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jueves, 27 de junio de 2013
Los narcos aprovecharon el desinterés político
Por Daniel Gallo - LA NACION
El narcotráfico quedó durante años fuera de la agenda pública. No entregaba votos y su combate no era primera exigencia de la gente. Hubo confortables discursos sobre la Argentina como un simple país de tránsito y se hicieron múltiples debates sobre el aspecto recreativo de las narcóticos, llamándolas drogas sociales. Al empezar los tiros, la sociedad y los políticos se dieron cuenta del tiempo perdido.
En Rosario se realizó anteayer la primera marcha multipartidaria para poner el grito en el cielo por las muertes causadas por el narcotráfico. En esa ciudad, nudo de transportes, ya se formó una escuelita de sicarios. El supuesto país de tránsito mira ahora el problema real que genera el tráfico de drogas. Con muchos años desaprovechados que dieron ventaja a los narcos. Llegaron de afuera, armaron la red y ya tienen sólidas conexiones locales.
En 2002, un jefe de la Gendarmería miraba desde su despacho el crecimiento de la villa 31. Entonces dio su punto de vista: "Si no se ocupan los políticos de este tema, con la pobreza llegarán los narcos y se irá todo de las manos. Hay que mirar a México y Brasil, lo que ocurre en esos países siempre se refleja cinco o diez años después acá".
Ese oficial siguió mirando durante años esa ventana, aconsejó a políticos, pero el camino era cada vez más cuesta arriba. Los informes sobre circulación de drogas le demostraban cada año que su primer pensamiento era el correcto.
En 2005, desde la Sedronar se presentó un plan integral contra el narcotráfico. Néstor Kirchner lo tuvo en su escritorio. No dio respuesta, no estaba entre sus prioridades. Y esa oficina antidrogas quedó desgarrada en tironeos políticos.
La falta de interés oficial por la lucha real contra las drogas quedaba expuesta cada año en la reunión de la ONU, en Viena. La Argentina armaba una representación extraña a ojos extranjeros, ya que llevaba dos jefes de misión oficiales. Por un lado el enviado de la Sedronar y por otro el representante de la Jefatura de Gabinete. Y ambos con posiciones opuestas. A la argentina, como si todo fuese una interna política.
En medio de esas presiones de un ala y otra del Gobierno, la política contra las drogas quedó anulada. Y dispersa. No se llevó adelante el planteo de ofensiva contra el narcotráfico ni se consolidó la línea de reducción de daños. Los narcos ocuparon los espacios: ganaron la calle y los barrios.
De eso saben las organizaciones piqueteras, como la Corriente Clasista y Combativa, que organiza actividades en sus asentamientos para evitar la consolidación del poder narco. El Estado reaccionó tarde.
Hace dos años se decidió tomar posiciones con gendarmes y prefectos en algunas villas porteñas por el avance narco. Pero el discurso político desactivó una buena opción táctica. Y aún no hay un plan general, ni siquiera en estudio..
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