Por Daniel Gallo - LA NACION (Extractado)
En la frontera norte se busca evitar un gasto de recursos de vigilancia por infractores aeronáuticos; ya hubo 76 vuelos irregulares en tres meses
Un eco apareció en la pantalla del Centro de Control Aeroespacial de Merlo. En la denominación aeronáutica se trató de un Tránsito Aéreo Irregular (TAI), un vuelo que no respeta normas y evita comunicarse con operadores de radares. Dos Pucará de la Fuerza Aérea se pusieron finalmente a su lado. El piloto infractor aterrizó en una estancia de la localidad correntina de Mercedes. La patrulla aérea de combate había escoltado a un fumigador que cruzó al menos tres provincias sin identificarse. Esos vuelos sin permisos representan un problema que se repite en el Norte y los funcionarios de los ministerios de Defensa, Seguridad y Transporte buscan limitarlos para no desperdiciar recursos necesarios para combatir el tráfico de drogas. Por eso se avanzará en un régimen de multas para las aeronaves que sean interceptadas y que no tengan un plan autorizado.
Según cifras oficiales, en el primer trimestre de este año fueron registrados 76 vuelos irregulares señalizados por los cinco radares de uso militar ubicados en la frontera norte. Hubo una disminución de esos TAI desde los más de 130 notificados en igual período de 2015. Según importantes funcionarios nacionales se trata de una reacción narco al establecimiento por decreto del protocolo de derribo de aeronaves declaradas hostiles. En los despachos de análisis se considera que puede ser una forma "de vigilia" de esos pilotos para verificar hasta qué punto se está dispuesto a sostener en los hechos el endurecimiento del sistema de control aeroespacial.
La ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, escuchó en un viaje a las ciudades fronterizas salteñas de Salvador Mazza y Aguas Blancas acerca de los problemas prácticos -fundamentalmente referidos a movilidad- de los gendarmes para cubrir la zona de "bombardeo" de cocaína.
La secuencia conocida allí por la funcionaria señala la existencia de cargas arrojadas a baja altura desde avionetas y el posterior traslado de la droga en camionetas y motos que atraviesan campos cortando alambrados a su paso. Muchos de los 76 TAI detectados fueron verificados en situaciones similares al del referido fumigador, pero en otros casos el vuelo quedó identificado como de potencial transporte narco.
Un suceso de esas características fue captado por el radar ubicado en Las Lomitas, Formosa, con una aeronave que no sólo se negó a comunicarse al cruzar desde Paraguay hacia la Argentina sino que en el espacio aéreo vecino llevaba prendido el sistema de identificación de aeronaves, que facilita su ubicación por radares civiles, y lo apagó al iniciar maniobras de descenso en Formosa antes de desaparecer de la cobertura del radar militar y reaparecer minutos después rumbo a Paraguay. El análisis de los gendarmes enviados al lugar señaló que la aeronave no podría haber aterrizado en la zona de terrenos pantanosos, por lo que se sospecha de otro caso de "bombardeo" de droga.
Ese radar de Las Lomitas también captó un vuelo sin identificación que ingresó en la zona de control desde una ruta con dos posibles zonas de despegue narco en Monte Quemado, Santiago del Estero, y en Taco Pozo, Chaco, y que sin tomar contacto con los operadores de radar cruzó a Paraguay después de atravesar dos aerovías (rutas habilitadas, por las que incluso pasan aviones comerciales) sin preocuparse por la seguridad de otras aeronaves.
Entre esos posibles vuelos narcos se mezclan aeronaves fumigadoras o avionetas usadas por sus propietarios para traslados privados. Suman problemas a la falta de medios en cantidad suficientes para bloquear el ingreso de drogas.
Por eso el Gobierno buscará instrumentar sanciones económicas fuertes para aquellos que obliguen al despegue de los Pucará por no haber notificado sus planes de vuelo. Se considera a la frontera Norte como una zona de Defensa Aérea y, en consecuencia, los pilotos tendrán mayores obligaciones de informar sus vuelos.
El control aeroespacial
En estos momentos hay cinco radares militares bajo el comando del ministro de Defensa, Julio Martínez. Los tres Radares Primarios Argentinos (RPA y fabricados por Invap) están ubicados en las localidades formoseñas de Las Lomitas e Ingeniero Juárez (que hoy opera en una instalación provisoria) y en la salteña de General Mosconi, mientras que desde 2011 operan en Resistencia y Posadas los radares FPS113/90 entregados por España.
Este mes terminarán los trabajos de calibración de otro RPA en la localidad bonaerense de Merlo, donde está el centro del comando aeroespacial, mientras que está previsto que antes de fines de año funcionen radares en las localidades formoseñas de San Pedro y Pirané, además de ubicar uno en Tierra del Fuego y otro en la Península Valdés. Se trata unidades con capacidad para vigilar 400 kilómetros cuadrados.
Dentro de los proyectos para el refuerzo del control de la frontera Norte se estudian alternativas para incrementar los medios electrónicos de seguridad. Aviones-radar de pequeño porte y drones de importante envergadura forman parte de los planes inmediatos de adquisición por parte del Gobierno.
Por lo pronto, y gracias a un incipiente redespliegue de gendarmes en la frontera Norte, se apunta a quitar de las pantallas de los radares, a fuerza de multas, los ecos provocados por pilotos distraídos.
Argentina debe volver a fabricar helicópteros ligeros multipropósito con capacidad de apoyo a operaciones terrestres -como lo hizo hace años a modo de ejemplo la empresa RACA (Hughes H-500) algunos de los cuales aun vuelan-. También se podría pensar en recuperar el proyecto del CZ-11 cuyo prototipo descansa en Fadea... ¿Cuantas cosas se podrían hacer en nuestro país, con un poco de interés?
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