Por Gustavo Sierra - Diario Clarín
Este destacado geopolitólogo francés cree que Argentina está mejor posicionada que Brasil para ser la gran potencia sudamericana de la segunda mitad del siglo XXI.
“ESTAMOS VIVIENDO UN CAOS COMO CONSECUENCIA DEL FRACASO DE LA GLOBALIZACIÓN Y EL ASCENSO DE CHINA”, ASEGURA EL PROFESOR CHAUPRADE.
Ahí sentado en un salón de un moderno hotel de la avenida Leandro Alem, Aymeric Chauprade aparece como un hombre calmo y muy razonable. Pero llega con antecedentes de enfático polemista. Se atrevió a cuestionar la versión oficial de los atentados del 11/S y asegura que Europa no puede permitir la entrada de Turquía en su unión porque sería aceptar el quiebre de la barrera histórica entre cristianos y musulmanes.
La revista Le Point tituló un ensayo sobre su figura como “el hombre que forma a los oficiales (es profesor de la escuela de guerra de Francia) y deforma la historia”. Chauprade se defiende diciendo que son todos debates intelectuales de los que su país -que lo tiene dentro de su tradición- parecería estar olvidando. Y prefiere comenzar a hablar del caos en el que está sumido el planeta.
No sólo tenemos caos en términos financieros sino en cuanto a la geopolítica. Estamos entrando en un mundo multipolar que está trayendo más conflictos entre los países. Y creo que todo va a ser para peor en la próxima década.
¿Cuáles son las principales razones del caos?
El cambio de rango de las grandes potencias. Vivimos una globalización algo fallida puesta en práctica principalmente por Estados Unidos que no quiere perder de ninguna manera el puesto de primera potencia. Mientras vemos el avance de China, tenemos el retorno de Rusia y el hecho de que Estados Unidos no acepte un mundo multipolar genera una tensión muy grande. Y esa es la razón principal del caos.
¿Acepta el criterio más común que dice que China será la potencia que desplace a Estados Unidos?
Sí, China es la única potencia que puede romper el proceso de la unipolaridad estadounidense y la principal razón es que tiene la demografía más importante, 1.200 millones de habitantes, y la capacidad para romper esta dinámica de dominación americana. Y eso nos va a llevar, inevitablemente, a una enorme confrontación entre China y Estados Unidos.
Y un imperio chino sería muy difícil de sobrellevar para todos nosotros.
En general estoy en desacuerdo con la política exterior estadounidense y con este tipo de imperialismo estadounidense que venimos padeciendo desde hace 60 años. Pero estoy seguro de una cosa: una globalización china sería peor, terrible. Porque en la civilización china, que es una gran civilización, no existe ese sentimiento de compasión que podemos encontrar en el mundo cristiano, ya sea en Europa o en las Américas.
¿Estamos a las puertas de una nueva Guerra Fría?
Ya estamos en una Guerra Fría, entre Rusia y Estados Unidos, entre China y los Estados Unidos. Y también hay una guerra invisible de divisas. Estamos en una guerra económica, en una guerra de la información y, gracias a Dios, todavía no en una guerra militar.
¿Las nuevas tecnologías no podrían ayudarnos a superar esta situación?
Teóricamente, sí. Tenemos el conocimiento para organizar un tipo de cooperación para compartir los recursos. Pero no creo que vaya a ocurrir. Por un lado tenemos en un extremo una suerte de aceleración desde Washington para integrar al mundo bajo una visión estadounidense. Y en el otro extremo, las otras potencias se están levantando y hay una búsqueda de recursos: petróleo, gas para el desarrollo chino. Tienen una enorme necesidad de energía, recursos mineros y agua. Es una tendencia clásica. El avance de nuevas potencias genera una carrera para tratar de controlar nuevos territorios, nuevos recursos. Está sucediendo algo parecido al siglo XIX, la colonización, una carrera entre Gran Bretaña, Alemania y Francia para obtener los nuevos territorios con recursos.
Volvamos a su campo, Europa. La situación es horrible.
Sí, la situación es horrible. En términos de soberanía económica, aún no construimos una potencia europea. Somos simplemente una extensión de Estados Unidos en un bloque transatlántico con la OTAN, que se extiende hasta las fronteras de Rusia. Pero la situación estadounidense, económicamente hablando, es objetivamente peor que la de Europa. La situación del dólar, si analizamos la deuda estadounidense, es peor que la del euro. Pero Washington controla la escena de la información mundial y quiere convencer a Europa de que está en una situación peor que la de ellos. Si usted observa la verdadera situación en Europa, la deuda es seria pero no tan enorme como la estadounidense. Vivimos simplemente una guerra cambiaria en la multipolaridad, pero Estados Unidos no quiere perder la exclusividad de su moneda como referencia, quiere destruir a Europa y quiere destruir la multipolaridad de divisas.
Alemania parece estar dictando el curso de Europa. Algunos llegan a decir que está logrando con las finanzas lo que no logró con la guerra.
No creo que Alemania tenga vocación hegemónica. Pero sí, es la más fuerte y está llevando a los otros de las narices. Se lo merecen. Deben reaccionar.
¿La llamada Primavera Árabe podría traer algún cambio geopolítico de importancia?
Hay una enorme confusión con respecto a este proceso. En Europa muchos aplauden y creen que llegó la democracia a Medio Oriente. Hay una confusión entre la ideología, los ideales y la realidad. Y tenemos Estados fallidos como Libia, y en todos los países se da una tendencia muy fuerte a favor del fundamentalismo islámico. El segundo punto, es el hecho de que no era solamente un problema del dictador y su pueblo. Es también, como en Libia, una guerra civil con realidades geopolíticas entre el Este y el Oeste (cirenaicos y tripolitanos), las luchas entre las tribus. Y esa es la realidad de la geopolítica. Por ahora, tenemos un gran caos.
¿Le parece que puede llegar a haber una coalición de países Islámicos muy conservadores?
Hay una confrontación entre dos tendencias, una más moderada, expresada por los Hermanos Musulmanes, y una salafista que es más radical respaldada por los saudíes O sea que hay una competencia por dos tipos de radicalismo sunita.
En Israel hay una corriente que dice que esa es la mejor situación posible porque divide profundamente a los árabes.
Sí, la opinión israelí está dividida en este plano. Algunos dicen que el caos será peor, que no será bueno, habrá más terroristas. Otros creen que cuanto más se dividan los Estados árabes y más pequeña sea la organización de las comunidades, es mejor para sus intereses. Personalmente creo que el caos no es bueno para nada.
¿Cree que Israel terminará atacando a Irán?
Irán trata de reafirmar su soberanía creando un poder nuclear. Y eso para Israel es inaceptable porque cree que debe tener la exclusividad de las armas nucleares en la región. Israel puede aceptar la amenaza terrorista pero no aceptará otra bomba atómica en la región. Por ende, el asunto es si Israel va a actuar solo o si puede convencer a su principal aliado, Estados Unidos, de actuar en conjunto.
Lo traigo a nuestra región ¿Será Brasil realmente la potencia que nos liderará?
Le va a sorprender, pero creo que Brasil tiene demasiados problemas para convertirse en la primera potencia de América Latina. Sin hacer demagogia pienso que Argentina tiene ventajas, cualidades en términos de educación, de cohesión social como para convertirse en un jugador importante, tal vez no el primero, pero sí para contrarrestar el poder de Brasil. No se puede discutir que hay un verdadero desarrollo económico en Brasil pero pienso que en términos de potencial, marítimo y táctico, en el Atlántico Sur, ustedes están mejor posicionados. Lo que le falta a Argentina es una estrategia a largo plazo respecto de sus recursos mineros, de petróleo y gas, sus recursos de agua, para pensar cómo enfrentar la globalización financiera que está probablemente al final de su proceso.
¿No ve a Argentina aislada en el mundo?
El hecho de que su país se haya resistido a la globalización es más bien algo bueno. Mirando lo que pasa en el mundo, los países que más se integraron con la globalización tienen muchos problemas en este momento. Lo que estamos viviendo es una crisis de globalización. Y el hecho de que tengan una especie de proteccionismo, que puedan defender su interés contra empresas extranjeras no significa necesariamente que se estén cerrando la puerta. Pero todo esto debe traducirse en una estrategia a largo plazo de qué lugar quieren ocupar en el mundo.
Usted habla de una estrategia marítima ¿A qué se refiere?
Brasil tiene una nueva doctrina marítima. Quiere controlar el Atlántico Sur hasta el Golfo de Guinea, en África. Tiene una visión muy clara. Y creo que Argentina tiene que desarrollar su propia estrategia marítima. Y esto incluye un plan concreto para las islas Malvinas – esa sería la mejor manera para recuperarlas – y para la Antártida. Los recursos en hidrocarburos, alimentos y agua dulce que existen en esa zona son fundamentales para la puja geopolítica de las próximas décadas. La ubicación geográfica de Argentina es inmejorable para la segunda mitad del siglo XXI.
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