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martes, 1 de mayo de 2012
¿Qué hacer con el tema Malvinas?
Por Tomás Linn para LA NACION
Montevideo.-Tanto el presidente colombiano como el uruguayo no dudaron en recordarle al mundo que en su país las inversiones extranjeras no se expropiaban. Marcaron así una clara diferencia con la Argentina tras la estatización de YPF. Ya antes, el colombiano Juan Manuel Santos, en su discurso inaugural de la Cumbre de las Américas en Cartagena, había olvidado referirse a las Malvinas, tema que para alivio de muchos ni siquiera fue incluido en la declaración final.
Todos quieren mostrarse diferentes a la Argentina y eso hace cada vez más difícil esperar que la solidaridad pro las Malvinas sea absoluta. Hoy, el conflicto por las islas simboliza todo aquello que la región no entiende de la Argentina. Los gobiernos despliegan su retórica de hermandad, pero ante los hechos ni ellos ni sus pueblos comprenden el problema, ni la estrategia diplomática desplegada, ni la efervescencia popular que acompaña el reclamo por las Malvinas. Más bien les resulta desconcertante.
El actual conflicto por las islas es el más serio desde la invasión al archipiélago en abril de 1982. No es que Cristina Fernández de Kirchner pretenda llegar a una guerra, pero su ofensiva es fuerte y al igual que en tiempos de Galtieri, exige la solidaridad de los países vecinos. Da por sentado su apoyo, sin haberse preguntado si estaban en condiciones de darlo. No explica su táctica ni plantea sus objetivos. Apenas ofrece hechos consumados. Cree que el apoyo vendrá como la cosa más natural, porque no hay otro conflicto tan central al mundo como el suyo.
Sin embargo, durante un reciente encuentro del primer ministro británico, David Cameron, con el presidente norteamericano, Barack Obama, el tema de las Malvinas tomó estado público recién cuando un periodista se lo preguntó. Y la respuesta fue muy franca: "Discutimos el tema brevemente". Cameron ni siquiera fue preciso en su interpretación de lo hablado y ello obligó a alguna posterior aclaración de Obama. Los temas que importaron en esa reunión fueron Afganistán y la crisis económica.
El ombligo del mundo no está en las Malvinas.
Para los países vecinos, lo nuevo es corroborar signos de disenso interno, como antes no había. A su vez, frente a esta nueva escalada, los latinoamericanos que en 1982 defendieron a la Argentina con encendida retórica anticolonialista hoy se muestran prudentes respecto a la población isleña, pues consideran que ella no debe ser aislada del debate.
La "disidencia" más significativa fue la publicación en 2007 del libro Sal en las heridas , de Vicente Palermo. Para los que no son argentinos, el texto es muy esclarecedor. Allí se explica un fenómeno más cultural que político, que responde a una "causa nacional", no racional, ligada a un nacionalismo territorialista en la que además la Argentina se asume como víctima. Esa visión es llamativa para chilenos, peruanos, uruguayos y brasileños, no por ser ellos menos nacionalistas, sino por serlo de un modo diferente.
Uruguay, un país de escasa diversidad geográfica, donde las fronteras están a mano, define su nacionalidad según valores compartidos más que por su territorio. Por eso el recordado líder político Wilson Ferreira Aldunate solía definir a su país como una "comunidad espiritual". Ahí aparece una primera dificultad uruguaya para comprender el arraigado sentimiento de los argentinos. Parten de supuestos muy diferentes.
Para los argentinos, según Palermo, su país debió tener el mismo espacio que marcó el rey Carlos III cuando creó el virreinato del Río de la Plata. El surgimiento de Bolivia (Alto Perú) y Paraguay como naciones fue visto como una pérdida. Pero lo que más duele, además de las islas Malvinas, es el desprendimiento de la provincia que se transformó en Uruguay, en 1828. Sin embargo, esas naciones se ven a sí mismas como el resultado de procesos históricos naturales: nunca se les ocurrió que el Virreinato debía estar destinado a permanecer intacto.
También fuera de fronteras tuvo impacto el documento preparado por un grupo de intelectuales argentinos, muchos de ellos conocidos al menos en Uruguay y Chile, con una mirada diferente y marcando la necesidad de considerar el principio de autodeterminación de los isleños.
Ese es el punto que cambió desde la guerra y que complica a los países amigos de la Argentina. El Consejo de Seguridad de la ONU condenó la invasión de 1982, incluso con apoyo de países del Tercer Mundo. Durante años, la Asamblea General venía sosteniendo que la Argentina y el Reino Unido debían negociar el destino de esas islas dentro de un programa de descolonización. Pero en 1982 hubo que precisar el concepto. Para el Consejo de Seguridad, había colonialismo cuando una población no europea, en un territorio fuera de la metrópoli, era dominado por un país europeo. La Argentina ocupó un territorio con una población que no quería ser argentina; por lo tanto, hubo países tercermundistas del Consejo que no lo vieron como una liberación.
La pregunta que se hacen muchos uruguayos (incluso muchos que fueron fervientes defensores de la causa de 1982) es por qué en aquella ocasión los isleños habrían querido estar bajo las órdenes de un Galtieri. ¿Por qué hoy querrían ser gobernados por Cristina Fernández de Kirchner, que tanto los maltrata? La repuesta es más fácil de entender para los vecinos de la Argentina que para los argentinos mismos.
El resto de América latina sabe que la escalada de la Presidenta no ofrece salida ni para ella ni para su país. No la podrá sostener hasta el infinito y por eso corre peligro de perder el control sin desearlo. Eso podría llevar a los umbrales de una guerra que nadie quiere. Por lo tanto, la apuesta es alta, pero las posibilidades de una nueva frustración lo son aún más. Es como si para la Argentina, la situación perfecta fuera el llanto constante por la pérdida de las islas, y no la obtención definitiva de su soberanía sobre ellas.
En 1982, Chile simpatizó con el Reino Unido, porque tenía planteado un casi bélico conflicto fronterizo con la Argentina. Perú se declaró neutro. Uruguay fue solidario, pero dejó que los heridos británicos llegaran por mar a Montevideo para luego ser trasladados por avión a Londres. No había tanto entusiasmo y no lo hay hoy. Ayer y hoy, los hechos los provoca un país que nunca preguntó si les venía bien a los demás entrar en esa escalada. Dio por sentado que sí.
¿Nunca pensó la Presidenta que los otros países tienen sus propias agendas y diseñan sus prioridades de acuerdo con intereses que no son los de la Argentina? Uruguay y Chile tienen una histórica buena relación con el Reino Unido y les importa mantenerla. ¿Por qué debe Chile ceder a la presión de que no salgan vuelos desde Punta Arenas a las islas? ¿Por qué debe Perú entrar en un juego de marchas y contramarchas por una fragata británica? ¿Por qué debe Uruguay arruinar un delicado tramado de muy buenas relaciones para ceder a las demandas de Cristina Fernández? De hecho, Uruguay aceptó impedir que pesqueros con la bandera británico-malvinense atraquen en su puerto, tal como lo viene haciendo con buques de guerra destinados a las islas. Pero sí permite que entren barcos con cualquier otra bandera británica y que operan en las Malvinas. Tampoco parece interesado en sumarse a un mayor estrechamiento del cerco sobre las Malvinas.
El canciller uruguayo Luis Almagro visitó Londres hace un año para ratificar una relación que definió como "estratégica". En ese entonces, no había ruido por las islas Malvinas. Uruguay tiene buenas razones para no descuidar sus relaciones con los británicos tanto a nivel político, comercial, como cultural. Chile también.
Cada país tiene sus problemas que atender y los resolverá de acuerdo con sus prioridades y con las estrategias más adecuadas. Los vecinos tienen derecho a preguntar por qué no se les consultó antes de lanzar la escalada y por qué a tantos otros problemas se les suma este que no fue buscado. Más cuando ellos saben que una y otra vez, estos toreos por las Malvinas llevan a sucesivas frustraciones, resultado de una diplomacia que prefiere el efectismo a lograr algo sólido. En ese contexto, los costos de la solidaridad son demasiado altos.
© La Nacion.
da asco la nacion. yo no soy K ni mucho menos pero la nacion defiende siempre los intereses antiargentinos. dan asco..... soy facundo pero no tengo cuenta
ResponderEliminarYo creo que lo que sucede en este tema es un problema económico. Los Kelpers nunca y entiendanlo bien nunca van a querer ser argentinos o estar bajo la soberanía argentina.
ResponderEliminarLas razones es que están llenos de dinero por la pesca y el turismo y van a nadar en dinero cuando después de 2.016 empiezen a recibir las regalías petrolíferas. Un par de miles se reparten una torta de millones de dólares.
Todo es por la plata.
Que van a querer estar bajo el paraguas argentino en donde el dinero se la mandamos a Capital Federal y ellos la reparten como quieren. Es el mismo caso que pasa con las provincias que les envíamos el dinero y ellos hacen lo que quieren, hasta tienen la caradurez de decir que la Capital federal es autónoma y las estamos manteniendo todos.
Los países latinos son una manga de hipócritas, ahora nos hacemos los que nos damos cuenta de eso cuando siempre fue así, te palmean la espalda diciendo te apoyamos y después en los hechos están con los ingleses, no los quieren hacer enojar.
Después van a veranear a Punta del Este y dejarle la plata a los Uruguayos.
Si fueramos 2º potencia mundial estarían con nosotros estos "hermanos" latinoamericanos hipócritas.
Siempre pienso en una integración nacional primero que una integración latinoamericana.
Si fueramos una nación seria tendríamos unas fuerzas armadas poderosas.
No tendríamos a gente que era terrorista en los 70´s en el poder, ni a sus madres como santas que les mataron a sus hijos inocentes.
Los gobiernos de Argentina y Reino Unido están usando este tema de Malvinas para desviar la atención.
No creo que este artículo sea antiargentino, ni que los países vecinos sean hipócritas.
ResponderEliminar¿Dónde está la solidaridad argentina con el resto de países? Les recuerdo que casi van a la guerra con Chile en 1978, que hasta hace poco la principal vía de comunicación con Uruguay estaba cortada por manifestantes, y no hablemos del trato despreciativo que sufren los paraguayos y bolivianos que viven en Argentina. ¿Por qué iban esos países ahora a apoyar a Argentina?
Si el señor Linn intenta hacer ver la realidad (puede que esté equivocado y puedo estarlo yo) rebátanlo con argumentos, no con desprecio.
Son hipócritas, lo vuelvo a decir, les importa el dinero a los países, no solo latinoamericanos sino a nivel global, soy de los que piensan que no hay relaciones de amistad entre países así porque si, sino por intereses que directamente o indirectamente son económicos. Los paraguayos y bolivianos sufren desprecio en Argentina y está mal que lo sufran, ya que ellos se nacionalizan y se sienten Argentinos, no como los Chilenos en la Patagonia (que abudan) que para ellos Chile es lo mejor y a sus hijos los adoctrinan y le dicen que es la Panacea. Los Chilenos deberían sentir discriminación, no se integran. Con respecto a los Bolivianos y Paraguayos, puede que sientan desprecio acá, pero por otro lado tienen educación y salud gratis, en donde se da eso, en EEUU que si no tenés dinero o seguro médico te morís en la vereda de un Hospital o no podés acceder a una educación. Nosotros demostramos con hechos, andá que los Yanquis los traten bien a los Mexicanos, los tienen como ciudadanos de tercera sin embargo yo no veo que México no apoye a EEUU, sabés porque por el dinero, si limitaran con Bolivia los Mexicanos no le darían bola. Por interés el mono baila, porque a la larga o a la corta el mundo apoya a los EEUU por el dinero y por el poder que este te da.
EliminarEn este momento hay un montón de matones que quieren destruir a la nación persa, ya que dicen que están por fabricar la Bomba Atómica, cuando en 1986 por Mordechau Vanuu se supo que Israel tenía de 200 a 250 bombas atómicas ¿porque EEUU no invade Israel para desarmarlo?. Más claro echale agua, los Yanquis dicen que es una aliado, cuando en realidad lo que sucede es que los bancos y la reserva federal del país del norte está manejada por este pueblo milenario. Manejar los bancos es manejar la sangre de un país, en EEUU la mayoría de las transacciones se hace por la Banca, cheques de cobro de salario, compra de casas, no van con el toquito de plata a comprar un auto.
El sistema financiero está en sus manos y parece que nadie se diera cuenta, ni en los medios de comunicación. Es sorprendente ver en CNN en Español a José Levy, Judío, como corresponsal en medio oriente, que va a decir, de Irán y de los países Arabes, va a informar en contra de ellos y a favor de Israel.
Lo que pasa es que no les podés hacer ni una crítica a esta gente ya que si no empiezan a llorar, todo lo que hagan está justificado, te vuelan a Iran a bombas atómicas, y si los criticás empiezan a victimizarse.
Yo no veo que Bolivia en una demostración de afecto y de amistad en sentido de agradecimiento por la cantidad de bolivianos que hay en el país (que les remarco, les damos de comer, oportunidades, educación, pensión y salud gratuitas), que no es poco, nos den el gas que les compramos a un precio diferencial, el precio es carísimo, "si yo les doy de comer a tus hijos vos rebajame el precio de los alimentos que me vendés", no hay un trato recíproco.
Yo que soy hijo de Argentinos tengo que esperar y hacer cola cuando voy a un hospital y esperar a que atiendan a extranjeros, que llegaron primero y que no nos aportan en nada, eso en donde se da, en Chile, EEUU, Europa. Le damos pensiones a extranjeros recién llegados que no han aportado en nada al régimen de pensiones y los jubilamos. Nosotros nos pasamos de solidaridad a veces y eso nos va a costar muy caro.
Malvinas se tiene que arreglar por la vía militar, otra guerra, pero hay que tener mucho cuidado ya que si hay mucho petróleo nos puede pasar (es muy similar) a lo que le sucedió a Iraq con Kuwait en el 91´. En esta guerra de recursos que se está luchando actualmente tranquilamente la sabia ONU nos atacaría en caso de invasión a las Islas como le pasó a Iraq al tratar de recuperar Kuwait.
Amigo Saturnino, estoy totalmente de acuerdo con Ud. Solemos pedir solidaridad a nuestros vecinos y apenas podemos los tratamos de "negros", "monos" "bolitas", "paraguas" y muchas cosas más, sin contar los adjetivos agregados. Los soportamos en nuestro país porque muchos nos hacen las tareas que nuestras mujeres y nosotros no queremos realizar pero, de solidaridad de parte nuestra con ellos, muy poca. Seamos primero un país respetable y verán como nos respetarán todos, vecinos y hasta el R. Unido.
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