lunes, 8 de julio de 2013

Nuevo atropello presidencial



Editorial II del diario La Nación
La decisión de trasladar el Monumento a Colón a Mar del Plata no sólo arriesga la integridad de la estatua, sino que tergiversa la historia misma.Aunque la presidenta Cristina Fernández de Kirchner haya asegurado que el reemplazo del Monumento a Colón por el de Juana Azurduy "no es una decisión caprichosa", lo cierto es que ciertas iniciativas tomadas en soledad, y avaladas por una apresurada puesta en marcha por parte de funcionarios complacientes, pueden transformarse en asuntos muy graves para la vida de la república.

Es lo que está ocurriendo con el anunciado traslado del monumento. Hubo disposiciones de la Justicia que fueron ignoradas: un fallo de la jueza María Alejandra Biotti, del 12 de junio pasado, obligaba al Ejecutivo Nacional a "abstenerse de concretar cualquier acto que implique el traslado del monumento, sin perjuicio de las medidas que se tomaran para su conservación y preservación", y por un plazo de tres meses a partir de la sentencia. Pero el martes pasado otro fallo, del juez en lo contencioso administrativo Enrique Lavié Pico, autorizó a la Nación a llevar adelante las obras de desmontaje de la estatua de Colón, situada detrás de la Casa Rosada, obligándola empero a hacer llegar al gobierno porteño un informe sobre el plan de restauración.

Sin embargo, en el tiempo transcurrido entre ambos fallos, ya se había producido parte importante del desmontaje, con la estatua de Colón tendida sobre una tarima próxima a la obra. En ningún momento se notificó del trámite a ninguna autoridad del gobierno porteño, e incluso los efectivos de la Policía Federal y Gendarmería, que custodiaban la entrada a la Plaza Colón, impidieron el ingreso del personal del Ministerio de Ambiente y Espacio Porteño. Se había avanzado, además, en abierta ignorancia de las medidas cautelares presentadas por las ONG Basta de Demoler y Salvemos las Estatuas, aunque éstas fueron desestimadas también por el juez Lavié Pico. Por su parte, la municipalidad de Mar del Plata ya inició las obras para recibir el Monumento a Colón porteño, o lo que quede de él, ya que los expertos han advertido en innumerables ocasiones sobre el peligro de su traslado y el efecto del salitre marino sobre el mármol.

Que Juana Azurduy, combatiente por la independencia, ejemplo de valor y austeridad hasta su fallecimiento, debe ser honrada es una justa decisión. Pero para ello no se debe mancillar la memoria de Cristóbal Colón, autor de una de las más arriesgadas, valientes y grandiosas empresas de la humanidad: esto no sólo afrenta a las comunidades italianas y españolas, sino también a toda la Argentina, inserta en una América que no sería latina si no hubiera existido Colón.

La Presidenta, tan afín al relato indigenista, deja de lado, sin embargo, las penurias que sufren en la actualidad las comunidades aborígenes de la nación toba, y rechaza el fenómeno único de la hispanidad resultante de esa fusión de culturas y de sangre que se sucedió en América a partir de 1492. El desconocimiento de nuestro pasado no sería de censurar, si no fuera que, por un ideologismo vacío de contenido, se pretende dañar no sólo la magnífica escultura realizada por el afamado artista florentino Arnaldo Zochi, sino nuestras propias raíces y a la historia misma.

Hay un punto en el que el gobernante debe detenerse, y es aquél en el que sus gustos personales lesionan las leyes nacionales y la Constitución porteña. Es de desear que todo este ingrato episodio termine pronto, con el respeto por las decisiones de la Justicia y por el que se debe a toda la comunidad porteña.

Alguien podría explicarles que los faraones estaban en Egipto, por favor...

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Los comentarios mal redactados y/o con empleo de palabras que denoten insultos y que no tienen relación con el tema no serán publicados.