miércoles, 12 de junio de 2013

Caballito también tiene su proyecto de transformación (II)

Por Berto González Montaner *- Diario Clarin Como en Palermo y Liniers, terrenos del tren en desuso se integrarían al barrio con túneles. Además, mucho verde y edificios bajos.
 
Qué pasará con los baldíos adyacentes a la cancha de Ferrocarril Oeste. Esas tierras que pertenecían a las playas de maniobra del ferrocarril Sarmiento que hoy están casi abandonadas. Terrenos donde naufragan solitarios una serie de galpones ladrilleros a la espera de alguna buena idea que los rescate.

Algo del futuro de esas tierras empezó a vislumbrarse hace unos pocos días cuando se conoció el resultado del concurso para desarrollar un Plan Maestro para esta área postergada del barrio Caballito. Este certamen cierra una serie de concursos promovidos por el Gobierno nacional con el objetivo de reurbanizar 43 manzanas que han perdido sus usos originales pero que han quedado enclavadas en puntos neurálgicos de la Ciudad.

Como comenté en columnas de esta misma sección, la propuesta para el “Nuevo Liniers” es recuperar los galpones ladrilleros. Sus autores, los estudios Aisenson y Varas, colocan allí un polideportivo, centros de atención social y de emprendimientos comunitarios y un museo ferroviario, entre otros equipamientos.

También crean un tejido residencial bajo del tipo ciudad jardín, con mucha proporción de verde. Y dos grupos de edificios más altos de unos 12 pisos que enmarcan el conjunto patrimonial. Para las playas del San Martín en Palermo, en los terrenos que quedaron entre medio de Palermo Soho y Palermo Hollywood, el equipo Boscoboinik-Iribarne crea un gran parque cuyo carácter dependerá del destino que se le dé a las vías que lo atraviesan. Si se mantienen como están será un parque vecinal. Si se las eleva, el parque llegará a la avenida Juan B. Justo y seguramente pasará a integrar la red de parques metropolitanos.

Con los terrenos de Caballito, me une una relación más estrecha. Viví en ese barrio. Toda mi familia es de Ferro. De chico, me llevaban a la cancha. Y de más grande, íbamos en patota a ver los partidos de Los Pumas. Mis padres se enamoraron en los bailes de Ferro. Mi abuelo Julio se murió de un infarto en esa misma cancha y mis otros abuelos, Mingo y Mafalda, también fanáticos de Oeste, vivían en un departamento en la calle Rojas, a dos cuadras de Primera Junta y a pasos de la vía. Desde ese quinto piso, donde mi abuela hacía unos exquisitos ravioles, se ve todo el descampado que va desde la Estación Caballito, la cancha de Ferro y más allá, el lugar que la ANSeS intenta reurbanizar.

En pocas líneas los ganadores del concurso, los arquitectos Edgardo Barone y Gabriela Lucchini, proponen integrar el terreno al barrio abriendo sapitos y dándole continuidad norte-sur a varias de las calles transversales (Nicasio Oroño, Fragata Sarmiento, Martín de Gainza, García Lorca y Rojas). Además, entre Yerbal y las vías del ferrocarril proponen una suerte de manzanas con alturas que varían entre planta baja y 5 y 8 pisos que completan la forma del paisaje urbano existente.

Más allá de las vías, traza por donde a futuro pasará el Corredor Verde del Oeste, plantean una tira de edificios y luego un gran parque con una zona de pradera y otra boscosa que rodea y amortigua los efectos de un nuevo polideportivo y el nuevo centro comercial y el Estadio de Ferro sobre la avenida Avellaneda. A su vez, reciclarán los galpones ladrilleros existentes convirtiéndolos en una escuela, biblioteca y un mercado de artesanías y producciones locales.

Los tres concursos tienen en común que son terrenos vacantes que están sobre la traza de vías ferroviarias. Para los tres se ha exigido un 65% de espacio público que los trabajos premiados han resuelto en gran parte con parques. Pero seguramente habrá resultado difícil qué hacer con estos espacios verdes –qué carácter darles, si diseñarlos para una escala barrial, metropolitana o mixta– cuando aún no está definido qué va a pasar con las barreras urbanísticas que generan las vías que los atraviesan.

Nuevo Liniers y Nuevo Caballito tienen en vista el postergado soterramiento del Sarmiento. Pero nada se sabe de la definición proyectual urbano-paisajística del llamado Corredor Verde del Oeste que se construiría en su superficie, sobre el “techo” del ferrocarril. Y que debería enhebrar con un parque lineal esta sucesión de espacios verdes particulares. Para entender mejor el problema, es como si se hubiese construido la Plaza de los Dos Congresos sin antes saber cómo sería el eje monumental de la Avenida de Mayo.

En la Isla Demarchi, continuación natural de Puerto Madero, sucede algo similar. Se está por definir lo que llaman el Polo Audiovisual, donde podrán construir hasta unos 500.000 metros cuadrados en residencias, oficinas, comercios y otros usos además del citado polo audiovisual, sin antes definir una planificación general para toda esa área.
* Editor General ARQ

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