Por Antonio Rossi - LPO
La Aduana paró el transbordo a barcazas bolivianas, causando un sobrecosto portuario de US$ 15.000 diarios.
Foto: DyNPablo Aharonian - El titular de la AFIP, Ricardo Echegaray.
Para los entendidos en materia portuaria, es una muestra más de la deficiente gestión estatal. En cambio, para los que siguen con lupa los entresijos de la administración kirchnerista se trata de otro capítulo de las diferencias internas que existen entre el titular de la AFIP, Ricardo Echegaray y los ministros de Economía, Axel Kicillof y de Interior y Transporte, Florencio Randazzo.
La llegada de la primera tanda de rieles provenientes de China se ha topado con llamativos contratiempos que implican para el Estado un gasto extra de US$ 15.000 por cada día de demora que acumula la partida del barco que trasladó la carga ferroviaria al puerto de Buenos Aires.
El transbordo de los rieles chinos a las barcazas que tienen que llevarlos hasta el puerto chaqueño de Barranqueras se encuentra frenado desde mediados de marzo por una decisión de la Aduana que ahora pilotea Guillermo Michel, un incondicional de Echegaray.
Para parar la descarga y el movimiento de cabotaje, los funcionarios aduaneros esgrimieron que no se había ajustado a las normas vigentes el “waiwer” oficial que otorgó el área de Transporte para autorizar el traslado de los rieles con barcazas de bandera boliviana.
Hasta que no se resuelve esa cuestión con otra dispensa oficial encuadrada en los términos que reclama la Aduana, el barco carguero chino “Lentikia” no podrá bajar la totalidad de la carga de 30.000 toneladas de rieles que tiene en sus bodegas.
Cimbronazo
Con esta medida, el organismo aduanero provocó un doble cimbronazo. Por un lado, le genera un nuevo problema a Kicillof que la semana pasada se hizo cargo del área marítima, portuaria y de vías navegables que antes dependía de Randazzo. Y a éste, por otro lado, le atrasa las obras de renovación de vías que tiene previsto iniciar en el NEA y NOA con los insumos y equipos ferroviarios asiáticos.
Las complicaciones con el primer envío de los rieles adquiridos a China con el crédito de US$ 2.400 millones otorgado para la modernización del ferrocarril Belgrano Cargas comenzaron a principios de marzo con el arribo del Lentikia a la dársena E del puerto de Buenos Aires.
El buque de 180 metros de eslora ingresó a la terminal portuaria el 9 de marzo y la primera traba que tuvo fue por el lado de la Prefectura Naval que demoró casi 10 días el inicio de la descarga.
Inicialmente el organismo que se iba a encargar de todos los trámites vinculados con la entrada al país y el traslado de los rieles en barcazas a la provincia de Chaco era la Administración General de Puertos (AGP) comandada por Sergio Borrelli.
Pero sobre la hora de la llegada del Lentikia, desde las oficinas del ministerio de Transporte decidieron que esas tareas las efectúe la Administración de Infraestructuras Ferroviarias (ADIF) que controla Ariel Franetovich, el ex ministro de Agricultura de Scioli y actual hombre de confianza de Randazzo.
Franetovich contrató a la agencia marítima Maruba --vinculada al polémico titular del SOMU, Omar “Cavallo” Suárez--, la cual a su vez subcontrató a la naviera local Horamar para hacer el traslado en barcazas hasta Barranqueras. Al no contar con equipos con pabellón argentino, Horamar solicitó al director nacional de Transporte Fluvial y Marítimo, Sergio Dorrego, un permiso especial (waiwer) para poder utilizar ocho barcazas con bandera de Bolivia.
Como Dorrego demoraba la firma de esa autorización que reclamaban desde la ADIF, el secretario de Transporte, Alejandro Ramos decidió tomar el expediente y ponerle su firma al “waiwer”.
Cuando todos creían que se habían superado los inconvenientes, entró en escena la Aduana. Con un reglamentarismo extremo, el organismo aduanero frenó la operación con el argumento de que el permiso para las barcazas bolivianas estuvo mal aprobado porque sólo lo puede conceder la dirección fluvial y marítima que hasta ahora sigue en manos de Dorrego.
La descarga de rieles que había arrancado el 20 de marzo se interrumpió una semana después y desde entonces el buque Lentikia permanece anclado en Buenos Aires. Tiene acumulado dos semanas de demora y cada día que transcurre representa para la ADIF un sobrecosto de estadía portuaria de US$ 15.000.
A esa tardanza se sumó otro infortunio que afecta a los rieles chinos. Fueron mal estibados en el puerto de partida y por los desplazamientos registrados durante el viaje, varios tramos llegaron golpeados y averiados.
Pobre país...
Qué desastre! ¿está Argentina en condiciones de permitirse estos lujos?.
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