Costará US$ 11.000 millones; críticas de los ambientalistas
La zona deforestada donde se construirá parte de la represa de Belo Monte, en la Amazonia.
Foto AFP.
En medio de furiosas críticas de organizaciones ecologistas, el gobierno de Dilma Rousseff autorizó ayer la construcción de un faraónico complejo hidroeléctrico en plena Amazonia, la región selvática considerada, por los científicos, el pulmón del planeta.
El polémico proyecto de construcción de una gigantesca planta hidroeléctrica de Belo Monte recibió ayer aprobación del Instituto Brasileño de Medio Ambiente y Recursos Naturales Renovables (Ibama) luego de un "robusto análisis técnico".
El consorcio Norte Energía (NESA), responsable de la represa, aún debe obtener una licencia para operar antes de comenzar a producir energía, pero la decisión del Ibama le allanó el camino para comenzar las descomunales obras en el corazón de la Amazonia.
La planta, que será construida en el río Xingú, tendrá la capacidad de generar hasta 11.233 megavatios, lo que la convierte en la tercera más grande del planeta después de la de Tres Gargantas, en China, y de la paraguayo-brasileña de Itaipú. Sin embargo, el potencial máximo de generación de electricidad será alcanzado solamente en algunos meses por año, por lo cual el gobierno prevé que la central producirá, en promedio, 4419 megavatios.
Según el Ibama, el proyecto de Belo Monte incluye garantías suficientes de protección de los ecosistemas y de las poblaciones ribereñas, que serán beneficiadas por medidas en los campos de salud, educación, saneamiento básico y seguridad pública, que serán adoptadas conjuntamente por el consorcio constructor y por autoridades gubernamentales locales.
Al conceder la licencia para la construcción de la planta, el Ibama ignoró la protesta de ambientalistas, del Ministerio Público, de indígenas y hasta de la Organización de los Estados Americanos (OEA), que temen que la hidroeléctrica genere graves problemas sociales y ambientales. La represa inundará un área de 516 km2 en dos embalses y desplazará a 16.000 personas de sus tierras. "Es una obra criminal, que significa la destrucción ambiental de una gran área de selva, que afectará la vida de decenas de miles y que secará el río para cinco aldeas indígenas que perderán la supervivencia de su alimentación", denunció Antonia Melo, coordinadora del Movimiento Xingú Vivo para Siempre.
Otra de las preocupaciones es la gran cantidad de personas que la obra llevará a esa gigante región amazónica. NESA informó ayer que durante el pico de las obras espera emplear directamente a 18.700 personas y más de 23.000 indirectamente, sumando 96.000 con las familias.
El ministro de Minas y Energía brasileño, Edison Lobao, aseguró que no habrá perjuicios para las poblaciones indígenas y ribereñas de la región del Xingú a raíz de la obra, que será inaugurada en 2015 y costará unos 11.000 millones de dólares. "Ninguna de las reservas indígenas existentes alrededor del área de la planta será inundada. La más cercana está ubicada a 31 kilómetros de la orilla del lago que será creado. Ninguno de los cerca de 1600 indios tendrá que salir de donde está hoy", aseveró.
A su vez, la ministra de Planificación brasileña, Miriam Belchior, anunció que el gobierno federal otorgará 2280 millones de dólares para proyectos destinados a estimular el desarrollo sostenible en la región donde será construida la planta. Originalmente concebido hace 30 años, el progreso de Belo Monte ha sido lento en los últimos años debido a protestas que incluyen un incidente con indígenas, que armados de garrotes y machetes atacaron a un funcionario estatal de energía en 2009.
Fuentes: Agencias DPA, ANSA y Reuters - La Nación
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