precios agrícolas.

El alza del precio del petróleo y sus derivados, que causa grandes aumentos en insumos, como los fertilizantes, y en el transporte, cuyos costos se han duplicado.

El uso en algunos países, principalmente Estados Unidos, de cultivos alimenticios para producir biocombustibles. Por todo lo anterior, creo que la Argentina vive su segunda oportunidad histórica en un siglo de convertirse en una superpotencia agroalimentaria. Pero para que esto se concrete hace falta una política de Estado de largo plazo para el sector, concertada con la sociedad civil, incluyendo el sector privado y las organizaciones no gubernamentales (ONG).

Esta política de Estado debe contar con el respaldo de los organismos internacionales y bilaterales de asistencia técnica y financiera, que en los últimos 20 años relegaron la agricultura a una segunda prioridad (por ejemplo, el Banco Mundial).

El contenido de esta política debe buscar un aumento de la inversión en el sector agrícola que aumente los rendimientos y, por tanto, la producción. Debe ser sostenible desde el punto de vista ambiental y favorecer una mejor distribución del ingreso, fomentando la participación de la agricultura familiar, los pequeños y medianos productores y también la urbana y periurbana, sobre la base de lo que la FAO está haciendo en nuestro país en cooperación con el Gobierno. En resumen, el sector agropecuario, forestal y pesquero debe ser objeto de la prioridad máxima en todos los niveles del Gobierno y la sociedad civil. Así podremos volver a soñar con salir del subdesarrollo en que hemos caído y convertirnos en una superpotencia agroalimentaria y agroindustrial como lo hicieron otros países en el siglo pasado, aprovechando situaciones similares a las que estamos viviendo actualmente.

Fuente: Por José Luis Cordeu (LA NACIÓN). El autor es economista agrícola, ex integrantes del staff de FAO y el Banco Mundial.