miércoles, 16 de enero de 2013

Deshacerse de estos ocho indeseables.


Por Kenneth Roth -IF (Español)

He aquí los países con los que Obama debería endurecer su postura.

karzai
JIM WATSON/AFP/Getty Images

Durante la campaña presidencial estadounidense, el aspirante republicano Mitt Romney divulgó la famosa acusación de que Obama había "lanzado bajo un autobús a aliados como Israel". Se trataba de una extraña descripción de una política que presenció cómo el presidente realizaba solo un breve, y abandonado, intento de limitar la expansión de los asentamientos, la ausencia de esfuerzos serios para detener el trato discriminatorio (bajo el principio de "separados y no iguales") de los palestinos en las zonas bajo control israelí de Cisjordania y un decidido impulso encaminado a garantizar que el Tribunal Penal Internacional no tendrá jurisdicción sobre crímenes de guerra cometidos en territorio palestino.

Pero sí hay gran cantidad de gobiernos que merecen, sino ser empujados bajo el autobús, al menos que se les muestre la puerta de salida cuando de lo que se trata es del apoyo incondicional de EE UU. Los denominados realistas ofrecerán su habitual racionalización para ignorar este consejo. Su concepción de lo que constituye el interés nacional, no obstante, está pasada de moda en un mundo en el que las comunicaciones modernas facilitan que la gente se una alrededor de quejas comunes y hacen que sea peligroso para los Estados ignorarlas. Si algo enseñó la primavera árabe es la locura que supone confiar en figuras autoritarias para lograr la estabilidad.

En este nuevo mundo, defender los derechos humanos no solo refleja los valores de Estados Unidos sino también sus intereses. Es algo que debería estar en el mismo centro de la política estadounidense, no convertirse en una opción de conveniencia. Si Obama desea reforzar su legado en su segundo mandato, podría, y debería, endurecer su postura ante algunos de los amigos y aliados más desagradables del país. Este sería un buen comienzo:

Afganistán
Ahora que el Pentágono se retira, cuenta con el presidente afgano para que colabore con la transición planificada para 2014. Pero la Administración Obama no ha utilizado su considerable capacidad de influencia para disuadir a Karzai de que deje de quebrantar los derechos de las mujeres, nombre a un presunto torturador como responsable de los servicios de inteligencia, tolere la corrupción desenfrenada o bloquee los intentos de hacer que los señores de la guerra que tiene como aliados respondan por sus acciones.

Uzbekistán
Durante el levantamiento de 2005 en la ciudad de Andijan, el presidente uzbeco, Islam Karimov, ordenó a las tropas que rodearan a los manifestantes y dispararan a todo lo que se moviera. Cientos de personas fueron asesinadas. Su Gobierno tortura a los disidentes de forma sistemática y los encarcela por periodos de 15 a 20 años. Algunos han sido hervidos vivos. A pesar de todo, la Administración Obama minimiza sus brutales prácticas —y levantó sus restricciones para venderle equipamiento militar— porque Uzbekistán proporciona una alternativa a Pakistán para el reabastecimiento de las tropas en Afganistán. Especialmente, en la medida en que desaparezca esta razón fundamental, este pacto con el diablo debería llegar a su fin.

Camboya
En sus 28 años como primer ministro, Hun Sen, ha dirigido el exterminio de innumerables oponentes políticos mientras incrementaba su control sobre el Ejército, la policía y los tribunales. Pero la Administración Obama no ha hecho casi nada para disuadirle de que cree un Estado de partido único —por ejemplo insistiendo en que se permita regresar al líder de la oposición en el exilio Sam Rainsy sin temor a ser detenido— y no ha establecido condiciones para aumentar los lazos militares o la ayuda. Camboya es el lugar en el que el presidente estadounidense debería demostrar que su eje asiático no es en realidad una competición con China por la lealtad de los autócratas de la región, sino una visión para la democracia asiática.

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AFP/Getty Images
 
Ruanda
Liderado por el presidente Paul Kagame, el Gobierno ruandés lleva mucho tiempo beneficiándose del sentimiento de culpa de Washington por el genocidio (la Administración de Bill Clinton se quedó de brazos cruzados durante la masacre en 1994 de más de medio millón de personas) y de la admiración por sus avances en la reconstrucción del país. Pero el propio Frente Patriótico Ruandés, que se convirtió en el Ejército Ruandas, asesinó a decenas de miles de civiles en la década de los 90; el Ejecutivo usa las detenciones y la violencia para callar a la oposición política y los militares, pese a las persistentes negaciones del Estado, ha apoyado activamente a una sucesión de grupos rebeldes en la vecina República Democrática del Congo. Ante la insistencia del Congreso estadounidense, Washington ha suspendido, finalmente, parte de la asistencia militar a Ruanda, pero aún continúa entrometiéndose de forma política a favor del Gobierno y restando importancia a sus crímenes. Como se ha visto con su apoyo militar a la sanguinaria rebelión del M23 en el Congo oriental.

Etiopía
Washington se ha mostrado ciego a la, cada vez más dura, represión que llevó a cabo el difunto primer ministro etíope, Meles Zenawi, que falleció en agosto. A cambio de la ayuda de Etiopía para luchar contra el terrorismo y combatir a los militantes de Al Shabab en Somalia, la Administración Obama sofocó sus críticas a los crímenes de guerra de las fuerzas de seguridad y las restricciones del Gobierno sobre la sociedad civil, la detención de periodistas, la violencia contra manifestantes y la puesta en marcha de políticas de desarrollo que perjudican a la oposición política.

Arabia Saudí
Sí, tiene enormes cantidades de petróleo, pero los saudíes, que necesitan dinero en efectivo para alimentar su Estado del bienestar, van a venderlo independientemente de cómo les trate Obama. Mientras la monarquía saudí retiene a miles de personas con detenciones arbitrarias, impone restricciones arcaicas a las mujeres, suprime gran parte de la disidencia, maltrata a su minoría chií e insiste en que el vecino Bahréin aplaste a su movimiento a favor de la democracia, Obama se ha mantenido en silencio.

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AFP/Gettyimages
Bahréin
El país es la más patente excepción a la postura de Obama, en general, de apoyo hacia los manifestantes de la primavera árabe. La familia Al Khalifa, que ostenta el poder, utiliza fuerza letal, torturas y arrestos arbitrarios para reprimir las protestas. No obstante, por deferencia a la sensibilidad saudí y temor a perder la base para la Quinta Flota de la Marina estadounidense, la Administración estadounidense ha permitido que una relación guiada por sus intereses de seguridad se imponga a su preocupación por los derechos de los ciudadanos de Bahréin —un criterio selectivo que socava su apoyo general a la libertad árabe—.

México
Los cárteles de la droga del país han cometido crímenes horribles, pero también lo han hecho las fuerzas de seguridad que el ex presidente, Felipe Calderón, envío para combatirlos. Obama elogiaba de forma sistemática la "gran valentía" de Calderón en su lucha contra los narcotraficantes sin dirigir una palabra a los extendidos abusos de la policía y el Ejército. La Administración ha enviado cerca de 2.000 millones de dólares para apuntalar la lucha antidroga de México, a pesar de las amplias evidencias de violaciones de los derechos humanos y de la existencia de unas fuerzas de seguridad tan corruptas que el Gobierno mexicano ha tenido que recurrir a su Marina para luchar contra los cárteles.

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