domingo, 5 de marzo de 2017

Pelean, pero no por la educación

Pelean, pero no por la educaciónPor Osvaldo Pepe - Clarin.com - La opción: Sarmiento o Baradel.

El de los docentes no es “todo un tema”, es más que eso: es “el tema” de la Argentina y los argentinos. Se reúnen gremios y gobiernos y la palabra “paritaria” parece ser el amén de una oración. Se reúnen sin planificar, para que a todo se dé solución rápida, pero poco efectiva, y así la vida sea normal (aspiramos a ser normales) y los chicos vayan a clase.

Sarmiento no fue menos que Baradel ni que los ministros de Macri y de Vidal. ¿Es obvio, no? Él “armo su propia paritaria” durante su gestión y para eso llamó a todos los integrantes de su gobierno. Agarró un pizarrón y escribió “Educación, educación, educación, educación”. Esas paritarias sirvieron para dar inicio a la construcción de más de 1.100 escuelas y para que la Argentina fuese el primer país en eliminar el analfabetismo. Los americanos lo entendieron y en homenaje a esa labor honraron a Sarmiento con un busto en la Universidad de Michigan. Copiar modelos no es ser antipatria, es ver que se puede mejorar lo que ya está hecho.

Hoy, la paritaria es otra y tanto Gobierno como sindicatos pelean por algo que no es la educación. Los chicos quedan siempre en el medio y los maestros, esos cirujanos de nuestro futuro, presos de las decisiones de aquéllos que no entienden lo que se negocia. Jamás entendí porqué los maestros tienen tantos gremios si los encargados de defender la educación deben ser los mismos que nos gobiernan. Pero no, para Cristina es un trabajito de tres o cuatro horas al día y para Vidal es algo que un voluntario también puede hacer. Doloroso, triste. Tenemos que agarrar el pizarrón como Sarmiento, escribir una y mil veces esas palabras y ubicar a los maestros por encima de cualquier política. ¿Qué carajo nos está pasando? ¿Qué es lo que en verdad vemos cuando vemos una escuela? El problema está en que ya dejamos de ver la escuela.

¿Quieren menos delincuencia? ¡Más educación! ¿Quieren mejor salud? ¡Más educación! ¿Quieren menos corrupción? ¡Más educación! ¿Quieren políticos más honestos? ¡EDUCACIÓN!
José Luis Traverso - valdanito@hotmail.com

En la Argentina de los “disparates cósmicos” los gremios docentes vuelven a poner en vilo a millones de hogares en todo el país, como en cada marzo, sobre todo desde que la cultura clientelar del kirchnerismo cobijó en educación a la mayoría de los gremios bajo su ala de generosas prebendas, con un escaso interés por la educación que pensó Sarmiento: una herramienta igualitaria para el desarrollo de las personas y la nivelación de las sociedades.

El paro, previsto para mañana y pasado, quizá se extienda al miércoles en solidaridad contra la violencia a las mujeres en su día: sólo faltaría otra jornada más en respaldo a la huelga del fútbol. Las más perjudicadas serán aquellas familias de clase media y media baja o los sectores empobrecidos. Aquellos que, por necesidad económica o convicciones personales, mandan a sus hijos a la escuela pública que el gremialismo docente dice defender. Con esa dirigencia reivindicativa la educación y los maestros argentinos tocaron fondo. La migración a los institutos privados no se detiene, la deserción escolar tampoco, la grieta del conocimiento estallará de acá a un par de generaciones. 
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Están jugando con el futuro de los argentinos, con los saberes de quienes en tres décadas conducirán nuestro país. Más claro: en aulas del Estado marchitas unas veces y vacías otras están criando ciudadanos de segunda. Que nadie se engañe: Baradel responde a su jefa política, Cristina Fernández de Kirchner. Por eso fue capaz de hacerle 17 días de huelga a Scioli en la Provincia cuando la ex presidenta quería sacarlo de la cancha. Por eso casi ni abrió la boca cuando la señora de Kirchner descalificó con destemplada ira la labor de los docentes. Y por eso confrontará a fondo con Macri y Vidal las veces que se lo proponga.

Es probable que con su lengua filosa Sarmiento lo hubiese puesto en vereda al belicoso preceptor hasta desnudar su hipocresía política y su carácter de simple amanuense de un poder que mejoró la vida de los gremialistas docentes, pero puso de rodillas a la educación argentina.

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