Por Tomás Luciani, director de CONTEXTO.
El lujoso edificio vale como el dique Potrero de las Tablas. Alperovich no mira más allá de su bolsillo. Salta, Catamarca y Santiago construyen autopistas, centros cívicos, diques, usinas, estadios, aeropuertos, etc. Acá se dilapida una fortuna para agasajar a los escribanos del Ejecutivo.
Mientras muy cerca de Tucumán se construyen autopistas, ramales ferroviarios, diques, nuevos hospitales, centros de convenciones, ciudades judiciales, autódromos, aeropuertos, estadios, el gobernador José Alperovich presenta como la gran obra de sus primeros ocho años de gestión al lujoso Palacio Legislativo, para albergar a la "mayoría automática" que viene convalidando los gigantescos negociados del poder.
Es todo un símbolo de la época que transcurre la provincia.
Mientras no tenemos agua potable por falta de diques y las instalaciones eléctricas están colapsadas pese a las tarifas del Primer Mundo, el gobernador dedica toda una mañana a presentar su nuevo negocio legislativo, presentado como una "deuda de la democracia".
Un estadista es alguien que tiene una visión certera y desinteresada, un proyecto a largo plazo para su comunidad, y sabe llevarlo adelante. Es el caso de Celestino Gelsi, que gobernó menos de cuatro años, sembró el progreso con innumerable infraestructura, y luego de que lo echaran los militares siguió viviendo en la modestia y conversando tranquilamente con los vecinos por el centro de la ciudad.
Hoy, Tucumán está en manos de una persona que solo mira el interés de su clan, sediento de dinero y de poder. Sumar billetes es su misión en la vida, la mayoría de las veces con ardides de comerciante tramposo.
Aunque siga logrando re-reelecciones y sumando propiedades, Alperovich nunca dejará la huella de los grandes hombres, ni podrá caminar con la frente alta entre los mismos que alguna vez lo votaron.
La destrucción institucional y el saqueo del erario público no son legados que enorgullezcan a nadie.
El edificio de la nueva Legislatura es emblemático.
En una maniobra que habría dejado 40 millones de beneficios políticos, la obra se adjudicó en forma directa a la empresa Tensolite -muy cercana al Zar- por una cifra actualmente desconocida, pero que se acercaría a los 200 millones de pesos, debido a las actualizaciones inflacionarias.
La tecnología y el dispendio del flamante edificio legislativo (que incluye bancas importadas de España para que se sienten los legisladores, fuentes, costosos juegos lumínicos para asemejar la bandera argentina, y muchas otras frivolidades) contrasta groseramente con las necesidades que tiene la provincia, no solo en materia social, sino también de infraestructura productiva.
El dinero que gastó Alperovich en la Legislatura equivale a la obra del dique Potrero de las Tablas, uno de los proyectos fundamentales que agitó el gobernador en muchas campañas electorales, y finalmente archivó “por falta de fondos”.
Los años de crecimiento que vivió la Argentina no alcanzaron para que Tucumán mejorara su matriz agrícola, industrial o comercial. Ni una obra de envergadura se construyó en la provincia, pese a la bonanza fiscal sin precedentes históricos, y a que tenemos los impuestos más altos del país.
Hoy se están apagando las luces de la fiesta, y nos preguntamos ¿en qué se gastó la plata? Una gran parte fue al patrimonio personal de los gobernantes. El resto fue a alimentar un modelo populista y autoritario, que se apoya en la demagogia, la mentira y el clientelismo.
El resultado: desde hace ocho años no se ha instalado una sola fábrica nueva en Tucumán (parece que sólo se aceptan hipermercados, call centers, negocios inmobiliarios, arándanos alperovichistas e intercambios dudosos con el Banco del Tucumán), mientras otras provincias nos siguen sacando distancia.
¿Por qué Alperovich no imita a Salta, que se fijó una estrategia propia de desarrollo, apuntando al turismo, la energía, los caminos? Los salteños tienen usinas, diques, centro de convenciones, ciudad judicial, autopistas, centro cívico para las oficinas gubernamentales, autódromo, estadio con eventos todo el año, un museo arqueológico modelo en el mundo, un aeropuerto renovado, etc.
También Catamarca construyó un gran estadio y lanzó una licitación internacional para la construcción del dique Toro Yaco, en Santa María, con 110 millones de la provincia. En Santiago, Termas de Río Hondo hizo en tiempo récord un autódromo, una costanera que transforma el perfil de la ciudad, y ahora sigue con la remodelación urbanística del centro, y en las afueras un aeropuerto que se quedará con buena parte del tráfico aéreo que viene a Tucumán.
El Tucumán de Alperovich está anclado en los negocios de los familiares y amigos. Salta tiene 200 hoteles, y nosotros 40. No tenemos autopistas ni ferrocarriles, la provisión de energía y agua potable están colapsadas, faltan obras hídricas para evitar inundaciones, se esfumaron 100 millones para medio ambiente y los ingenios contaminan cada vez más, en el interior los municipios tiran la basura en cualquier parte, la inseguridad se expande en toda la provincia y los servicios son cada día más caros.
Alperovich piensa en chiquito: su perfil de estadista llega hasta su familia y sus amigos. Así, Potrero de las Tablas quedó en el olvido, como la reactivación ferroviaria, que iba a permitir unir Trancas con La Cocha en tren, además de la puesta en funcionamiento de los Talleres de Tafí Viejo y la recuperación del Belgrano Cargas.
Anteriores administraciones, en condiciones financieras adversas, fueron capaces de legarnos obras relevantes: el dique El Cadillal, el Aeropuerto Matienzo, la avenida Perón, nuevos hospitales, la Terminal, las centrales de El Bracho, etc.
Hoy sólo sirve lo que deja una buena tajada y permite hacer clientelismo. Las obras que dejan buen retorno y el reparto de dádivas son el eje del alperovichismo. "La alfombra roja" sólo existe para los socios del poder.
"La nueva Legislatura es una obra que pasará a la posteridad así como sucedió cuando se hizo la Casa de Gobierno. Es muy moderna. Siempre digo que los gobernantes nos vamos pero la obra queda. Es un monumento a la democracia", aseguró Alperovich ante sus propios micrófonos.
Los tucumanos que no viven del esfuerzo ajeno tienen una opinión distinta.
Fuente: http://www.contexto.com.ar/nota/67046/no-tenemos-luz-ni-agua-pero-la-nueva-legislatura-nos-llena-de-orgullo.html
Interesante artículo y pregunta de rigor: ¿quien tiene la culpa, el chancho o el que le da de comer? Sres. tucumanos, uds. lo eligieron y re-eligieron. Piensen antes de votar otra vez y no voten por un choripán o una empanada. Tucumán es una hermosa provincia que no se merece esto.
ResponderEliminarHomero los que votan por el chori o la empanada como vos decís, no piensan, son gente con poca o casi ninguna educación producto de años de desatención del estado.
EliminarCivo.
Homero, soy tucumano y lamentablemente se armo un sistema que hace que sea muy difícil si no imposible ganarle al peronismo. Aparte los candidatos que presento la oposición hacían llorar de incompetentes y faltos de carisma, esperamos lograr sacar a alperovich en la próxima elección
EliminarPor eso mismo que decis "Civo" el pais esta como esta. Como veo las cosas van a ir siempre a peor. Porque hace unos cuantos años atras todos eran menemistas y ahora nadie lo voto, asi como ahora todos son cristinistas y dentro de poco nadie la voto.
ResponderEliminarSeguramente esto en tucuman es la misma historia, como asi tambien en muchas provincias mas.
Es una situacion complicada de dificil solucion
Abrazo!