Por Mariano De Vedia - LA NACION
En el Ministerio de Defensa evalúan alternativas para ofrecer vuelos a partir de enero de 2018; el objetivo es concientizar a la gente sobre la preservación del ambiente
Ceballos analiza en su despacho las variantes para un proyecto ambicioso. Foto: Marcelo Gómez.
Con el reconocimiento internacional para que el aeródromo de la Base Marambio sea considerado apto para la aviación civil, el Gobierno dio el primer paso para un proyecto ambicioso, que ya tiene fecha: turismo en la Antártida.
En el Ministerio de Defensa ya trabajan para que en enero de 2018 arriben los primeros turistas, que podrían pasar una semana junto a los 40 militares y 100 científicos que en el verano trabajan en esa base del continente blanco. "Serán grupos reducidos, que no podrán superar el 10% de la población de la base", anticipó a LA NACION el secretario de Logística, Cooperación en Emergencias y Gestión Cultural, Walter Ceballos, que analiza en el piso 11 del Ministerio de Defensa las variables aún pendientes para concretar la inicitiva.
"Es una propuesta de turismo ambiental, no de turismo aventura. Los que vayan tendrán que someterse a las condiciones de seguridad y de convivencia de las bases antárticas", explicó el ingeniero Ceballos, de larga trayectoria en el radicalismo y estrecho colaborador del ministro de Defensa, Julio Martínez. Se trata de una experiencia que ya practican otros países, como Chile. Pero será inédita para la Argentina.
Los costos no son un tema menor y en el Ministerio de Defensa ya hacen cuentas. Una posibilidad es ofrecer un vuelo de la empresa LADE, que hoy es una dependencia de la Fuerza Aérea y el Gobierno aspira a trasladar al área que conduce Ceballos.
A la posibilidad de que LADE e, incluso, la Fuerza Aérea incorporen aviones nuevos, se suma la posibilidad de que el Ministerio de Defensa lance una licitación para el sistema de pago por horas de vuelo. El Gobierno analiza, así, contratar 1000 horas de vuelo por año (no sólo para el plan de la Antártida, sino también para otros programas en el norte del país), que luego se podrían extender a 1500 horas/vuelo. Un costo que llegaría a $ 50 millones por año.
Actualmente llegan a la Antártida aviones Twin Otter, de la Fuerza Aérea, de origen canadiense y con capacidad para 12 personas, además de helicópteros MI 17 (rusos) y Bell 412. Si bien la iniciativa apunta a llevar turistas a Marambio, no se descarta extender la experiencia a otras bases, como Esperanza (viven 40 personas), Carlini (60) y Petrel (14), entre diciembre y marzo.
La experiencia de turismo en la Antártida podría derivar en otras alternativas, como el aprovechamiento de los cruceros que llegan a Ushuaia. "Tal vez se pueda ofrecer un vuelo para pasar un día en la Base Marambio", estimó Ceballos. Aunque no abundó en detalles, esa modalidad generaría divisas. Hoy poner en vuelo un Hércules cuesta US$ 10.000 por hora. Un viaje a la Antártida -tres horas de ida y otras tres de vuelta- costaría US$ 60.000. "Esto no tiene un fin de renta, pero tiene que cubrir los costos", resumió.
La Organización de Aviación Civil Internacional (OACI) ya dio el visto bueno para que el aeródromo de la Base Marambio reciba vuelos civiles. Ceballos explicó que para ello ya comenzaron a mejorarse las señalizaciones de la cabecera de la pista, mediante los sistemas de radioayuda ILS y TLS. "Eso permitirá el aterrizaje por instrumentos", aseguró el funcionario. A ello seguirá la colocación de un radar de mediano alcance para asistir a la aeronavegabilidad y la navegación marítima. Estos trabajos demandarán unos $ 70 millones.
"En la Antártida se practica la convivencia solidaria. No hay servicios, todos, sean científicos, jefes de base o meteorólogos, se sirven la comida, levantan la mesa, mantienen la limpieza. Ése es el espíritu del turismo ambiental", alertó Ceballos.
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