miércoles, 10 de octubre de 2012

El arte de nunca tener la culpa


Por Ricardo Kirschbaum (Diario Clarin)

Hernán Lorenzino y Juan Manuel Abal Medina explicaron ayer el galimatías que significa la actual grilla salarial de gendarmes y prefectos. Tanto el jefe de Gabinete como el ministro de Economía parecían, en sus disertaciones, dos nuevos funcionarios que recién llegan al poder y no lo que representan: una gestión que viene desde 2003. 

Ese reflejo de hacer creer que los problemas vienen de herencia y, como tales, no son de su responsabilidad es una estrategia oficial para no hacerse cargo de ningún error . Siempre encuentran culpables que han dejado el terreno minado. Nadie se cree que tanto Abal Medina como Lorenzino sean nuevos en esta administración. Más aún: el jefe de Gabinete viene desde los tiempos de la Alianza en el poder. Y Lorenzino fatiga los despachos oficiales como funcionario desde 2008, cuando Carlos Fernández era jefe del Palacio de Hacienda.

Es curioso ver cómo se tratan de sacar el tema de encima: mencionan a Cavallo y a Menem como responsables del desaguisado pero no hablan del decreto de Néstor Kirchner que colaboró para hacer de la grilla algo inescrutable.

La explicación que dieron es que el Gobierno no está en condiciones de cumplir con el reclamo de 7.000 pesos de básico que hicieron los sublevados. Esto implicaría un monto de dinero que oscila entre los 3.800 y los 4.100 millones anuales para cubrir esa necesidad. Una cifra grande, es cierto. Pero para el Gobierno es más importante –y rentable– invertir mucha plata en los programas propagandísticos que mantiene y que cada vez son más onerosos para el Tesoro.

La administración ha definido sus prioridades y claramente está optando por victimizarse para intentar morigerar las reacciones por el rechazo a la protesta, que lleva más de una semana.

La situación no es simple. Y está visto que la ruptura de la cadena de mandos es un hecho que debe seguirse con suma atención y seriedad . Los acólitos del Gobierno que condenan la protesta de las fuerzas de seguridad, en otras circunstancias políticas en las que no estuvieran en el poder hubieran hablado positivamente sobre la “sovietización” , describiendo así este mecanismo de horizontalidad de una organización militar.

Se ha planteado así una situación que, a medida que pasan las horas, se transforma en un desafío para el Gobierno. Los responsables del área deben encontrar una fórmula para reencauzar el conflicto, habida cuenta de que la táctica de desgaste que se utilizó hasta el momento no ha sido eficiente para desmontar la protesta.

Esa fórmula tiene que tener respuesta al planteo salarial de gendarmes y prefectos, por un lado, y demostrar que el Gobierno posee un dispositivo militar para disuadir a los uniformados. La primera incógnita de la ecuación la despejaron Abal Medina y Lorenzino, rechazando el pedido salarial .

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