Encuentro. El miércoles último, la gobernadora y el ministro Ritondo visitaron a uno de los comandos del grupo. Foto:cedoc
Escudos y máscaras en malas condiciones. Armas con una antigüedad superior a los 15 años y con escaso mantenimiento. Más de diez años sin adquirir nuevo equipamiento. Y con causas judiciales abiertas sin una debida estrategia jurídica de parte del gobierno provincial.
El estado de la División Especial de Seguridad Halcón, más conocida como el Grupo Halcón, prendió las alarmas de la gobernadora bonaerense, María Eugenia Vidal. En especial después de un hecho desgraciado: el asesinato, con un balazo en el rostro, de un agente cuando se realizaba un allanamiento en Laferrere, La Matanza, a mediados de septiembre.
Hace diez días, cuando viajó a Bahía Blanca, hizo esperar a sus asesores en los autos oficiales y fue a darle el pésame de manera personal a la familia del agente. No quiso fotos. Siquiera lo difundieron sus voceros. Estuvo sola.
Es que el caso la impactó de tal manera que pidió informes sobre el estado del grupo de élite. No fue sorpresa: la desinversión y el estado de abandono en términos de equipamiento era elocuente. “Encontramos todo deteriorado, desde los cascos hasta armas viejas, era un desastre, lo mejor que tenían era el capital humano con agentes de experiencia”, confiaron en el Ministerio de Seguridad.
El Grupo Halcón, que depende de la Policía Bonaerense, funciona con más de setenta comandos, divididos en equipos de 15 miembros de élite. Cada grupo especial tiene, al menos, dos francotiradores, un médico, un experto en explosivos, un especialista en negociaciones, otro en comunicación, un experto en inteligencia y ocho miembros de asalto.
En ese marco, Vidal le encargó al Ministerio de Seguridad que encare una serie de compras: según pudo saber PERFIL para este año se sumaron 150 chalecos, municiones (había escasez), pistolas no letales, equipos de fibra óptica, veinte escudos nuevos, 150 pistoleras, 150 linternas (usaban unas pequeñas de las que se compran en los supermercados), cuatro fusiles de presión, veinte fusiles de asalto y pistolas Glock.
El último miércoles Vidal estuvo con uno de los comandos junto al ministro de Seguridad bonaerense, Cristian Ritondo. Hablaron casi diez de ellos. Se emocionó cuando escuchó de boca de los efectivos que aunque no haya dinero su vocación era defender su grupo.
Ese día, la gobernadora viajó al local “La Enramada”, en Gonnet, para asumir como presidenta del PRO bonaerense. La esperaban los dirigentes más importantes del partido para legitimar su liderazgo, desde intendentes a funcionarios nacionales. Allí relató su experiencia. Contó que los efectivos le confiaron que prefieren “morir salvando vidas y defendiendo la ley”, como su compañero asesinado la semana pasada, “y no de un ACV o en un accidente de tránsito”.
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