Por Pablo Tomino - LA NACION
"Con dos llamados cortamos el subte. Olvidate..." Paro sorpresivo. Otra vez conflicto en el subte, y otra vez en la línea B. Por segunda vez en una semana, esta red que transporta a 300.000 usuarios por día quedó paralizada por el reclamo de empleados de Metrovías que exigen el reconocimiento jurídico del gremio que representan: el Sindicato de Trabajadores del Subte.
La medida fue planificada la noche anterior, y puesta en práctica hoy desde las 5 por Raúl Jerónimo. Este hombre que tiene cercanía con la militancia kirchnerista de Moreno y sale en fotografías con Julián Domínguez, encabezó en junio pasado otro paro sorpresivo en la línea C, también por la misma causa.
El oportunismo de Jerónimo en la antesala de las elecciones presidenciales logró algo que no había conseguido por los carriles habituales: que la subsecretaría de Trabajo porteña atendiera su reclamo. Que los reciba para negociar. Ni más ni menos, espera conseguir que el gremio que encabeza sea reconocido como el tercer sindicato del subte.
La Ciudad rechaza esta posibilidad; lejos está de querer sumar a otro actor en una interna de por sí controvertida, concurrida y agitada. Pero Jerónimo exige; pone condiciones a sabiendas de que el subte, históricamente, se mueve con los hilos de los delegados. Que no tendrá ni sanciones ni reprimendas.
Jerónimo estuvo siete años sin trabajar bajo licencia gremial. Es un ex integrante de la Comisión Directiva de UTA, que fue expulsado por ese sindicato.
En diciembre de 2012 "agredió a un profesional de la concesionaria en la estación Congreso de Tucumán de la Línea D, provocándole lesiones que requirieron sutura en el rostro y atención traumatológica y psicológica. Por estos hechos tramita una causa penal en el Juzgado Correccional número 10 Secretaría 76", según confiaron ayer a LA NACION fuentes de la empresa.
Así, el nuevo hombre fuerte del subte encontró asilo para llevar adelante su plan en la línea B, que lidera el militante de izquierda Claudio Dellecarbonara. Política pura, le llaman.
"Con dos llamados cortamos el subte. Olvidate. Acá mandamos nosotros. Vamos a ver si no te atienden", confió ayer un metrodelegado a este cronista, haciendo alarde del poder que los gremios tienen bajo tierra. Algo de lo que nadie duda.
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