(La Nación) - Es el potencial que el Gobierno proyecta en sectores como energía, minería e infraestructura
El rumor salió de los mismísimos pasillos de la Casa Rosada. La amistad entre el emir de Qatar, Tamim bin Hamad, con el tenista Gastón Gaudio fue un gigante aliciente para que el hombre cinco veces más rico que la reina Isabel II desembarcara la semana pasada en la Argentina. Nadie niega esa relación de amistad: fue incluso "el Gato" el elegido por el emir seis meses atrás para entregar el trofeo en la final del Abierto de Qatar al ganador, Novak Djokovic.
Cerca del presidente Mauricio Macri, que lo agasajó con una cena-asado en la residencia de Olivos la semana pasada, reconocen la buena sintonía entre el sheik y el tenista, pero aclaran que se trató de "la tercera visita del líder al país". Para ellos fue impulsada por un genuino interés de invertir. Y no es poca cosa. El emir es el dueño del club de fútbol Paris Saint-Germain, del canal de televisión Al Jazeera (interesado en los derechos del fútbol), de los almacenes Harrods, del estudio cinematográfico Miramax, de Walt Disney, del 17% de Volkswagen y del 1% de la exclusiva Louis Vuitton.
La postura oficial tiene algún fundamento. A la visita del sheik se sumaron esta semana la del presidente de mexicano, Enrique Peña Nieto, y la del CEO mundial de la Alianza Renault-Nissan, Carlos Ghosn. "El país volvió a ser creíble a nivel mundial en muy poco tiempo", afirmó el ejecutivo brasileño. Y a pesar de que ratificó las inversiones para producir tres pick-ups en Córdoba (un proyecto de US$ 600 millones) sólo anunció un incremento concreto de US$ 100 millones en nuevos desembolsos. Preocupa la inflación, clarificó el directivo.
En la Casa Rosada son optimistas con el potencial local. Un importante asesor presidencial sobre inversiones extranjeras afirmó a LA NACION que en el primer semestre del año ya hubo anuncios de desembolsos por más de 30.000 millones de dólares. "Es el doble de lo que se registró a la misma altura del año pasado", analizó. No obstante, muchos son proyectos plurianuales e incluso anuncios ratificados para esta gestión, pero realizados durante la presidencia pasada.
Entre los números que manejan en el Gobierno, la Argentina tiene en la actualidad oportunidades de inversión extranjera directa por alrededor de US$ 170.000 millones en diferentes sectores, principalmente en energía y minería, en infraestructura y en agronegocios.
Se trata de una cifra imponente para un país que todavía está sufriendo "los últimos coletazos del sinceramiento", como describieron la situación la semana pasada en el Ministerio de Producción tras los oscuros números de la industria y de la construcción de junio. Como a Ghosn, en el oficialismo creen que el principal obstáculo para atraer inversiones sigue siendo la elevada inflación. Aunque también hay reparos con los "vaivenes políticos" del país.
"La Argentina recibe en la actualidad entre US$ 7000 y 11.000 millones de inversiones extranjeras directas. Y en los últimos años muchas fueron obligatorias por el cepo impuesto por el anterior gobierno", contó un asesor presidencial con fuerte influencia en el gabinete. Brasil recibe cerca de US$ 70.000 millones; México, entre 30.000 y 40.000 millones, y Chile, alrededor de 20.000 millones. "Nosotros tenemos que llegar a 25.000 millones en los próximos años, aunque es todo un proceso", esgrimió.
Entre la inversión en energía y minería, creen que hay un potencial de US$ 20.000 millones para el petróleo y el gas no convencionales. La misma cantidad se estimó para plantas termales e hidroeléctricas, otros 15.000 millones en proyectos de energía renovable y de minería (litio, oro y potasio, principalmente). Otros US$ 6000 millones podrían ir a la petroquímica.
El país -dicen en el Gobierno- precisa inversiones por US$ 25.000 millones en rutas; US$ 20.000 millones en cloacas; US$ 15.000 millones en trenes y US$ 10.000 millones en nuevos hogares. El mejoramiento de la infraestructura para celulares llevaría unos US$ 5000 millones, y los aeropuertos y puertos, otros 7000 millones de dólares.
En agronegocios existen oportunidades de inversión por US$ 15.000 millones, principalmente en desarrollo de las tierras y sistemas de irrigación (8000 millones), de proteínas de animales (5000 millones), la industria forestal (2500 millones) y la industrialización de alimentos (500 millones de dólares). A esto se le suman otros dos sectores: la industria de bienes (autos, alimentos, electrónicos, maquinaria, industria de base y textiles) y la tecnología y servicios (con los call centers, biotecnología, farmacéutica, software, turismo, servicios para la salud y de educación), según el punteo que maneja la Casa Rosada.
"Hoy no hay una avalancha de inversiones. Pero es lógico. Primero llega la inversión financiera y después la directa", explicó el asesor del Presidente, que agregó que el proyecto para la asociación pública privada que comenzará a discutirse en el Congreso en estas dos semanas será clave para acelerar el arribo de nuevos desembolsos desde el extranjero. "Hay todavía un riesgo alto pero en cinco años todos nuestros activos van a valer cinco veces más", completó.
La principal ambigüedad en el exterior para hundir dinero en la Argentina tiene un nombre ya bien conocido: inflación. "Asusta más que el déficit fiscal. Es difícil planificar a largo plazo y te afecta por las fluctuaciones que tiene en el tipo de cambio", proyectó el asesor. "Sin embargo, la principal pregunta que me hacen los potenciales inversores es: ¿qué pasa en cuatro años si invierto ahora? Hoy hay una confianza en el Presidente. Pero es preciso lograr madurez política en el país. Y en eso estamos trabajando", se esperanzó.
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