Todas las especulaciones cayeron en picada. El satélite de la NASA cayó ayer a la mañana en la Tierra sin que la autoridades espaciales estadounidenses sepan dónde fue el lugar del impacto. Se supo que el UARS se precipitó a alta velocidad sobre el océano Pacífico y los restos quizá no lastimaron a nadie. Una versión, recogida por la agencia France Press, indicaba que había sido en territorio canadiense. Esa información no fue confirmada por las autoridades espaciales.
De todas formas, persiste la creencia de que la mayor parte del satélite se desintegró en llamas. El aparato, del tamaño de un colectivo, penetró la atmosfera terrestre en algún lugar sobre el Océano Pacífico, sin embargo, esto no significa necesariamente que haya caído en el mar. La NASA había calculado previamente que el satélite de investigación climática de 20 años de antigüedad caería en una franja de 800 kilómetros de largo que podría incluir tierra.
El inicio de la precipitación del aparato sobre el océano y la ausencia de informes sobre personas alcanzadas por fragmentos, “nos da un buen presentimiento de que no hubo heridos”, aunque las autoridades no dan por seguro que así haya sido, dijo el portavoz de la NASA, Steve Cole, a la prensa internacional.
Fuente: Diario Clarín
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