Es un material estratégico para el desarrollo autónomo y la soberanía energética. Será usado en los reactores de potencia, que generan electricidad, y los experimentales. También multiplica las posibilidades de exportación de tecnología nuclear.
La planta tecnológica de Pilcaniyeu que la Comisión Nacional de Energía Atómica opera en Río Negro está en pleno funcionamiento y logró enriquecer levemente algunas decenas de kilos de hexafloruro de uranio (UF6). Este hito del desarrollo nuclear ubica a la Argentina entre los once países del mundo con pleno dominio de esta tecnología. Anticipado por Página/12 el pasado 29 de junio, fue confirmado durante la reunión anual de la Asociación Argentina de Tecnología Nuclear celebrada en el Palacio San Martín de la Cancillería.
El uranio enriquecido es un material estratégico para el desarrollo autónomo y la soberanía energética. El país da un paso fundamental para dejar de depender de terceros para la importación de “uranio levemente enriquecido” para sus reactores de potencia de agua liviana (que generan electricidad) y los experimentales (utilizados para investigación científica y medicina nuclear). Y también multiplica las posibilidades de exportación de tecnología nuclear argentina, ya que además de exportar reactores, el país puede asegurar el flujo de combustible que éstos requieren.
El ingeniero Daniel Brasnarof, gerente de diseños de Pilcaniyeu, detalló a este diario que en la planta ubicada a 60 kilómetros de Bariloche se logró enriquecer uranio al 0,8 por ciento. “Hemos reunido dos generaciones, la de los veteranos reincorporados que traen su experiencia previa y los jóvenes investigadores, entre todos pudieron recuperarse las capacidades”, explica Brasnarof. Hoy trabajan allí 157 profesionales y técnicos.
Hace 30 años, Pilcaniyeu ya había sido noticia mundial. En noviembre de 1983, en el ocaso de la última dictadura cívico-militar, el titular de la CNEA, el almirante Carlos Castro Madero, anunció que junto a la empresa Invap obtuvieron uranio enriquecido en aquellas instalaciones por entonces secretas. Durante los gobiernos de Raúl Alfonsín y Carlos Menem la planta fue paralizada. Tras doce años de abandono, desde 2007, Pilcaniyeu recibió inversiones por cerca de 120 millones de pesos y fue reinaugurada por la presidenta Cristina Kirchner en 2010.
“Enriquecer uranio es en realidad separar las moléculas livianas de las pesadas”, explica Brasnarof. “El proceso utilizado en Pilcaniyeu es un camino que ya había sido hecho. La técnica es la de difusión gaseosa que consiste en hacer pasar una molécula de hexafloruro de uranio por una especie de colador que separa las moléculas pesadas (U238) de la livianas (U235), que es el más adecuado para producir energía”. Al uranio para ser utilizado en reactores de potencia se lo lleva a una concentración isotópica que puede estar entre el 0,85 y 5 por ciento para el U235.
Simultáneamente, en el Centro Atómico Bariloche buscan nuevos caminos para enriquecer uranio. En el marco del proyecto Lasie (Laboratorio Argentino para Separación Isotópica para Enriquecimiento por Láser) en el laboratorio del ingeniero Fabián Bonetto, mediante un método innovador de vaporización metálica asistido por láser (Silvar), se enriqueció también en el orden del 2 al 4 por ciento de uranio 235, pero todavía en pequeñas cantidades, utilizando menos de un gramo de uranio natural.
El físico Alberto Lamagna, responsable del proyecto, señaló que “este experimento forma parte de cuatro métodos distintos de punta que se realizarán a partir de ahora, con el fin de dominar esta tecnología estratégica y analizar cuál es la más apta para llevarla a escala industrial”.
Estos experimentos –tanto el de Pilcaniyeu como el del Centro Atómico Bariloche– están sometidos a un estricto control internacional y fueron informados a los organismos de salvaguardias Abacc y OIEA, por intermedio de la Autoridad Regulatoria Nacional. En un escenario internacional cruzado por fuertes competencias, las potencias poseedoras de esta tecnología buscan mantener su posición dominante y tienden a establecer restricciones en el número de países proveedores de uranio enriquecido.
Al respecto, Gustavo Ainchil, director de Seguridad Internacional, Asuntos Nucleares y Espaciales (Digan) de la Cancillería, advirtió sobre las asimetrías del sistema y señaló que “las restricciones van a ser cada vez más complicadas y sólo van a poder participar los países que tengan la capacidad. Es por ello que resultan fundamentales el mantenimiento del ritmo de crecimiento y los logros que nos va a permitir continuar”.
También Norma Boero, presidenta de la CNEA, destacó que la Argentina “es ejemplo en el desarrollo de esta tecnología para fines pacíficos como la salud pública y la generación de energía”.
“El 2014 es el año de oro del sector nuclear argentino”, consideró Boero, “contar con varios kilos de uranio enriquecido no es un deseo de futuro, es una realidad de hoy, como la puesta en marcha de Atucha II, la extensión de vida de la central de Embalse, la producción de agua pesada, el inicio de la construcción de los reactores Carem y RA10, la red de medicina nuclear, la nueva planta de dióxido de uranio en Formosa y la reactivación del complejo minero de San Rafael en Mendoza”.
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