Por Fabiana Batista para el Cronista Comercial
Históricamente tratado como el primo pobre del maíz en el mercado de forrajes para aves y porcinos, el sorgo está ganando nuevo espacio en regiones agrícolas de Brasil. Con menos granos que el sorgo destinado a alimentación animal, el sorgo sacarino es el nuevo invitado de honor de los productores brasileños de etanol, y de esa forma consiguió hasta resucitar investigaciones sobre mejoramiento genético, paralizadas desde la época del programa Proalcohol.
Desde el año pasado, surgieron experimentos de cultivo de sorgo sacarino en ingenios de San Pablo, Goiás y Minas Gerais para su uso en la producción de etanol. En octubre de 2010, al menos siete grupos de producción de caña de azúcar, entre ellos los más grandes del segmento, cultivaron 3.100 hectáreas con híbridos de la multinacional estadounidense Monsanto, que con la marca CanaVialis, está entre las tres empresas privadas que apuestan a la recuperación de los estudios de ese tipo de sorgo en el país.
Este año, solamente la compañía estadounidense dispone de semillas para plantar un área hasta 20 veces más grande, de 50.000 a 60.000 hectáreas. La empresa estima que ese volumen no será suficiente para atender a la demanda creciente de los ingenios, que este año padecen de baja productividad en sus áreas de caña de azúcar. El escenario es de poca caña, mucha demanda y precios altos. La demanda por sorgo sacarino está creciendo, dijo el líder de Negocios de CanaVialis, José Carlos Carramate.
Carramate explicó que la planta se parece a la del sorgo granífero (para forraje), pero que es entre 30 y 50 centímetros más alta (mide de 1,8 metros a 2 metros). Esa altura, cercana al tamaño de la planta de caña de azúcar, permite que la colecta se realice con la misma máquina utilizada para la caña de azúcar, optimizando los costos fijos del ingenio. El sorgo sacarino tiene menos granos y más colmo (así se llama una parte de la planta), que es donde se concentra la mayor parte del azúcar fermentable, dijo el especialista. Ese azúcar, es rico en fructosa (y no en sacarosa como la caña), lo que restringe la producción con sorgo apenas al etanol. No sirve para hacer azúcar, completó.
Casi todos los grandes grupos de producción de caña de azúcar del sector recogieron sorgo este año, a partir de febrero y marzo, época de la entre cosecha de caña. Raízen (Cosan/Shell) cultivó 92 hectáreas y ahora prevé la siembra de más de 1.000 hectáreas en su unidad Jataí, en Goiás.
Nova Fronteira Bioenergia (Sao Martihno/Petrobras) produjo etanol a partir de 257 hectáreas de sorgo sacarino y espera más que duplicar el área este año a 600 hectáreas, también en ese estado del centro-oeste brasileño.
Cerradinho, que plantó el área más grande de sacarino en Brasil (1.850 hectáreas), vuelve este año a 700 hectáreas por ajustes agroeconómicos. Hasta la india Shree Renuka promete dejar la escala experimental para comercializar este año, aunque no informó el tamaño del área que piensa cultiva.
El desafío de esa tecnología es aumentar el nivel de azúcar del sorgo sacarino. El rendimiento en esa primera cosecha fue de 1.200 litros de etanol por hectárea en Nueva Frontera, contó el director de operaciones de la joint venture, Agenor Cunha Pavan. La compañía espera que las investigaciones de mejoramiento genético y de manejo ayuden a mejorar ese desempeño a niveles de 4.000 litros por hectárea.
Sólo fue posible apostar en esa alternativa porque las empresas de biotecnología mostraron interés en invertir en nuevas variedades, dijo Pavan. La adopción de ese cultivo no demanda área adicional, explicó. El sorgo sacarino sustituyó a la soja o el maní en la renovación del cañaveral, que precisa hacerse todos los años en proporción de 17% a 20% del cañaveral.
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