Por Hugo Alconada Mon - LA NACION (Twitter: @halconada)
El material clave para fabricar los polémicos chalecos antibalas que el Ministerio de Seguridad comenzó a entregar a la Policía Federal ingresó en el país como material bélico secreto, lo que redujo los controles aduaneros y evitó además el pago de impuestos, según reconstruyó LA NACION durante las últimas semanas.
La operatoria incluyó la participación de los ministerios de Seguridad, Industria, Justicia y Desarrollo Social, que convocó a cooperativas para que colaboren con la Sastrería Militar en la confección de los chalecos, que enfrentaron serios problemas cuando el Laboratorio de Armamentos del Ejército los sometió a, por lo menos, tres peritajes balísticos.
De aquellos ministerios, fue Desarrollo Social, que lidera Alicia Kirchner, el que asumió un rol protagónico para reducir los potenciales planteos e impugnaciones contra los chalecos antibalas. Lo hizo su secretario de Economía Social, Carlos Cipolla, según consta en un reporte del Registro Nacional de Armas (Renar), el órgano oficial de contralor, del que LA NACION obtuvo una copia.
Así, pese a los elevados "traumas" o niveles de impacto que mostraron esos chalecos durante los testeos del Laboratorio de Armamentos, Seguridad comenzó a repartir los primeros 1900 chalecos entre los agentes de la Policía Federal durante las últimas cinco semanas, según reveló LA NACION en su edición de ayer.
El material para los chalecos fue comprado a mediados de este año por el Ejército a la empresa norteamericana Dyneema, y entró en el país tras la intervención del Ministerio de Industria. Luego pasó a la Sastrería Militar, y las cooperativas se encargaron de los forros exteriores e interiores de los chalecos.
La utilización de la vía excepcional del "material bélico" para evitar los controles e impuestos sobre ese material se basó en el decreto ley 732/1972, promulgado por el entonces presidente de facto Alejandro Agustín Lanusse, y que acumula ya 28 reformas y prórrogas que lo mantienen en vigor. La última la dictó la presidenta Cristina Fernández de Kirchner, en junio de este año, con otro decreto, el 968/2012.
Tras la intervención de las cooperativas coordinadas por Desarrollo Social, la Sastrería Militar vendió los primeros chalecos al Ministerio de Seguridad, que conducen Nilda Garré y Sergio Berni, a un precio de 2000,30 pesos por unidad.
Esos chalecos evidenciaron fallas en sus niveles de protección balística, tal como reveló LA NACION. La Sastrería Militar apeló entonces al modelo JAF3, homologado en 2005, para acogerse a los parámetros menores fijados por la anterior norma del Renar, la MA-01, en vigor desde 2001 y derogada en 2011. Con ese modelo también acumuló observaciones del Laboratorio de Armamentos.
Diferencias con el prototipo
Uno de los problemas básicos que se presentaron con aquel prototipo autorizado en 2005 al tratar de utilizarlo ahora es que había sido aprobado con un forro exterior mimetizado en distintos tonos de verde, ya que estaba previsto para tropas del Ejército, no para agentes de la Policía Federal. Aunque parezca una cuestión menor, modificar ese forro también está prohibido por las normas del Renar, que disponen de manera explícita que los chalecos a ser fabricados deben corresponder de manera total con el prototipo testeado.
Más relevante aún, los chalecos fabricados durante las últimas semanas por la Sastrería Militar con el aporte de las cooperativas no cuentan con un panel completo en forma de "T" invertida, sino que incluyen un panel central e insertos laterales. Eso también está prohibido de forma taxativa e inequívoca por el Renar.
Al tanto de algunas de esas limitaciones, el 18 de julio pasado, el secretario de Economía Social del Ministerio de Desarrollo Social, Carlos Cipolla, consultó al Renar si los nuevos chalecos debían obtener un nuevo certificado por la adopción de "insertos removibles". Le respondieron que no, siempre que no se alterara "la placa balística", según consta en la copia que obtuvo LA NACION.
Cipolla también consultó si habría problemas con las nuevas telas, y también le dijeron que no, pero sólo si las reemplazaba con otras "de mayor calidad o resistencia", según la norma más reciente del Renar.
Así las cosas, el chaleco sería fabricado según la norma vieja y derogada por el organismo -para eludir ciertas exigencias-, pero las telas se acomodarían a la nueva norma. Esto significa que dejaría de fabricarse el modelo 2005 y pasaría a desarrollarse un híbrido nuevo.
Aun así, las diferencias de fabricación entre los modelos de 2005 y los nuevos también fueron expuestas por los tres responsables del Laboratorio de Armamentos que los analizaron y emitieron el informe "Arm 82", el 18 de septiembre pasado, cuya copia obtuvo LA NACION.
"Comparada la muestra testigo con el chaleco ensayado, la cantidad de capas de panel balístico corresponde con la muestra testigo, no así su configuración, ya que posee dos insertos no removibles, distinta funda exterior y distintas costuras en el panel balístico", determinaron los técnicos. Sólo con eso, según tres expertos y un ex calificado funcionario del área consultados por LA NACION, los chalecos deberían ser rechazados en el acto. Sin embargo, fueron entregaron a la Policía Federal.
Pruebas que revelan riesgos
Los testeos mostraron una absorción menor a impactos:
- Primer ensayo. En agosto, el prototipo mostró un trauma por encima del máximo de 44 mm previsto, lo que podría resultar aun en lesiones mortales.
-Segundo ensayo. El 18 de septiembre, se probó el modelo JAF3, de 2005, que era para el Ejército.
- Objeciones. Registró niveles de trauma mayores al límite fijado, además de menor área de cobertura.
Comentario:
Lo interesante seria saber con cuantas capas de Kevlar están confeccionados los chalecos. Como mínimo, requieren seis (6) para el calibre 5,56 x45 mm, según pruebas de impacto del U.S. Army... y si tienen menos ahí comienzan los problemas. Además, la placas de refuerzo encarecen el chaleco, así como dificultan el libre movimiento y la respiración. Todo un tema... Sastrería Militar esta bien en claro, y ellos fabrican lo que le ordenan.
Jorge Elías
Lo mismo ocurrió en España con los CETME L y las AMELI (fusil de asalto y ametralladora ligera). Los prototipos eran estupendos, pero los ejemplares de serie se fabricaron con malos materiales y excesivas tolerancias. Resultaron defectuosos y hubieron de ser reemplazado por piezas alemanas, con la consiguiente pérdida del dinero invertido.
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