domingo, 17 de abril de 2016

Las drogas sintéticas, una amenaza que avanza a paso acelerado en el país

La fiesta electrónica que terminó en tragediaPor Daniel Gallo - LA NACION
El consumo aumentó 2000 veces entre 2011 y 2015; creen que los jóvenes consumirán más drogas de diseño que cocaína


La fiesta electrónica que terminó en tragedia.Foto:Archivo

Es el mercado de drogas con mayor crecimiento en la Argentina. Las sustancias sintéticas ganan espacio y las proyecciones oficiales marcan que en breve los jóvenes consumirán más drogas de diseño que cocaína. Los datos siempre fueron públicos como señal de alerta, pero ignorados por la sociedad hasta que esta especie de Cromagnon de las drogas despabiló a todos de la peor manera.

Si se toma como referencia la captura de sustancias sintéticas, se encuentra que entre 2011 y 2015 aumentó 2000 veces la cantidad incautada. También aparecieron laboratorios, algunos complejos y de alta producción, como los hallados en Ingeniero Maschwitz, en 2008, o en Mar de Ajó, en 2014. Y cayeron organizaciones con mano de obra local en toda la cadena, desde la producción hasta la venta. Eso señala que hay gran circulación de esas drogas. Y también mercado, por supuesto.

El Observatorio de Políticas Sociales en Adicciones de la Ciudad de Buenos Aires informó que entre 2011 y 2014 aumentó 300 veces el consumo de drogas sintéticas entre estudiantes de nivel medio. La Sedronar también reflejó ese problema. En su encuesta realizada en 2014 el consumo de drogas sintéticas entre estudiantes porteños trepó a 2,9%, por encima del 2,5 %, que reconoció inhalar cocaína. Y si se analiza la franja etaria de estudiantes mayores de 17 años la situación es peor, ya que alcanza un consumo de 5,7%. La marihuana es la droga más consumida entre adolescentes, con un nivel similar al del tabaco, pero las drogas sintéticas irrumpen como el futuro de ese mercado ilegal.

Claro que las cifras por sí mismas quizá no representen una alarma frente a una sociedad que visualiza al narcotráfico como cárteles internacionales o, con algo más de información o por obligada convivencia barrial, se enfoca en la violencia de grupos marginales, como Los Monos y otros sin nombre, que disputan a puro balazo sus territorios de venta de cocaína. Esas bandas representan el desafío actual, pero el mercado de drogas sintéticas es la amenaza más compleja que avanza.

El comercio mundial de cocaína tiene sólo tres lugares de producción: Colombia, Perú y Bolivia, y a América latina como gran puerto de exportación hacia cada continente. El distribuidor en Estados Unidos, Rusia, China o Japón depende del flujo de mercancía desde nuestra región para abastecer sus mercados locales.

Las drogas sintéticas pueden eliminar esa dependencia y maximizar las ganancias por evitarse los costos de traslado. A eso apuntan organizaciones de todos los países y se visualiza una dinámica superior en la consolidación del negocio de drogas sintéticas.

Hoy el éxtasis o la metaanfetamina son sólo denominaciones genéricas para mencionar las drogas sintéticas. En el mundo no se sabe cuántas drogas diferentes están disponibles ni sus efectos. La ONU tiene 400 sustancias a las que todavía no pudo clasificar luego de ser informadas como nuevas capturas en algún país.

La posibilidad de crecimiento de ese mercado es aún mayor si se toma en cuenta que la marihuana ya fue sintetizada y sus fuertes variantes de diseño hacen estragos entre universitarios norteamericanos. Por eso el año pasado se decidió aquí ampliar la lista de sustancias prohibidas -por reclamo de la subsecretaría de narcotráfico- y se incluyó el cannabis sintético entre los compuestos ilegales, al igual que otras 243 sustancias. En ese grupo figuran 49 nuevas drogas sintéticas, como toda la familia de Nbome, conocida en las calles como La Bomba, el GHB, las modificaciones de JWH, que ya tenían fabricación local.

Ante un mercado en expansión y de núcleo débil -sin centros coordinados y con múltiples células independientes- el desafío actual es bajar los niveles del consumo como manera más permanente de afectar a las bandas en actividad y desalentar a aventureros que se piensen protagonistas de una serie de TV.

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