Los que analizan las encuestas dentro y fuera del gobierno
están cada día más convencidos: la Presidenta, de manera consciente o
inconsciente, parece trabajar para el proyecto Mauricio Macri
Presidente 2015. O mejor dicho: a favor de la consolidación de su
candidatura como principal dirigente de la oposición y en detrimento de
sus herederos dentro del peronismo, como Daniel Scioli o José Manuel De
la Sota.
Las evidencias sobran: cada vez que Ella lo ataca en público,
más argentinos colocan al jefe de gobierno de la Ciudad como la
alternativa más clara para enfrentar al proyecto que encarna en Frente
para la Victoria.
La última embestida oficial tiene el sello
personalísimo de Cristina como la Dueña de la verdad. Para criticar la
instalación del Metrobús en la 9 de Julio, se subió, sin preguntar, a
las críticas de los ambientalistas, quienes presentaron un recurso de
amparo para impedir la tala de más de 200 árboles. Exagerada como
siempre, prometió que en El Calafate solo podrían derribar un árbol
sobre su propio cadáver. Le quiso tapar la boca Laura Alonso, uno de los
cuadros más vehementes y mejor preparados del PRO. Alonso le recordó
que para montar Tecnópolis funcionarios de su administración talaron
decenas de árboles. También le enrostró que Fernández no parecía tan
preocupada tiempo atrás, cuando sus comprovincianos protagonizaron
ruidosos reclamos contra la tala en Santa Cruz. Macri repitió los
argumentos de Alonso y el secretario general de la Presidencia Oscar
Parrilli, lo desmintió.
El pedido de los grupos que no quieren que se
quiten ni se trasladen árboles y plantaciones de la 9 de Julio es
legítimo, y no retrasará tanto la inauguración del Metrobus, uno de los
proyectos electorales de PRO para estas legislativas.
Lo que irrita al
ciudadano porteño y también al del primer cordón del conurbano de la
provincia de Buenos Aires es la automática oposición del gobierno
nacional a todo lo que hace Macri. En las encuestas cualitativas de la
Ciudad, hay dos datos que aparecen entre las consideraciones de quienes
responden y que serán determinantes para los próximos comicios. Uno es
la indignación por oposición sistemática y constante a cualquier cosa
que el ex presidente se Boca se proponga hacer. La campaña de demolición
continua, que incluye las apariciones intempestivas del jefe de
gabinete Juan Manuel Abal Medina, y las intervenciones de los militantes
a sueldo de 678, Duro de Domar y los noticieros de Canal 7 y Canal 9,
por nombrar solo algunos. Otro dato es que los porteños reconocen que
Macri es el intendente que más hizo desde 1983.
No es que lo crean un
dirigente excepcional. Tampoco significa que lo amen. De hecho, tampoco
les cae bien cuando Macri se victimiza demasiado. El mensaje no parece
contradictorio. Los porteños parecen sugerirle a su jefe de gobierno:
dedicate a trabajar y no te quejes; nosotros ya nos dimos cuenta que te
quieren destruir y vamos a castigarlos con nuestro voto.
Pero la
agresividad y la persistencia de los ataques ¿tienen como segunda
intención desdibujar el perfil de Daniel Scioli y bajarle el precio a su
candidatura presidencial? El año pasado, Cristina Fernández abandonó la
estrategia del ataque frontal al gobernador y también la del ahogo
financiero. Lo hizo en cuanto se dio cuenta que si se metía con el
aguinaldo de los empleados bonaerense su imagen y su intención de votos
caería hasta el subsuelo más profundo. Lo que ella y sus seguidores
tienen claro es que Scioli no será el heredero del proyecto.
Ahora su
plan es otro: quiere obligarlo a ponerse de un lado o del otro. Al lado
de Ella en todo. Incluso contra los jueces y contra Clarín. O en contra
del modelo sin disimulo: en el mismo equipo de Macri o el resto de la
oposición. No representa un objetivo fácil de lograr. El gobernador
puede parecer demasiado sumiso, pero sabe hacer política en serio.
Mientras se proclama garante del modelo sus aliados circunstanciales o
permanentes empiezan a diferenciarse cada vez más. El diputado nacional
ex menemista y ex kirchnerista Jorge Yoma es solo un botón de muestra.
Pero Francisco De Narváez y José Pepe Scioli pueden ser las piezas de
una jugada mayor. Mientras le pegan a Cristina Fernández donde más le
duele, se ilusionan con ser parte de un proyecto cuyo liderazgo
correspondería a Scioli.
Que la presidenta prefiere entregarle la banda
presidencial a Macri o a Hermes Binner, pero de ninguna manera a ningún
peronista que no representes sus intereses ideológicos y de negocios con
el Estado, es algo que a Ella se le nota hasta en el tono de voz. En
este sentido, la jefa de Estado es, otra vez, muy parecida a Carlos
Menem. El ex presidente riojano trabajó hasta el último minuto para
perpetuarse en el poder. Intentó, por dentro y por fuera de la ley,
conseguir la reelección interminable e indefinida. Pero cuando Eduardo
Duhalde le extendió su certificado de muerte política con la amenaza del
plebiscito para que los bonaerenses votaran por el sí o por el no a la
rerre, puso todos sus recursos y su capacidad de daño a favor de la
candidatura del radical Fernando De la Rúa.
El objetivo de Menem,
entonces, era transformarse en el único y verdadero jefe de la
oposición, para evitar la declinación prematura de su carrera política y
su constante desfile por los tribunales de Comodoro Py. Cuando se habla
de eso, las posiciones dentro y fuera del gobierno aparecen divididas.
¿Quién sería más capaz de garantizarle impunidad futura a la presidenta
en ejercicio? ¿Mauricio o Daniel? Los peronistas de paladar negro se
inclinan por Scioli. Y es porque lo consideran parte del sistema.
Ellos interpretan que Mauricio, a pesar de sus años de gestión, sigue
siendo un sapo de otro pozo. Que no respeta los códigos de honor de la
corpo más grande de la Argentina: la corporación política. Los otros
interpretan que el ex presidente de Boca no utilizará a los jueces para
darle de probar a Cristina su propia medicina el día en que la mayoría
de los argentinos haya declarado solemnemente, que jamás votaron por
ella durante toda su vida. ¿Seguirá la Presidenta trabajando para Macri
cuando tenga la certeza de que los jueces federales empiecen a
investigar su gestión de verdad?
lamentablemente este periodista habla del candidato que puede ser la opción para enfrentar al los k desde una "ilusión porteña", para ser más explicito, los porteños jamás van a votar a un gobierno peronista,y la mayoría de los argentinos sí votan a un gobierno peronista, en resumidas cuentas lo que piensen los porteños no tiene peso en una elección nacional. en el interior el PRO no tiene ninguna fuerza.Personalmente creo que los candidatos que van a ser una alternativa a los K son Scioli y Massa.
ResponderEliminarSaludos Cordiales
Marcelo