Por Antonio Rossi - Diario Clarín
Con Jaime se malgastaron recursos, se incumplieron proyectos faraónicos y se deterioró la infraestructura.
Concentró todas las decisiones de sus dependencias, monopolizó las relaciones con empresarios y sindicalistas e interpretó de manera discrecional los marcos legales que debía respetar a la hora tomar decisiones y desembolsar los pagos de subsidios y obras.
Más allá de las causas que acumuló en la Justicia, sus trajes negros brillantes y sus infaltables anillos y pulseras de oro, Jaime dejó su impronta en casi todas las áreas y negocios que pasaron por sus manos, con consecuencias negativas que todavía perdurán.
–Subsidios tarifarios: Surgidos en 2002 para morigerar los efectos de la crisis económica, los subsidios a las empresas de colectivos, subtes y trenes crecieron exponencialmente con llegada de Jaime. De un promedio mensual de $ 40 millones que desembolsó durante 2003, saltó a casi $ 600 millones mensuales en el último tramo de su gestión en 2009. Esa estructura de pagos–que ha despertado numerosas sospechas de corrupción– se mantiene y sigue creciendo.
En 2012, treparon a un promedio de $ 1.800 millones mensuales. Y en lo que va de 2013, los subsidios solo para colectivos y trenes ya promedian los $ 2,1 millones mensuales.
–Proyectos faraónicos: Salvo la obra del pedraplén de la laguna La Picasa, todos los grandes proyectos ferroviarios que anunció quedaron en la nebulosa. El más emblemático fue el promocionado “tren bala” que iba a unir Retiro con Rosario y Córdoba. También quedaron en el camino el tren de alta velocidad a Mar del Plata y el servicio rápido a Mendoza. El soterramiento de la línea Sarmiento adjudicado en 2007 sigue sin ponerse en marcha. Y las prometidas electrificaciones de las líneas Roca, Belgrano Sur y San Martín también fueron archivadas. Tampoco se realizaron las obras mínimas de mantenimiento y seguridad en vía y señalamiento que hubieran permitido evitar las tragedias de Once y Castelar.
–Trenes usados y convenios con China: En 2005, adquirió en forma directa 263 locomotoras y coches usados a España y Portugal por los cuales pagó casi US$ 400 millones. Los equipos iban a ser reparados en talleres locales, pero nunca se adjudicaron los arreglos. Sólo se pudo utilizar el 47% de los vehículos. El 53 % restante de las formaciones sigue abandonada al aire libre, cada vez más vandalizadas y oxidadas.
Con China, llegó a firmar seis compras directa de trenes y subtes. Transcurridos más de 7 años, sólo se cumplieron parcialmente los acuerdos de provisión de coches para el subte A, la línea San Martín y los trenes de larga distancia.
–Aviones privados y estatales: En el sector aerocomercial, se registraron varios desaguisados. Para salvar a la privada Southern Winds (SW), impuso una asociación con la estatal LAFSA que se hizo cargo de los sueldos y el combustible. La iniciativa fracasó a los pocos meses y el Gobierno tuvo que abrirle las puertas a LAN para que absorba al al personal que quedaba en la calle. En 2007 entró en cortocircuito con los dueños privados de Aerolíneas Argentinas y un año después encabezó la expropiación de la empresa al grupo Marsans. En el primer año de la conducción estatal de Mariano Recalde, Aerolíneas requirió un subsidio de $ 1.200 millones. Tres años después, los subsidios treparon a casi $ 4.200 millones.
–Puertos y SUBE: Las inversiones prometidas en 2003 para modernizar los puertos y las dragas del Estado nunca aparecieron. La draga 332-C está paralizada desde 2001 y la 261-C, desde 2005 por la falta de repuestos.
En el caso de la tarjeta SUBE, fue el responsable de su lanzamiento en febrero de 2009. En ese momento, la presidenta Cristina Kirchner había anunciado que iba a estar operativa en 90 días. Pero, Jaime se fue sin ponerla en marcha y aún hoy el sistema no funciona a pleno tal como fue diseñado.
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