Por Emiliano Galli - LA NACION
Inauguró la autovía 6 (en realidad es una gran obra de bacheo), encabezó la apertura de la terminal de contenedores Tecplata para "llevar la provincia al mundo" (y sólo se operan servicios de cabotaje) y se subió a las gradas de Astilleros Río Santiago para celebrar la plena ocupación hasta 2030 (cuando está parado hace 15 meses).
Daniel Scioli puede ser víctima o culpable de estas distancias entre "el decir y el hacer" peronista, según la vara con la que se lo quiera medir: víctima del desconocimiento de lo que pasa bajo sus ministerios (y culpable también), y culpable por continuar con un relato desconectado de la realidad (y víctima).
No obstante, peor es que sus equipos ignoren sus decisiones: ¿cómo se entiende que un decreto suyo para que se abran cartas de crédito sea ignorado por el Banco Provincia?
El astillero le debe al banco $ 25 millones por la carta de crédito que permitió la compra del acero naval para una serie de remolcadores y graneleros encargados por el armador nacional Abadía del Mar. El banco no abrió más cartas desde entonces (necesarias para alistar los barcos, que sólo se pagan una vez terminados). Esa deuda pone en jaque el prestigio comercial de un armador con sus clientes del exterior, el trabajo de 3000 personas, y la palabra del gobernador, que prometió que no faltarían avales.
Es una deuda económicamente insignificante para un proyecto global de más de US$ 300 millones, que desnuda la falta de cintura política, el desmanejo profesional del astillero, la desidia dirigencial y la negligencia social, y que dice mucho sobre el compromiso frente a un inversor, que hoy está al borde del incumplimiento de contratos, porque el banco no acepta continuar avalando, a pesar de que el presupuesto provincial contempló esos fondos como garantía, y pese al decreto que le ordena abrir nuevas cartas.
"Yo me metí hasta acá. Ahora me están perjudicando a mí y a los trabajadores. El costo fijo es altísimo y hace 15 meses que el astillero está parado", lamentó Ricardo Cazou, presidente del grupo Abbey Sea, del que forma parte la empresa Abadía del Mar, que gestó contratos para construir lo que festejó Scioli hasta 2030: al menos 6 remolcadores, 4 bulk carriers de 20.000 toneladas y otros 4 por 40.000 toneladas. En el banco, la preocupación del cierre de balance es mayor al papelón político de su jefe en ese volcán llamado Río Santiago.
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