Esperan la concreción de las dos represas y una central nuclear para habilitar más inversiones.
Uno de los campamentos que ya están instalados sobre el río Santa Cruz.
Una prueba de amor. Así definen en la Cancillería la condición para que China desembolse en la Argentina unos US$ 30.000 millones. ¿En qué consiste esa condición? En concretar la construcción de las represas Kirchner y Cepernic en Santa Cruz y de una cuarta central nuclear. "Luego de cumplir estas dos condiciones se va a empezar a hablar de los otras grandes obras de inversión en las que la Argentina y China pueden ser socios", señalaron a LA NACION, en la Cancillería.
Los chinos no se consolidaron como una potencia mundial a fuerza de favores. Si van a invertir, piden algo a cambio y si esas condiciones no se cumplen, castigan. Un claro ejemplo es que hace casi un año y medio que dejaron de comprar aceite de soja a la Argentina. Casualidad o no, esta medida coincidió con el cese de las obras de las represas porque la gestión macrista quería revisar el contrato firmado por Cristina Kirchner.
Más allá del intercambio comercial entre ambos países -deficitario hace una década para la Argentina- la presencia de inversiones chinas en la región y en el país se fue extendiendo con el correr de los años. En 2016 la inversión extranjera directa (IED) de China en América latina fue de US$ 29.800 millones, según datos de la consultora Abeceb. De esa cifra, aproximadamente el 15% estuvo destinada a la Argentina. Sin embargo, aún resulta nimia, si se considera el potencial de expansión: en oriente prevén que para 2025, la IED en la región sea de US$ 250.000 millones.
En líneas generales, los chinos apuntan a proyectos de infraestructura, minería y energía, y nuestro país no es la excepción. La presencia china más reciente en la Argentina se visualiza en un convenio para construir dos centrales nucleares por US$ 12.500 millones que se firmará el 17 de este mes; en la adquisición del 50% de la mina de Veladero en San Juan, que la compañía Shandong Gold compró a la Barrick Gold, y en la licitación por US$ 500 millones para la construcción de 7000 viviendas prefabricadas, que los capitales chinos están dispuestos a conseguir. En materia de infraestructura, quienes son expertos en el área ponen la lupa en la inminente participación de la Argentina en el Banco Asiático de Inversión en Infraestructura (BAII), que financia, justamente, proyectos referidos a la conectividad de los países.
Hace apenas unos días, el embajador argentino en China, Diego Guelar, aseguró que durante el viaje de Macri se anunciará la incorporación de nuestro país al BAII.
Los asiáticos además están involucrados en el proyecto de reacondicionamiento del Belgrano Cargas, a través de la empresa China Machinery Engineering Corporation (CMEC) y en el del ferrocarril San Martín. También se sumaron a través del banco Eximbank a la financiación por U$S 1000 millones de la prensa El Tambolar, en San Juan. Sinopec, una petrolera china, es la cuarta en producción de crudo en nuestro país y, en el mismo rubro, China National Offshore Oil Corporation (Cnooc) adquirió el 50% de las acciones de Esso Argentina.
A nivel empresarial hay varias promesas en ciernes: la automotriz Chery, instalada en Uruguay con una planta de ensamblado, proyecta otra similar para la Argentina, y la compañía de electrodomésticos TCL se comprometió a invertir US$ 100 millones. Como empresas más instaladas están Huawei, el banco ICBC y la cerealera Cofco, sin contar cientos de supermercados y tiendas. Por último, los chinos se ganaron una importante presencia en nuestras finanzas con grandes préstamos. "Hasta 2015, China era el único país que nos financiaba y como teníamos poco margen de negociación, aceptamos sus condiciones", señaló Dante Sica, economista y director de Abeceb. Según los datos de su consultora, el stock de financiamiento chino a nuestro país al 2016 es de US$ 15.300 millones.
Con la colaboración de Alan Soria
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