Por Nora Sánchez - Diario Clarín
Los instalaron hace un mes en Monserrat y también hay para desechos reciclables. Pese a que disminuyó la cantidad de bolsas en las veredas, algunos dicen que todavía les falta información. Los vecinos están conformes y ya separan residuos.
Con mucha aceptación vecinal, los contenedores que el Gobierno porteño instaló en un sector del barrio de Monserrat para que la gente separe los residuos cumplen un mes . Hay un poco menos de basura en la calle y, como hay contenedores específicos para la reciclable, no se ven tantas bolsas abiertas o desperdicios diseminados por la vereda . Además, no se acumulan las bolsas en algunas esquinas crónicas. Por ahora el sistema funciona en la zona de Congreso, aunque el Ejecutivo planea extenderlo a los barrios de alta densidad poblacional antes de fin de año .
Los nuevos contenedores se instalaron en un área delimitada por las avenidas Entre Ríos, Lima, Rivadavia y Belgrano. Tienen 3.200 litros de capacidad, el triple que la de los contenedores comunes. Son metálicos y poseen un pedal que facilita levantar sus tapas y garantiza que queden cerradas. Hay cien de color negro para la basura no reciclable , como los residuos orgánicos, y veinte verdes para la recuperable , como papel, plástico, vidrio, latas o cartón.
“Esta primera etapa denominada cuadrícula Alsina fue el puntapié inicial para lograr uno de los objetivos de este Gobierno, que es que para este año Buenos Aires esté cien por ciento contenerizada” , anticipa el ministro de Ambiente y Espacio Público, Diego Santilli. La idea es que la gente no deje las bolsas de residuos en la calle, sino en las contenedores. Además, reducir la cantidad de basura que se envía a los rellenos sanitarios. En este primer mes, en la zona se juntaron un total de 126.000 kilos de materiales reciclables, incluyendo 60.000 kilos de cartón, 46.000 kilos de papel blanco, 14.000 mil de plástico PET y 6.000 de papel de diario.
En una recorrida por el sector contenerizado de Monserrat, Clarín verificó que las calles están un poco más limpias. Aunque todavía hay cosas que mejorar. En Hipólito Yrigoyen al 1600, un contenedor negro estallaba de basura. Y uno verde, que se veía casi vacío, estaba rodeado de botellas plásticas tiradas por el piso. Mientras, en la Avenida de Mayo se veían plásticos de embalaje y bolsas por la calle, a metros de los contenedores. Por otra parte, a pesar de ser nuevos, muchos de estos contenedores ya tienen rota la parte de goma que facilita el cierre. “A veces los cartoneros los traban para poder revisar la basura”, dijo un quiosquero.
De noche, algunas esquinas de la calle Luis Sáenz Peña se convertían en puntos crónicos de amontonamiento de basura. Eso ya no pasa. Lo que sí se ve es que algunos siguen dejando bolsas en la calle en lugar de en los contenedores. Y esas bolsas aparecen invariablemente rotas por los cartoneros.
La mayoría de los vecinos consultados está conforme con el sistema. “Funciona muy bien –comentó Antonio, ayudante de portería en un edificio de Rivadavia al 1500–. Antes, cuando sacaba la basura dejaba las bolsas enfrente, sobre una vereda de la plaza Congreso. Los cirujas las desarmaban todas y quedaba todo desparramado. Ahora uso los contenedores y eso ya no pasa y no hay olor. Les expliqué a los vecinos cómo separar los residuos y algunos lo hacen. Cuando veo a los cartoneros, ya les doy lo que les puede servir y si no, dejo lo reciclable en el contendor verde. Es comodísimo”.
En la zona trabajan 35 concientizadores del Gobierno porteño, que le explican a la gente cómo usar los contenedores y cómo separar la basura reciclable de la que no lo es. Porque aún hay mucha confusión y, a veces, dentro de los contenedores verdes aparecen cajas de pizza engrasadas, pese a que su cartón no es recuperable.
“Los contenedores sirven, pero no todos los vecinos del edificio separan la basura. Yo intento separar lo que sirve y, por ejemplo, pongo aparte las pilas de diarios para llevarlas a los contenedores verdes”, contó Mónica González, encargada de un edificio en Luis Saenz Peña al 100.
“Es bueno, porque podés sacar la basura a cualquier hora. Está bien que haya contenedores diferentes, pero a veces no sé qué se puede reciclar. Por ejemplo, una bandeja de plástico de esas que vienen con comida hecha. ¿En qué contenedor la pongo?”, se preguntó Elisa Flores, una vecina que, confesó, no siempre separa los residuos.
Aparte de responder dudas como ésta, los concientizadores escuchan reclamos. Los más repetidos son que los contenedores negros despiden mal olor y que no los lavan con frecuencia. Y que su ubicación no sigue un criterio razonable. Lo cierto es que en Buenos Aires viven tres millones de personas, cada una de las cuales genera un promedio de un kilo de basura por día. Santilli sostiene: “Nos enfrentamos a un gran desafío, un cambio cultural que comienza con la responsabilidad individual de cada habitante a la hora de separar en origen los residuos que genera”.
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