domingo, 3 de febrero de 2013

El embrollo económico cristinista


Por Néstor O. Scibona para LA NACION - Mail: nestorscibona@gmail.com

Que la presidenta Cristina Kirchner tenga asegurados aplausos y ovaciones de funcionarios, militantes e invitados cada vez que habla por la cadena de radio y TV, no significa que todo lo que dice esté exento de inconsistencias o contradicciones; ni lo que no dice sea atribuible a ocasionales olvidos. Este contraste es especialmente notorio cuando se refiere a la economía e ignora la inflación de dos dígitos anuales que desde hace siete años padece la Argentina.

La mezcla de omisiones, resultados distorsionados, errores de diagnóstico y comparaciones arbitrarias recibidas con euforia en la Casa Rosada, configura así todo un embrollo que muchas veces recuerda la sobreactuación de las risas grabadas en los programas cómicos de televisión.

Algunos tramos del último mensaje presidencial por cadena nacional, cuando anunció los ajustes en los pisos del impuesto a las ganancias y las jubilaciones, constituyeron un muestrario de esta realidad. Y contribuyen a explicar por qué muchas de las decisiones económicas de CFK en su segundo mandato generan la desconfianza que ya catapultó el dólar blue a cotizaciones cercanas a los 8 pesos.

- Crecimiento, estancamiento y empleo: La Presidenta admitió sin inmutarse que el crecimiento del PBI oficial cayó de 8,9% en 2011 a sólo 1,8/1,9% en 2012. Pero únicamente rescató que la tasa de desempleo se mantuvo baja (6,9% en el último trimestre) "en la peor crisis (internacional) que se recuerda". En realidad, la economía mundial creció el año pasado tanto (o tan poco) como en 2011, pero no estuvo en recesión como en 2009. Y la mayoría de los países latinoamericanos -excepto Brasil- creció más que la Argentina. CFK no aludió, en cambio, al derrumbe de la construcción (-3,2%) que había sido uno de los motores del crecimiento previo y que, al igual que la parálisis del mercado inmobiliario, debe atribuirse al cepo cambiario. Claramente esto no tuvo que ver con la crisis de Grecia ni de España. Ni tampoco figuraron en el discurso las trabas a las importaciones que contrajeron la producción industrial, ni el retroceso de la inversión. Aunque el desempleo subió 0,2% con respecto al mismo trimestre de 2011 (6,7%), la Presidenta prefirió mostrar una baja de 0,7% al compararlo con un período no homogéneo como el tercer trimestre de 2012 (7,6%) y atribuirla a la acción estatal. Este último argumento sólo es sostenible si se considera que sólo el sector público (especialmente provincial) volvió a aumentar la creación de empleos, frente al estancamiento promedio del sector privado.

- Inflación: curiosamente, CFK volvió a mencionar la palabra tabú, pero de manera puntual (como lo había hecho días antes con los precios de la costa atlántica) y esta vez para referirla a los aumentos de impuestos provinciales y municipales y la tarifa de subtes. En este endoso de responsabilidades, no habló de la brecha entre la inflación oficial y paralela (11% según el Indec y 26% según estimaciones privadas), ni que la emisión monetaria del Banco Central para financiar el bache fiscal creció casi 40% en 2012. Y volvió a enumerar una serie de porcentajes acumulados en jubilaciones, salarios públicos y privados en términos nominales, como si la inflación no existiera. Tampoco reconoció que ésta tuviera que ver con el aumento de la presión tributaria -o el endeudamiento- de las provincias, que no tienen acceso directo a la "maquinita" del BCRA. Sólo pidió que los gobernadores contribuyan "no con el discursito contra la inflación, sino con los actos de gobierno para que realmente podamos ser competitivos" (sic).

- Mínimo no imponible: al anunciar el ajuste de 20% a partir de marzo -después de 23 meses de congelamiento- afirmó que se trata de un "sacrificio fiscal" de 8100 millones de pesos anuales para estimular el consumo. Pero, en realidad, el sacrificio correspondió mayormente a los trabajadores que pagan Ganancias, ya que el aumento del MNI debería ser del orden de 50% para retrotraerlo al nivel real de abril de 2011, fecha del último ajuste. Esta brecha contradice la afirmación presidencial de que "este gobierno no ha aumentado ningún impuesto y, al contrario, está aumentando la base imponible". Lo mismo vale para la desactualización de las categorías del monotributo y del MNI de Bienes Personales (congelado desde 2007), sin contar el impuesto inflacionario que se paga a través del IVA u otros gravámenes (movimientos bancarios, combustibles, cigarrillos, etc.) cada vez que suben los precios. Además, como el nuevo piso de Ganancias se anunció antes de las paritarias, muchos de los 800.000 trabajadores que por ahora quedaron exentos volverán a tributar si sus salarios suben más de 20 por ciento. Y quienes ya lo hacen enfrentarán una mayor presión impositiva dado que no se actualizarán las escalas del impuesto, congeladas desde hace más de diez años.

- Salarios, competitividad y rentabilidad: la Presidenta consideró "absolutamente ilógico" que la discusión salarial en paritarias se haga sobre la base de un 17%, al señalar que el 82% de los asalariados está exento de Ganancias. Pero ése es el porcentaje que su gobierno ofrece al gremio docente, que reclama 30 por ciento. Tampoco es la mejor forma de destacar el resultado de las políticas de inclusión social, si además se tiene en cuenta que el empleo en negro afecta al 35% de la fuerza laboral, un dato siempre ausente en los discursos oficiales. Sí, en cambio, CFK volvió a exhortar a sindicalistas y empresarios a no enfrascarse en la puja por la distribución del ingreso y se animó a diferenciar rentabilidad de competitividad para que algunos reclamos (como el del gremio bancario) no terminen afectando los costos de otros sectores. No obstante, utilizó un ejemplo desafortunado al referirse a los peones rurales y señalar que deberían ser los mejores pagos debido a la competitividad y rentabilidad del sector agropecuario pese a registrar un alto grado de informalidad: en 2012 su gobierno se negó a homologar un acuerdo salarial por 35% y lo redujo en 10 puntos porcentuales. Por lo demás, la invitación presidencial a debatir seriamente la cuestión de la competitividad carece de fundamentos si no se incluye el impacto de la inflación sobre los costos (impositivos, financieros, laborales, logísticos, etc.) que el Gobierno niega sistemáticamente, al igual que el deterioro cambiario.

- Inversiones: seguramente, este enfoque hace que CFK enfatice en el activismo oficial de los créditos subsidiados para promover proyectos productivos y crear empleos (dijo que hubo 546 operaciones de la línea Bicentenario por 17.000 millones de pesos que permitieron generar 32.000 puestos de trabajo). Pero no considera todas aquellas inversiones que quedan en el camino por desconfianza en el manejo de la política macroeconómica y deprimen el crecimiento potencial del PBI.

Esta forma presidencial de ver y presentar la economía bien podría calificarse como un embrollo, sin que el término tenga carácter despectivo: el Diccionario de la Real Academia Española lo define como "enredo, confusión, maraña; embuste; situación embarazosa o conflicto del cual no se sabe cómo salir"..

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