miércoles, 9 de abril de 2008

La historia del frustrado submarino a propulsión nuclear

Tras la Guerra de las Malvinas, el titular de la CNEA, vicealmirante Carlos Castro Madero, en forma reservada puso en marcha la idea de construir un submarino a propulsión nuclear como una forma de cerrar la brecha tecnológica con Gran Bretaña.

Durante la guerra, los submarinos argentinos convencionales que funcionan con un motor diésel necesitaban salir a la superficie cada 12 horas para renovar el oxígeno. En cambio, los submarinos nucleares británicos tenían como único límite para estar sumergidos la paciencia humana. Así fue que hundieron al "Belgrano" y luego obligaron a la flota argentina a refugiarse en los puertos del continente.

El proyecto de Castro Madero fue encargado por la Armada a INVAP, la misma empresa que construye el reactor de investigación nuclear para Australia. El diseño del reactor para el submarino estuvo a cargo del físico Juan José Gil Gerbino. "Trabajamos en el diseño básico para colocar un reactor compacto en un submarino como el San Juan", recordó Gil Gerbino a este diario. "Incluso, llegamos a trabajar en sistema de regeneración de oxígeno" , agregó el especialista en diseño de reactores.

Después del retorno de la democracia, "(Raúl) Alfonsín apoyó el plan del submarino a propulsión nuclear", recordó el ex ministro de Defensa radical Horacio Jaunarena. Este tipo de sumergibles no está prohibido por ningún tratado internacional. Distinto es un submarino con misiles nucleares.

Y el segundo ministro de Defensa de Alfonsín, Roque Carranza, llegó a proponerle a Brasil la construcción conjunta de un submarino nuclear en base a la experiencia de INVAP. No hubo acuerdo y Brasil sigue hoy adelante con el proyecto.

Castro Madero, poco antes de morir, en 1991 en un libro titulado "Argentina y el Submarino de Propulsión Nuclear, Posibilidades y Dificultades" calculó el costo del prototipo en 200 millones de dólares frente a los 120 que costaba un submarino diésel, y sostuvo:

"La idea de especialistas argentinos de incluir en el casco del submarino, que actualmente se construye en la Argentina, una planta nuclear de diseño apropiado es factible".

Se refería al acuerdo con la empresa Tyssen por el cual se construyó el astillero Domecq García, se armaron 2 submarinos convencionales en Alemania y otros 4 se iban a ensamblar en el país.

Pero durante el gobierno del ex presidente Carlos Menem el proyecto se sepultó. Tampoco se construyeron los cuatro submarinos faltantes y se pensó en abrir una subsidiaria de la Feria de Milán en el Domecq García.

Actualmente, la Armada estudia los proyectos alemanes para construir motores a hidrógeno. Fuentes navales explicaron a este diario que un submarino a propulsión nuclear "hoy sería imposible de mantener con el actual presupuesto de la Armada".

Fuente: Daniel Santoro (Diario Clarín).