La ex Presidenta lo consultó a su entonces ministro de Economía por las cifras de recaudación que había dejado Kirchner escritas en un cuaderno marca Arte.
Cristina Kirchner junto a Amado Boudou en el Congreso de la Nación. AP
-Amado, te voy a pedir que te quedes y no vengas al entierro de Néstor a Santa Cruz. Estos hijos de puta van aprovechar para hacernos una corrida bancaria.
El ministro de Economía cumplió la orden de su Jefa. Vivía, por ese entonces, un idilio puramente político con ella. Ya no. En rigor, la mayoría de los ministros de Cristina Fernández no fueron al entierro de Néstor Kirchner en Río Gallegos, Santa Cruz. Esa ceremonia se hizo el 29 de octubre del 2010 en Río Gallegos.
Según fuentes del entorno de los Kirchner, cuando Cristina volvió a la Capital Federal convocó a Boudou a la Casa Rosada. Se reunieron a solas. Ella estaba triste y furiosa.
Boudou fue testigo privilegiado de las anotaciones que Néstor Kirchner hacía en cuadernos Arte, muy similares, aunque de marca diferente a los que usaba en ese mismo momento, en secreto, el chofer de Roberto Baratta.
El encuentro entre Cristina y Boudou empezó a las nueve y media de la mañana y terminó pasadas las once.
Kirchner era menos puntilloso que Centeno. Pero escribía. Números, vivencias, presupuestos financieros de origen desconocido hasta ahora. Esa plata no figuraba en ningún documento oficial.
- ¡Mirá lo que hacía este h de p…!-, gritó la entonces presidenta, tal como reconstruyeron a Clarín fuentes que conocen la anécdota.
Boudou escuchaba.
-¡Cómo puede ser! ¡Todo esto se terminó!-, se exaltaba la Presidenta.
-Mirá Amado, mirá esto: “Planificación Federal”-, le señalaba a su ministro de Economía.
Boudou intentaba hacerse el desentendido.
- Cristina, vos sabés que con Planificación Federal no tuve nada que ver…-.
- ¡Basta! ¡Se terminó!-, insistía ella.
El diálogo entre ellos dos se profundizó: "Amado, escuchá lo que hay en Transporte..."
El ministro repetía su excusa: "Yo con Transporte tampoco tuve que ver..."
La Presidenta se enojaba cada vez más.
- Escuchá, escuchá la parte de la ANSES.
Boudou había sido titular de ese organismo, que por entones controlaba Diego Bossio.
- Bueno Cristina, vos sabés como era Néstor…-, admitió el funcionario, sin poder ocultar más que sabía lo que anotaba su Jefe.
-¡Basta! ¡No lo defiendas! ¡Se termina todo!-, como sorprendida por datos que también conocía.
Pasadas las horas, la Presidenta se calmó.
Boudou tenía entonces con ella un vínculo de total confianza y cercanía.
Entonces fue directa: "¿Vos que tenés, Amado? Decime la verdad", indagó como si hablara de negocios privados y no del Estado Nacional.
- Lo que ya sabés... El tema de la imprenta Ciccone. Con Néstor habíamos arreglado que se la quitábamos a Bold.
Esta última empresa, dedicada a los negocios gráficos de gran escala y con historia en el mercado del juego, había alquilado la planta gráfica de Ciccone por orden de un juez comercial comercial, Javier Cosentino, que habilitó esa acción porque la firma había entrado en concurso de acreedores.
Cristina siempre supo que Boudou, por orden de Néstor Kirchner, había puesto a varios organismos del Estado para lograr que uno de los suyos se adueñe de ese tesoro singular: Ciccone era la única fábrica de hacer dinero privada de la Argentina, una de las catorce en el mundo, capaz de imprimir papel moneda, documentos, pasaportes, acciones y cheques.
La Presidenta fue todavía más pragmática.
-¿Eso lo tenés bien?
- Claro. Hay empresa inversora belga y un banco de acá que va a financiar el negocio.
La empresa era The Old Fund, cuyo director, Alejandro Vandenbroele, era amigo de Boudou.
El banco sería el Macro. Ese mismo año, el 2010, había empezado la embestida del Gobierno K contra Ciccone Calcográfica y contra Boldt.
El diario Clarín publicó una primera nota sobre el caso Ciccone el 18 de septiembre del 2011: “Boudou y Moreno, detrás del cambio de manos de una megaimprenta”, era el titulo. Poco antes, lo había publicado el diario El Cronista, y luego el escritor Jorge Asís.
Ya en contacto secreto con la ex esposa de Vandenbroele, la ciudadana Laura Muñoz, Clarín difundió en otro artículo en noviembre del 2011: se consignaba que ya existía una denuncia por lavado de dinero sobre los manejos de la compra de Ciccone, y se difundió una primera foto de ese personaje misterioso.
Este diario chequeó la información sobre la fábrica de hacer plata en un diálogo cara a cara con Boudou. Él negó que conocía a la ex novia de su amigo y socio Núñez Carmona, Guadalupe Escaray, prima hermana de Vandenbroele, a la que había nombrado como jefa regional de ANSES Mar del Plata.
En diciembre, Boudou asumió como vicepresidente de la República. En el Congreso, los entonces diputados Margarita Stolbizer y Gerardo Millman presentaron las denuncias sobre el negocio.
El 6 de febrero del 2012, Radio Mitre y el diario Clarín, publicaron, en ese orden, la primera entrevista pública a Laura Muñoz. Ella contó, y lo ratificó en la Justicia, que su ex esposo, Vandenbroele, trabajaba en negocios ilegales con el vice en ejercicio.
Se desató un escándalo judicial y político. A pesar de eso, Cristina Fernández ordenó que la ex Ciccone imprimiera 410 millones de billetes de 100 pesos.
En agosto, la empresa se estatizó gracias a la mayoría automática K en el Congreso, y con votos de la oposición.
- Ciccone está bien-, le había dicho Boudou a Cristina en la Casa Rosada.
Estaba muy mal. Hoy está preso. Ella jamás dio explicaciones públicas al respecto.
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