lunes, 29 de octubre de 2012

Ciclovías, con prisa y sin pausa


(Editorial del Diario La Nación) - Fueron prácticamente denostadas cuando el actual gobierno de la ciudad comenzó su diagrama. Las quejas no se hicieron esperar: entre otras cosas, se dijo que las bicisendas eran caras para la cantidad de gente que podría usarlas, que interrumpían el tránsito y que restaban espacios para estacionar. Hoy, en cambio, el sistema resulta un éxito y promete ampliarse.

Hasta 2009, la ciudad de Buenos Aires contaba con muy pocos tramos de calzada donde los ciclistas podían circular en forma exclusiva y casi ninguno de ellos era respetado ni por los automovilistas ni por las motos ni por la mayoría de los vecinos.

Tres años después, la red de ciclovías porteñas está por cubrir unos 100 kilómetros, se hacen 150.000 viajes diarios en ese medio de transporte liviano y ecológico, y ya cuenta con 58.000 usuarios el sistema público de bicing, con sus 23 estaciones y 850 rodados otorgados en forma gratuita diariamente a quienes lo requieran.
No sólo los fines de semana son los preferidos por los ciclistas. Hoy ese medio se usa para ir a trabajar, a estudiar y, como siempre, para el simple paseo, y son cada vez más quienes reconocen lo útil que resulta moverse en dos ruedas en una ciudad colapsada de vehículos y de cortes de calles como consecuencia de múltiples manifestaciones.

A ello, hay que sumar el beneficio que implica para la salud y el bajo costo de mantenimiento, aunque es cierto que faltan todavía estaciones de transferencia en puntos clave como para que, por ejemplo, quien viene con la bicicleta en un tren, pueda dejarla mientras no la usa en la ciudad. Si bien se ha avanzado mucho, también hay que insistir en que no todas la bicisendas están libres para circular: camiones de caudales, vehículos particulares, motos y carros de cartoneros, además de móviles policiales, suelen entorpecer el que debería ser un libre flujo de tránsito.

Según anunció el gobierno porteño, hacia fines de año se sumarán 700 metros más de ciclovías para comunicar a la tan aislada Ciudad Universitaria con otros puntos del distrito. Se trata de un núcleo estratégico de movimiento de jóvenes, quienes, además, son los que más utilizan este medio de transporte. Paralelamente, se está reformando la deteriorada bicisenda del parque Tres de Febrero, una de las primeras que tuvo la ciudad.

Los viajes en bicicleta representan hoy el dos por ciento del total de los que se realizan en el distrito. Cuando se comenzó con su construcción, sólo la usaba el 0,4 por ciento de quienes se trasladaban por la ciudad. Parece un crecimiento pequeño, pero no lo es. Readaptar toda una cultura no es sencillo. Cada vez que una persona cambia su modo de viajar por la bicicleta, disminuye el tamaño del parque automotor, despeja de usuarios los colectivos, trenes y subtes y, como se dijo, se gana en salud.

Tan importante ha resultado ese cambio que muchos trayectos realizados en bicicleta hoy se hacen en menos tiempo que con otro tipo de vehículos.

Numerosas ciudades de los Estados Unidos, de Europa y de Asia han incorporado este sistema. Tal vez allí fue un poco más fácil, pues muchos de sus ciudadanos son fervientes practicantes de la vida sana y, además, cumplen estrictamente con las leyes de cada ciudad.

En la nuestra, a la falta de costumbre de tener que compartir la calle con miles de ciclistas diariamente, se suma un cierto apego a transgredir las normas, a sacar ventaja. El control que ejerzan las autoridades en este sentido debe ser continuo y estricto. Hay que crear conciencia para que se respete a los ciclistas y sus espacios. Paralelamente, hay que brindarles mayor seguridad.

Entre otras cosas, faltan más semáforos para ciclistas y más control policial, especialmente en zonas como la Ciudad Universitaria, donde muchos choferes de colectivos amenazaron con no ingresar más por la inseguridad que significaba hacerlo especialmente de noche, o muy temprano por las mañanas durante el invierno.
Desde que comenzó la construcción de bicisendas se incorporaron unos 25 kilómetros promedio cada año.

Cabe esperar que no se detenga ese interés del gobierno local por ayudar a convertir a la ciudad en mucho más amigable para el transporte de vecinos y visitantes. Esa continuidad y crecimiento en el tiempo será una ayuda clave para que todos comprendamos que tenemos que esforzarnos para hacer de nuestro hábitat un mejor lugar para vivir, transitar y disfrutar..

2 comentarios:

  1. ¿Es llana Buenos Aires? Es muy difícil implantar el uso de bicicletas en ciudades con muchas cuestas.

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