Por Ana Mellado - abc_es / culham (Inglaterra)
ABC entra en el JET, el mayor reactor del mundo, que lleva 30 años trabajando en una energía inagotable, segura y limpia
En plena campiña inglesa, al sur de Oxford, una antigua base área militar de 800.000 metros cuadrados alberga uno de los proyectos científicos más ambiciosos y de mayor colaboración internacional de la historia. Flanqueado por imponentes muros y estrictas medidas de seguridad, el centro británico para la fusión de Culham encierra la gran promesa de futuro para la humanidad de desarrollar una fuente de energía inagotable, segura y limpia a partir de hidrógeno.
El planteamiento suena demasiado idílico, pero su
desarrollo no está exento de un complejo, extenuante y costoso proceso
de investigación. El objetivo de este centro, en el que trabajan más de
350 europeos, radica en demostrar la viabilidad de la fusión nuclear, un
tipo de energía similar al que se produce en las estrellas, como el
sol, que a partir de un gramo de materia es capaz de producir lo que
ahora suponen ocho toneladas de petróleo.
La esperanza de «crear un sol en la Tierra» reside en el
JET (Joint European Torus), el reactor más grande del mundo para la
fusión por confinamiento magnético, un proyecto de 40 millones de libras
anuales, financiado por la Comisión Europea.
«Hace levitar la materia»
«Este horno circular, de 18 metros de altura, construido a
base de pequeños azulejos de berilio y tungsteno, es el auténtico motor
de las investigaciones del centro de Culham. En su interior, la
temperatura alcanza los 200 millones de grados centígrados,
una cifra inmanejable que los físicos tratan de contener con campos
magnéticos que hacen levitar la materia que está muy caliente y aislarla
del exterior», explica el director de JET, Francesco Romanelli, con un
acento italiano inconfundible, durante una visita guiada con motivo del
30 aniversario de su puesta en funcionamiento.
La energía se genera a través de la colisión de
potentísimos átomos, el proceso inverso a la fisión donde las partículas
se separan. Pero quizá lo más significativo es que esos átomos se
extraen del agua ordinaria y el litio, un metal común que se encuentra
fácilmente. Por lo tanto, sería capaz de proveer energía al mundo no
sólo durante miles, sino millones de años.
A pesar de que su viabilidad científica ha quedado avalada,
desde que se inauguró JET en 1983, el proyecto ha atravesado numerosos
altibajos debido a la escalada de su coste y la falta de compromiso de
algunos gobiernos. «El desarrollo de las investigaciones ha estado desde
siempre supeditado al precio del petróleo y la demanda de energía en
cada momento. Además de conocimiento, hace falta dinero. Si no inviertes dinero no puedes progresar», expone Romanelli.
Esta máquina, que estuvo parada recientemente durante 22
meses para ejecutar labores de mejora y mantenimiento, es además la
única capaz de manejar la mezcla de combustible de deuterio y tritio que
emplearán las centrales de energía de fusión comerciales y que
previamente se pondrán a prueba en ITER (International Thermonuclear
Experimental Reactor). «Actualmente se está construyendo en Cadarache
(Francia) un reactor nuclear experimental que multiplicará por diez la energía que se le suministra
y que previsiblemente estará listo para 2020», explica Ana Manzanares,
doctora en Física e investigadora española del centro de Culham.
El ITER no permitirá encender ni una bombilla y no será
rentable como negocio, pero arrojará la información necesaria para
construir el primer reactor comercial, DEMO, que está previsto para
2035. Los científicos esperan que quince años más tarde, en 2050, las
personas aprieten el interruptor en casa y la luz
provenga de las primeras centrales eléctricas de fusión nuclear que alimenten la red nacional.
provenga de las primeras centrales eléctricas de fusión nuclear que alimenten la red nacional.
La «energía perfecta»
La energía de fusión, además de presentarse como una fuente prácticamente inagotable en el tiempo, no genera residuos y es segura. En palabras del entusiasta científico Steve Cowley, director del programa de fusión británico, se trata de «una energía perfecta». «A diferencia de los combustibles fósiles, no contamina, no provoca problemas medioambientales y, al contrario que la fisión, tampoco es radiactiva, ni genera residuos de larga duración», comenta a ABC. Al no utilizar uranio, un accidente de las dimensiones de Fukushima sería impensable. «Si todo falla, esa altísima temperatura de 200 millones de grados, se enfría y la reacción se apaga. Es imposible que salga de control. Solo trabajamos con un gramo de materia», continúa.
Si los experimentos en Francia demuestran que es posible la
construcción de reactores de fusión comercialmente viables, entonces
podría convertirse en el experimento que inyectó energía al mundo, en un
momento en el que la demanda energética se ha triplicado y se espera
que aumente un 60% más antes de 2030.
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