(defensa.com) - Extractado - El ministro de Defensa Nacional de Uruguay, Eleuterio Fernández Huidobro, compareció en la Comisión de Defensa del senado para exponer las necesidades prioritarias para la defensa del país.
En su exposición, destacó la urgente necesidad por parte de la Fuerza Aérea de renovar la flota de aeronaves de combate, cuya vida útil se agotará irremediablemente a inicios de 2018, así como la necesaria dotación en la Armada de Patrulleros Oceánicos (OPV), que textualmente cifró en tres.
Respecto a la prioridad de contar con esto último, destacó que “si hay que entrar por canales peligrosos, en un estuario como lo es el del Río de la Plata –que debe ser de los más transitados del planeta–, con barcos comerciales de alto costo, y no hay –entre comillas– «policía caminera», los bancos mundiales que aseguran esas naves se van a poner duros con sus pólizas. Eso perjudica a nuestros puertos, a nuestra producción y a nuestras exportaciones e importaciones. La soberanía en el mar se asienta si se está; si no se está, se pierde”.
En referencia a la demanda de medios de patrulla oceánica para la Armada, Fernández Huidobro recordó que: “las cuotas de pesca de Uruguay se pierden en el caso del atún si no pescamos, porque las distribuye la FAO en forma anual y se las da a otro país, aun dentro de nuestras aguas. Este es un fenómeno muy sugerente de hacia dónde va el concepto de soberanía en el futuro, porque mañana se podría aplicar el mismo tipo de razonamiento también en otras áreas que no sea la marítima. Este es un comentario personal que me surge por el temor que me provocan esos hechos.
Pensamos que para patrullar y cuidar adecuadamente ese nuevo pedazo del mapa –que haría al Uruguay más grande en el área marítima que en la terrestre, sin contar a la Antártida– necesitamos tres OPV –por su sigla en inglés–, un tipo de buque de patrulla oceánica que es bien conocido entre marinos; no es cualquier clase de buque, ni más grande, ni más chico, ni con otra forma, es un buque muy versátil que puede servir tanto para actividades civiles como militares.
Está armado, si se quiere, puede estarlo más todavía y su tripulación puede estar formada por muy poca gente; tiene un helicóptero abordo y también puede tener lanchas semirrígidas, puede llevar un contingente de operaciones para abordar buques y demás.
A su vez, también tiene que tener espacio sobrante para traer gente enferma o víctima de incendios marítimos –piensen en las plataformas– y, al mismo tiempo, muchos heridos. Quiere decir que con esas características están hechos para esa cantidad de cosas, algunas de ellas nuevas como, por ejemplo, los compromisos que nosotros tenemos firmados contra la piratería. Son embarcaciones que salen a más distancia, tienen autonomía como para estar más tiempo lejos y llevan arriba un helicóptero que tampoco puede ser cualquiera, sino que tiene que ser capaz de cargar bastante gente.
En términos militares, se diría que tiene que ser un helicóptero mediano. ¿Por qué? Porque si mañana hay que rescatar del mar o de una plataforma donde hubo accidentes y hay gente para sacar de apuro, no solo el barco es el que los saca, sino que el helicóptero tiene la ventaja de que llega más rápido, los va sacando y llevando al barco.
Está todo muy bien pensado y diseñado por ingenieros de todo el planeta, porque en todos los países hay y tienen, más o menos, el mismo diseño con pequeñas variantes. Aproximadamente –lo voy a decir abiertamente, porque es público y notorio– valen, como mínimo y sin contar con los helicópteros que van aparte, USD 70.000.000 cada uno. Uruguay necesita tres”.
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