martes, 17 de enero de 2017

Formosa: Un feudo donde cae la producción y crecen los empleos públicos

Un feudo donde cae la producción y crecen los empleos públicos
Por Lucía Salinas - Clarin.com - El Norte pobre. Insfrán es el mandatario récord: 21 años en el poder. La provincia perdió lugar como productor de algodón y bananas, y la gente depende del Estado.
Calixto Fretes, José Luis Sosa y Antolin González, productores bananeros de Formosa. Foto Emmanuel Fernández.


Es fácil percibir que se está en territorio formoseño, provincia gobernada hace 21 años por Gildo Insfrán, el gobernador con más reelecciones de la actualidad: cinco. Al ingreso de la capital provincial, un inmenso cartel del histórico mandatario peronista, con una cruz de fondo, da la bienvenida. La imagen se repite en diferentes poblados, ciudades y zonas rurales.

La provincia donde más de la mitad de la población vive del empleo público tiene en su escudo un sello distintivo: el algodón. Sin embargo, los pequeños productores sostienen que eso ya es pasado y que el Estado es hoy el casi el único empleador.
Un feudo donde cae la producción y crecen los empleos públicos
Andrés Jara dejó de producir algodón porque ya no era rentable. Ahora tiene maíz. Foto Emmanuel Fernández.

“La gente no quiere trabajar la tierra, yo llegué a tener 100 hectáreas de algodón pero dejé de producir porque ya no tenés a quién venderle para que sea rentable”, cuenta Andrés Jara a Clarín, mientras se acomoda a la sombra de un inmenso árbol en la entrada de su casa. Tiene 60 años, no conoce otro rutina que no sea la del campo y el trabajo de la tierra, pero siente que en su zona, rodeada de pequeños productores, las máquinas se van apagando, otras vendiendo. En plena temporada de cosecha, añora la misma actividad de otros años.

Frente a su casa, separado por un estrecho camino de tierra, se encuentran sus 30 hectáreas de maíz. “Antes había 2.500 hectáreas en la zona de algodón, que lo tenemos en nuestro escudo, y ya no producimos prácticamente”, repite Jara y muestra a su izquierda una gran máquina sembradora que no puede utilizar: “¿Qué voy a sembrar si ya no nos están comprando nada o el precio es bajo?”.
Un feudo donde cae la producción y crecen los empleos públicos
Formosa gobernada hace 21 años por Gildo Insfrán. Foto Emmanuel Fernández.

Las historias se suman. “Mi papá vendió todas las máquinas, producía algodón y maíz, pero no fue más rentable”, cuenta Roy Vitale, vecino del pueblo de Riacho, cerca a la Ruta 2, un deteriorado camino que con fondos nacionales se repavimentó tres veces y le complica la circulación a los productores. Paradójicamente, conduce al pueblo de Insfrán, Laguna Blanca.

“Éramos una provincia más productiva, algodón, frutas en una zona tropical, ganadería, pero Insfrán volcó todo más al empleo público”, señaló a Clarín el diputado nacional (UCR) Martín Hernández. Los números indican que antes, con un kilo de algodón se cubría un litro de gasoil, hoy la proporción es cinco kilos para un litro de combustible. Inviable.

En Formosa se calcula que más del 60% de la ciudadanía vive del Estado. La consultora Economía & Regiones informó que fue una de las provincias donde más creció el empleo estatal durante el año pasado.

A 15 kilómetros, en un lugar donde también la bienvenida la da un cartel del gobernador con la leyenda “Hicimos mucho”, se encuentra una plantación familiar de bananas. La explota Calixto Fretes. Explica:?“Cuesta cada vez más vender, ganás $ 10 y perdés $ 100, empezás con pérdida y el Gobierno no ayuda”.

José Luis Sosa, productor de bananas y mango, contó que ven cómo la gente va dejando el campo “y se vuelcan más al empleo en municipalidades o en Gendarmería”. Para Antolín González, con más de 45 años produciendo bananas, “las cosechas vienen difíciles porque cuesta mucho vender a buen precio”.

En la ciudad natal del gobernador, Laguna Blanca, se celebra cada año la “Fiesta nacional del Pomelo”. Los productores se quejan: “Lo hace porque es su pueblo y manda a repavimentar la ruta antes de la fiesta, pero no ayuda a otros sectores”. Calixto se resigna: “Todo es Gildo. Parece que estamos destinados a esto”.

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