lunes, 13 de enero de 2020

Provincias chinas y provincias argentinas

Por Luis Rappoport - Clarin.com
Los funcionarios de las provincias chinas tienen como principal interés económico el crecimiento y al rentabilidad de las empresas de su territorio.
Shandong, China, feria Sial de Shangai 2018. Con la presencia de exportadores argentinos.

Es un lugar común hablar de las oportunidades que abre el mercado chino para las empresas argentinas y diversos artículos refieren a las oportunidades para nuestras provincias de comerciar con provincias chinas.

¿Pero qué diríamos de esas oportunidades si descubriésemos que los funcionarios de las provincias chinas tienen como principal interés el crecimiento y la rentabilidad de las empresas de su territorio, mientras que crecimiento y rentabilidad empresarial no están en la agenda de muchos de los gobernadores argentinos?

La competencia comercial internacional no es entre empresas, se confrontan “sistemas” en un “combo” de empresas, estados, comunidad científico tecnológica y sistemas educativos. El liderazgo de ese “combo” es del sector público; es el que define los sistemas de incentivos.

Un empresario de una provincia argentina, en un viaje exploratorio, descubrirá que tiene enfrente a empresas chinas que reciben la atención de los más altos funcionarios provinciales, y un ecosistema que le ofrece servicios para su internacionalización, financiamiento blando, capacitación laboral, subsidios para la incorporación de graduados talentosos, asistencia a la innovación, ayudas para la incorporación de tecnologías de las comunicaciones y la información e inteligencia artificial… y que paga unos 10 puntos menos de impuesto a las ganancias.

Hay muchas diferencias históricas, culturales, institucionales y demográficas entre China y Argentina. Pero hay una poco mencionada: los gobiernos provinciales chinos reciben un porcentaje del IVA y del impuesto a las ganancias de empresas y personas que se recaudan en “su” provincia (además de otros ingresos).

Con esas entradas financian las inversiones y servicios de sus comunidades. Si –al cabo- les sobra dinero, tienen discrecionalidad en su gasto. A los funcionarios chinos no los elige el pueblo, los eligen las autoridades superiores, y esas autoridades los evalúan, en buena medida, según el desarrollo económico provincial.

Las personas en China tiene restricciones para mudarse, pero las empresas no. Esta escueta síntesis ayuda a entender que al secretario general del partido comunista provincial y al gobernador les conviene: 1) que haya muchas empresas, que ganen mucha plata, 2) que el gasto sea acotado, pero no al extremo de que las empresas no tengan servicios y se muden a la provincia de al lado, 3) mostrar resultados en su gestión para crecer en su carrera política creando y reteniendo a más y mejores empresas para tener más poder económico y político, 4) hay una dura competencia entre las provincias por la radicación de empresas. Todo parece pensado para el desarrollo, aunque no falta la corrupción en el uso de los recursos discrecionales.

En los países democráticos federales, el voto es un incentivo a la gestión pública del desarrollo. De la dinámica empresaria depende el empleo, y eso lo saben los votantes.

En la Argentina, ese incentivo funciona en pocas provincias. La mayoría de los gobernadores “saben” que su gobernabilidad depende del dinero que fluye de arriba y de los votos que vienen de abajo, y si –por ejemplo- aportan al sistema coparticipado de impuestos el 1% y reciben el 3% y los impuestos provinciales no aportan demasiado, no les conviene destinar recursos para el desarrollo de más y mejores empresas, eso no tiene impacto electoral, su poder se juega en el corto plazo.

En cambio les conviene: 1) repartir empleo público y planes sociales para ganar las próximas elecciones, 2) negociar su presencia en el Congreso Nacional y en sus vínculos con el Poder Ejecutivo para conseguir recursos, 3) juntar la mayor cantidad de recursos “discrecionales” para financiar su maquinaria política. En buena medida, los intendentes del conurbano bonaerense funcionan con una lógica parecida, que se exacerba porque en la Argentina (no en China) la gente se puede mudar, y los desplazados por el retraso del interior alimentan la conurbanización de la pobreza en el Gran Buenos Aires.

Al decir “les conviene” o “no les conviene” no estamos juzgando a los dirigentes políticos chinos o argentinos. Hay ejemplos de gobernadores e intendentes que pese a los desincentivos, destinan recursos a la gestión del desarrollo. Nos referimos al marco institucional con que conviven.

No se trata de copiar el sistema chino, vertical y autoritario. Se trata de corregir nuestro sistema de incentivos que es una invitación a la pobreza.

Luis Rappoport es Economista. Miembro del Club Político Argentino

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