Lo que definió a Los Zetas desde un principio fue la crueldad con que imponían control y se deshacían de rivales. Su marca registrada era desmembrar a las víctimas. En la década pasada cobraron trágica fama, y respeto de sus oponentes, por dejar cuerpos sin cabezas colgados en los puentes y diseminados en las rutas. Marcaban su territorio sembrando el terror.
Su cúpula estaba integrada por hombres inescrupulosos, entrenados para torturar y asesinar sin miramientos. La agrupación fue creada en 1997 por un selecto grupo de militares desertores. Pertenecían a las Fuerzas Especiales del Ejército Mexicano, como paracaidistas y tropas anfibias. Luego también se les unieron integrantes de “Los Kaibiles” guatemaltecos, soldados de fuerzas especiales que cargaban con denuncias por genocidio en su país. La mayoría había pasado por cursos de instrucción del Ejército estadounidense.
El grupo fue formado por Osiel Cárdenas, el líder del Cartel del Golfo en la década del 90, con el fin de actuar como grupo de choque de la organización. Se trataba de 40 mercenarios –de ahí el apodo de sus líderes– que se encargaban de eliminar oponentes, soplones y proteger el negocio del cartel. Durante su reinado era común la difusión de videos atroces. Las víctimas aparecían atadas, semidesnudas, con una Z marcada en su cuerpo. Luego de confesar su traición, eran degollados.
Pero las ambiciones propias y las divisiones internas del Cartel del Golfo llevó a Los Zetas a buscar mayor protagonismo. En 2010 rompieron con sus antiguos patrones y desataron una guerra feroz por el control de las rutas de tránsito de las drogas hacia Estados Unidos, un suculento mercado.
A fuerza de crímenes macabros obtuvieron su propio territorio en el este mexicano. Aún controlan Nuevo Laredo, en la frontera con EE.UU., Tampico, Monterrey, Veracruz y Cancún. Pero a diferencia de otros carteles, Los Zeta diversificaron sus negocios delictivos. Dominaron los pasos clandestinos para poder dedicarse al tráfico de migrantes a Estados Unidos, intensificaron los secuestros extorsivos y los robos. Inclusive tenían una organización dedicada a la compra de caballos de carrera de pura sangre en EE.UU. para lavar dinero.
En los últimos años, a causa de la ofensiva del gobierno y del avance de otras bandas, se vieron obligados a pactar territorio. Junto a los carteles de Sinaloa, de Juárez, de los Beltrán Leyva y de Jalisco, acordaron dividirse la región. Esto disminuyó parcialmente la violencia.
También la detención o muerte de sus principales líderes fue minando la estructura de Los Zetas. En octubre de 2012 las fuerzas federales mataron a Heriberto Lazcano, un ex militar apodado “El Verdugo”. Dos años después liquidaron a Galdino Mellado, uno de los fundadores. En 2013 fue detenido Miguel Angel Treviño y ahora cayó su hermano Omar. Todo un golpe para la organización.
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