miércoles, 15 de enero de 2014

Historia de amor, odio y traición: la cooperación militar de Moscú y Pekín



Por Armando Pérez, RIA Novosti

La cooperación militar de Rusia y China que prosperó tras la desintegración de la Unión Soviética y tanto atemorizó al mundo, atraviesa hoy uno de sus peores momentos a causa del pirateo de tecnologías que ha convertido al antiguo cliente en competidor.

La estrategia combinada que promueve Pekín los últimos diez años de clonar todo lo que caiga en mano, potenciar a cualquier precio la industria nacional y  crear una industrial militar autosuficiente, se ha convertido en un obstáculo que impide la cooperación militar chino-rusa. Tras los suministros de material ruso fueron apareciendo primero burdas copias chinas que luego condujeron a la aparición de modelos chinos similares que ya compiten con el armamento ruso en el mercado mundial.

Parece lógica, por tanto, la pérdida de interés en Moscú por vender a China sus armamentos más modernos.

Cooperación militar con trasfondo ideológico

La cooperación militar de China y Rusia tuvo un inicio ideológico en los albores de la Guerra Fría. Entonces, Stalin decretó generosamente la entrega totalmente gratuita de grandes lotes de armamento y material militar a la China de Mao.

A consecuencia de aquel generoso regalo del aliado ideológico y con la ayuda de ingenieros soviéticos China colocó los cimientos de su industria militar y comenzó a producir los aviones soviéticos MiG-17, MiG-19 y MiG-21, los Il-14, Tu-4, Tu-16; submarinos de la clase Romeo; carros de combate T-54, diversos tipos de transporte blindados y una amplia variedad de armas de infantería y piezas de artillería.

Pero las buenas relaciones entre ambos países comenzaron a deteriorarse a raíz de los cambios en el movimiento comunista mundial y ya en los años 60, Rusia y China se transformaron en rivales irreconciliables, al punto que cualquier pretexto podía desatar un conflicto bélico a cualquier momento, como al final ocurriría en la isla de Damanski. La ruptura tuvo efectos negativos para Pekín. El Ejército Popular de Liberación de China quedó sin el suministro de armamento soviético moderno y su industria bélica sin fuentes tecnológicas alternativas para continuar su desarrollo. Como resultado, en la década de los años 70 y 80 la industria militar china se ve sumida en un periodo de estancamiento y no consigue avance alguno a pesar de todos los esfuerzos. El armamento y la tecnología militar que China consiguió comprar en aquellos años a Francia, Italia y EEUU fue insignificante. También esos suministros quedaron interrumpidos más tarde, tras la violenta represión de las manifestaciones estudiantiles en la plaza de Tiananmen en 1989.

Como resultado, el ejército de China, pese a la enorme cantidad de tropas y armamento, fue acumulando problemas de carácter técnico y perdiendo el balance de fuerzas con los países vecinos. Así, en 1979 Pekín no pudo hacer nada en la guerra contra Vietnam, que demostró tener una Fuerza Aérea más potente que  la china. Aquel revés también obligó a Pekín a ser más cauteloso con otro vecino, la India, para entonces armada con cazas soviéticos, franceses y británicos. Tampoco tuvo provecho alguno para China la confrontación con Taiwán, sobre todo por el riesgo que en el conflicto interviniera EEUU y sus aliados Japón y Corea del Sur. De este modo, mientras sus vecinos ya disponían del armamento más moderno del mundo, China seguía apostando por sus cazas de primera y segunda generación, los F-6 y F-7 copiados de los soviéticos MiG-19 y MiG-21.

Desaparece la URSS, vuelven las armas rusas

La disolución de la URSS y el fin de la rivalidad ideológica con Moscú fue una gran oportunidad para China.

En sus primeros pasos de economía de mercado, la nueva Rusia expresó su disposición de vender a Pekín importantes lotes de armamento. Para Moscú la exportación de armas había perdido todo carácter ideológico y obedecía meramente a razones comerciales. Pekín empezó a comprar febrilmente armas a Rusia.

En 1992 China encargó 78 aviones Su-27, contrato que puso en marcha la industria militar china y aumentó la capacidad combativa de sus Fuerzas Aéreas. 

En realidad, gracias a la adquisición de cazas de la familia Flanker (denominación de los Su en la OTAN), la generación de cazas Su-27 y los modelos posteriores, permitieron a China dar un salto y superar el atraso acumulado durante muchos años. China también compró doce submarinos de la clase Kilo, los sistemas de defensa antiaérea S-300 (China fue el primer comprador de este armamento), radares, 26 helicópteros Ka-27 y Ka-28, 25 aviones de transporte Il-76 y aviones cisterna Il-78, once aviones de pasajeros Tu-154 y 338 helicópteros Mi-8 y Mi-17, así como gran cantidad de municiones de aviación, convirtiéndose en el primer importador de armamento ruso. Luego, tras la firma de un contrato para la compra de 100 aparatos Su-30, China se convirtió en el primer comprador de estos aviones e incluso recibió estos cazas cuando la Fuerza Aérea rusa aún no contaba con la cantidad necesaria y le faltaban aviones de este tipo.

Sin embargo, el aspecto más importante de la cooperación militar de China y Rusia fue la realización de proyectos conjuntos para la producción de armas en plantas chinas. Así comenzó la fabricación de cazas Su-27 bajo el nombre de Shenyang J-11 y en una cantidad de 200 unidades, con propulsores y piezas de repuesto de fabricación rusa. También se puso en marcha el proyecto para la creación de los aviones KJ-2000 con equipos de radar y guiado (AWACS) en base a los aviones rusos Il-76. Las fabricas rusas también comenzaron el suministro de propulsores para los aviones chinos de adiestramiento JL-8 Hongdu. 

Más de 190 aparatos de este tipo ya se han incorporado a la fuerza aérea china y no se descarta el encargo de al menos otros 400 más. Además, China compró licencia de fabricación y piezas para fabricar motores para más de 270 cazabombarderos Chengdu J-10 y firmó contrato para el suministro de motores para más de 100 aviones FC-1 y, en perspectiva, para otros 250 aviones del mismo tipo que se suministrarían a Pakistán. Los Chengdu FC-1 (denominación paquistaní JF-17 Thunder) son aviones de asalto y ataque con motores rusos fabricados en China por encargo de Pakistán.

Los expertos destacan que la industria militar china logró entrar en el mercado mundial de aviones de combate gracias a las tecnologías rusas.

Continuará

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