martes, 7 de enero de 2014

Villa 21-24 de Barracas: el “freezer” de los autos robados en el conurbano


Por Leonardo De Corso - Diario Clarín


En la zona aparece al menos un vehículo robado cada día. Las bandas los dejan allí unas horas para ver si tienen rastreador y luego disponen de ellos. Radiografía de un lugar que también es récord en homicidios.

Zona complicada. Los ladrones “levantan” los coches en la Provincia y los llevan a los alrededores de la villa. En 2013 se recuperaron al menos 360 vehículos en estas calles./EMMANUEL FERNANDEZ

Los roban a mano armada, en general en el conurbano bonaerense. Eligen camionetas 4x4, autos, motos y hasta camiones con acoplado. Algunos asaltantes los usan para ir a robar y otros sólo para salir a divertirse. Finalmente los cruzan a Capital Federal y los dejan “enfriar” en los alrededores de la villa 21-24 de Barracas donde durante 2013 fueron recuperados más de 360 vehículos robados, a un ritmo de casi uno por día.

“Al haber tantos controles vehiculares en la zona a los ladrones se les hizo muy riesgoso entrar al barrio con un vehículo robado. Entonces los delincuentes buscaron una solución simple: los empezaron a dejar en los alrededores”, aseguró un jefe policial a Clarín.

Adentro de la villa 21-24 (que abarca 65 manzanas, entre Barracas, Parque Patricios y Pompeya) hay cuatro fuerzas de seguridad trabajando: Gendarmería Nacional, Prefectura Naval, Policía Federal y Policía Metropolitana.

La mayoría de los vehículos robados son encontrados los fines de semana. Los ladrones los dejan estacionados y cerrados con llave a menos de 500 metros de la villa. Como son de la zona, luego se van a su casa.

“Los vehículos los encontramos por los rastreadores satelitales, por el llamado de algún vecino o porque aparecen autos caros a metros de la villa y la Policía se da cuenta de que son robados. Los asaltantes lo dejan ‘enfriar’ en la zona y, si nadie los va a buscar, después vuelven y se lo llevan para desarmarlos o para usarlos para robar”, explicó a Clarín una alta fuente que trabaja en la zona.

En la villa 21-24 (la zona caliente abarca también la villa Zavaleta) viven unas 50.000 personas. Con el pasar de los años se fue convirtiendo en un territorio cada vez más violento, donde se produce la quinta parte de todos los homicidios dolosos que hay en la ciudad.

Clarín entró al barrio por la esquina de avenida Iriarte y Zavaleta. Los pasillos son largos y angostos. Las casas tienen al menos dos pisos y la luz del sol no llega al piso. Hay muchos comercios, sobre todo los que venden celulares.

En el interior del barrio es muy difícil ubicarse porque los caminos se bifurcan, como en un laberinto. Hay muchos coches viejos abandonados. Pero también algunos nuevos que no se condicen con la realidad de la zona. En uno de los pasillos Clarín vio una camioneta Hyundai Santa Fe modelo 2010, que cuesta unos 300.000 pesos.

“Es común ver dentro del barrio vehículos de alta gama. Nosotros les pedimos los documentos del vehículo y siempre están en regla”, contó un prefecto que caminaba por los pasillos.

Durante 2012 se registraron 158 homicidios en Capital Federal, de los cuales, según contaron altas fuentes policiales a Clarín, 32 ocurrieron dentro de la villa 21-24. A noviembre de 2013 ya se habían denunciado 29.

A pesar de las cuatro fuerzas de seguridad que hay en la villa 21-24, el promedio de asesinatos de los últimos dos años en el barrio sigue siendo de al menos dos homicidios por mes. Según el último informe de la Corte de Justicia de la Nación, no hay otro lugar en Capital Federal que agrupe tantos crímenes. En 2012, por ejemplo, Barracas fue el barrio con más homicidios –20–, pero 19 de ellos fueron dentro de la porción de la villa comprendida en los límites de este distrito.

Fuentes judiciales subrayan que la principal causa de violencia en la zona es el narcotráfico. “Tenemos muertos en peleas entre bandas pero también matan gente inocente que pasa por el lugar, o que está en su casa y es víctima de una bala perdida, como ocurrió con Kevin”, explicó una fuente judicial, en relación a un nene de 9 años asesinado el año pasado .

El domingo es el día con más asesinatos entre vecinos. “Muchas veces empiezan a discutir porque uno pone la música fuerte o por problemas de mujeres. Las peleas terminan a puñaladas”, explicaron fuentes policiales de la zona.

Gendarmería tiene cuatro puestos fijos y hace controles en las avenidas.
Clarín no la vio adentro de la villa. “Acá la gente no nos quiere. En las recorridas los vecinos nos tiran piedras, nos putean. Los fines de semana es peor porque se emborrachan y se ponen más agresivos”, contó un gendarme misionero, que en un tiroteo terminó herido en un brazo.

La cantidad de expedientes judiciales que se inician por lo que pasa en la zona también es impactante. Según datos a los que accedió Clarín, durante todo 2012 en la comisaría 32° (que tiene jurisdicción en la villa) se abrieron más de 6.000 sumarios (por robos, hurtos, lesiones, amenazas y otros delitos), a un ritmo de más de 16 por día. En los primeros 11 meses de 2013 ya se habían labrado al menos 5.800.

Una fuente judicial consultada aseguró que es muy difícil saber si los delitos bajan en la villa porque el porcentaje de hechos que se denuncia es bajo y parcial. “Si un vecino le dice a la Policía donde hay un kiosco (de venta de droga), por ejemplo, en venganza los narcos le tirotean la casa ”, contó un vecino.
“En el barrio hay varias bandas de ladrones. Pero son informales. Se juntan para cometer un delito. Por escuchas telefónicas descubrimos que cuando se pelean entre ellos un ladrón pasa de una banda a otra. Esta villa exporta mucha violencia. Los muertos de la villa no les interesan a los políticos, pero capaz que gente de acá mató a 50 personas afuera del barrio en un año. Aunque sea por ese motivo tendrían que hacer algo”, dijo con ironía un funcionario judicial.

Para los automovilistas es inseguro detenerse en cualquier calle lateral al barrio. Entre los testimonios que recogió Clarín, un remisero contó que fue asaltado en la esquina de Iriarte y Alcorta a las 8 de la mañana. “Se cruzó un chiquito y me puso un revolver en la axila. Le di el reloj y me pude ir porque cambió el semáforo y arrancaron los coches que tenía adelante”, explicó.

Policías de la Federal que hacen recorridas por el interior del barrio dijeron que es habitual ver jóvenes con armas. “Si podemos agarrarlos sin llamar la atención los detenemos. Pero tenemos que andar con cuidado porque a veces aparecen vecinos que los defienden. Si hay un enfrentamiento a tiros y termina alguno baleado, después nos prenden fuego la comisaría”, explicó un agente, resignado.

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