Venezuela, al igual que todo país que cuente con unas Fuerzas Armadas, tiene la necesidad de renovar periódicamente sus arsenales a fin de mantener la credibilidad de su poder disuasivo. Se estima que ha comprado en los últimos años 15.000 millones de dólares en armas.
in embargo, éste es un tema que genera polémica y que emplean voceros políticos para plantear el eterno dilema: ¿Cañones o mantequilla? Pero el estribillo recurrente “Hospitales sí, Sukhoi no”, lo que revela es la ignorancia de la mayoría de la dirigencia política venezolana, de una materia fundamental como lo es la Defensa Nacional.
A juicio de expertos en temas militares, no puede hablarse de “armamentismo venezolano”, cuando en Latinoamérica, Venezuela ocupa el cuarto lugar entre los compradores de armamento, detrás de Brasil, Colombia y Chile. A ese respecto, se refiere Rocío San Miguel: “No existe una carrera armamentista en Venezuela porque son necesarias la renovación y el mantenimiento de los sistemas de armas, especialmente con las características de un país con más de diez fronteras internacionales, con desafíos enormes en materia de jurisdicción territorial que abarca, por ejemplo, espacios marítimos con la dimensión de los espacios terrestres”.
Las adquisiciones de armamento se realizan con base a los estudios que hacen los estados mayores, en los que se establecen las hipótesis de conflicto y las amenazas reales, externas e internas, que existen sobre la nación. Igualmente, los procesos de renovación del material militar, además de transparentes, deben ser continuos a fin de mantener actualizados los inventarios y evitar compras masivas ante una emergencia, lo cual afecta el presupuesto nacional y genera corruptelas.
Durante el siglo XX, prácticamente, todos los gobiernos venezolanos realizaron compras importantes de armamento; sin embargo, fueron cinco los grandes programas de reequipamiento militar ejecutados: 1934-1941, finales del régimen del general Juan Vicente Gómez y gobierno de su sucesor, general Eleazar López Contreras; 1948-1958, periodo denominado “el decenio militar”; 1969-1974, primer gobierno de Rafael Caldera; 1979-1984, gobierno de Luis Herrera Campins, y, en el gobierno de Jaime Lusinchi, a partir de agosto de 1987, tras el incidente de la corbeta colombiana “Caldas”.
Tan pronto asumió el poder, en febrero de 1999, el presidente Chávez canceló las órdenes de compra pendientes de equipos militares con Estados Unidos y prohibió realizar nuevas adquisiciones de armamento en ese país.
Posteriormente, en mayo de 2004, el presidente Chávez trazó tres líneas estratégicas para darle forma al concepto de defensa integral de la nación, siendo la primera el “fortalecimiento del poder militar”, que comprendía tanto la adquisición de nuevos sistemas de armas, como la recuperación de los existentes. Además, se pretendía buscar fuentes alternativas para el suministro de material militar y desarrollar una industria de defensa nacional endógena.
Pero la retórica antinorteamericana, el rompimiento definitivo de los vínculos militares con Estados Unidos en 2005, entre otros acontecimientos, generó que en octubre de 2006, Washington impusiera una prohibición a la venta y transferencia de armamento y tecnología militar norteamericana a Venezuela. Medida, a la que se sumaron otros países aliados de los Estados Unidos o relacionados con su industria de defensa, muchos de los cuales eran proveedores de las fuerzas armadas venezolanas.
Ante tales acontecimientos y al no haber desarrollado una industria militar local, a Chávez no le quedó otra alternativa que acudir a los pocos países que, por afinidades ideológicas o conveniencias geopolíticas y comerciales, estaban dispuestos a venderle armamento y tecnología militar, principalmente, Bielorrusia, China, Irán y Rusia.
A fin de obtener, hasta donde fuese posible, datos más precisos sobre las compras militares realizadas por el gobierno nacional, se revisaron informaciones de carácter público, suministradas por las autoridades civiles y militares venezolanas, gobiernos y fabricantes de los países proveedores, organismos internacionales, así como, de publicaciones especializadas en temas de defensa. Estos son los resultados:
Bielorrusia: Un Centro de Mando y Control para la Defensa Aérea y un Centro de Mando y Control de Inteligencia, lentes individuales de visión nocturna NV/G-14 para la tropa, apuntadores laser TSL-02 y miras Red-dot PK-A para fusiles.
China: Aviones de entrenamiento de combate K-8W (18) y de transporte táctico Y-8 (8); radares móviles de largo alcance JYL-1 (7) y JY-1 (3), material de intendencia y de campaña (uniformes, botas, cascos, carpas, cocinas).
Cuba: Cuatro buques de carga multipropósito del tipo holandés Damen Stan Lander 5612 y obuses norteamericanos reconstruidos M101 de105 mm.
España: Cuatro buques patrulleros tipo Avante 2400 (Vigilancia Oceánica) y cuatro tipo Avante 1400 (Vigilancia Litoral). La empresa estatal española Navantia se encargó de la construcción de los barcos, pero los motores, sistemas electrónicos y armamento, fueron suministrados por empresas alemanas, holandesas, italianas y suizas.
Irán: Doce vehículos aéreos no tripulados (UAV: Unmanned Aerial Vehicle) y una fábrica de pólvora que estaría siendo montada en las instalaciones de la C.A.Venezolana de Industrias Militares (Cavim), en Morón, estado Carabobo.
Rusia: Armamento liviano: 100 mil fusiles de asalto Kalashnikov AK-103/AK-104, cerca de 5 mil fusiles de precisión (francotiradores) Dragunov, más de un millar de lanzacohetes portátiles antitanque RPG-7V2 de 85 mm. Asimismo, se adquirieron una planta para la producción de fusiles AK-103/AK-104 y otra para la munición de 7,62×39 mm, las cuales están siendo construidas en las instalaciones de Cavim en Maracay, estado Aragua.
Aeronaves: 24 aviones de combate Sukhoi Su-30MK2, incluidos sus sistemas de armas; 53 helicópteros (38 Mi-17V-5 multipropósito, 2 Mi-172/VIP presidencial, 3 Mi-26T2 de carga pesada y 10 Mi-35M2 de ataque). Además, un centro de entrenamiento para tripulaciones de helicópteros y dos centros de mantenimiento, uno para los Su-30MK2 y otro para helicópteros.
Artillería: obuses autopropulsados Msta-S de152 mm (40), sistemas móviles de lanzacohetes múltiples BM-21 Grad de 122 mm (24) y Smerch de 300 mm (12); morteros remolcados Sany (48) y autopropulsados Nona-SVK de 120mm (17), y, un sistema misilístico de defensa de costa.
Defensa antiaérea: lanzamisiles portátiles Igla-S (1.400), cañones bitubos remolcados ZU-23-2 de23 mm (300), y, sistemas móviles misilísticos S-300, Buk-M2E y Pechora 2M.
Blindados: tanques -reconstruidos- T-72B1 (92), vehículos de combate de infantería BMP-3 (123) y 8×8 BTR-80A (114).
Vehículos tácticos: camiones Ural modelos 6×6 4320 y 4×4 43206.
En conclusión, se desea que las inversiones en equipos militares sirvan para que la Fuerza Armada, garantice la soberanía y defensa del territorio nacional ante a las reales amenazas externas, como la que actualmente se presenta en la fachada atlántica, con las pretensiones de Guyana de extender sus fronteras marítimas en perjuicio de Venezuela.
Fuente: Carlos Hernández – Notitarde
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