martes, 8 de marzo de 2011

Un amplio abanico de opciones militares

Por Thom Shanker - The New York Times

Los planificadores militares de Estados Unidos están evaluando una larga lista de opciones mientras el país, al igual que otras naciones, analiza la manera en que responderá a los ataques militares lanzados contra los rebeldes que intentan deponer al coronel Muammar Khadafy en Libia.
 Infografia: Credito La Razoón.es

Los rebeldes han reclamado la ayuda de Occidente para enfrentar los bombardeos de las tropas de Khadafy y el gobierno de Barack Obama enfrenta una creciente presión en Estados Unidos para que se declare una zona de exclusión aérea sobre Libia o incluso adopte una postura más agresiva para asistir a los revolucionarios.

El secretario de Defensa, Robert Gates, y los jefes militares han advertido sobre el impacto político que tendría otro ataque de Estados Unidos contra una nación musulmana, aunque sea para apoyar una revuelta popular. De manera que los planificadores militares del Pentágono están ofreciendo un amplio abanico de opciones posibles, dependiendo de cómo se desarrollen los acontecimientos en Libia y del grado de dureza que quieran adoptar Estados Unidos y sus aliados.

Sin un solo disparo, una operación relativamente pasiva que emplee un avión para obstruir las señales en el espacio aéreo internacional podría estorbar la comunicación del gobierno libio con sus unidades militares. Funcionarios de la administración Obama dijeron que los preparativos para esa operación ya estaban en marcha.

La fuerza militar que recientemente se acercó a distancia de ataque de Trípoli es la Unidad Expedicionaria de Marines 26, a bordo de dos barcos de asalto anfibios, el Kearsage y el Ponce. La unidad abastece una fuerza completa por aire, mar y tierra que puede hacer sentir su poder a cientos de kilómetros, ya sea desde los barcos portaaviones del Mediterráneo o por medio de una pequeña cabeza de playa en tierra. Esta fuerza cuenta con aviones de guerra Harrier de despegue vertical, que no sólo son capaces de bombardear, ametrallar y entablar combate aéreo, sino también llevar cámaras de vigilancia para monitorear las acciones militares dentro de Libia. Además, cuenta con helicópteros de combate, aeronaves de transporte, botes de desembarco y alrededor de 400 marines. No todas las opciones requerirían semejante capacidad destructiva. Helicópteros de la misma Unidad Expedicionaria de marines, por ejemplo, fueron enviados como ayuda después de las catastróficas inundaciones de Paquistán.

Los planificadores del Pentágono también fueron responsables de las grandes misiones humanitarias que se llevaron a cabo después del terremoto de Haití, las inundaciones de Paquistán y el tsunami de Indonesia, así como de la operación militar destinada a proteger y alimentar a los residentes del Kurdistán iraquí después de la primera guerra del Golfo. Y el Kearsage dispone además de un gran hospital flotante.

Pero toda la fuerza enviada cerca de Trípoli podría demostrar su utilidad no sólo para proteger a la expedición en caso de ataque. La flotilla puede considerarse un ejemplo actual de la "diplomacia de cañonera", destinada a alentar a los rebeldes y a socavar la confianza de las fuerzas leales y de los mercenarios, e incluso a inspirar un golpe palaciego.

Si Obama decidiera una intervención directa, tiene todo un abanico de opciones que no incluyen lo que, según advirtió Gates, podría ser una costosa "zona de exclusión aérea". Pero esa opción podría ser más simple de lo que Gates imagina si Estados Unidos estuviera dispuesto a atacar abiertamente las pistas aéreas, los misiles y los radares libios. Otra táctica sería usar aeronaves para dejar caer armas y suministros a los rebeldes.

Otras opciones incluyen el ingreso de pequeños equipos de operaciones especiales, tal vez apenas una docena de soldados, para asistir a los rebeldes, tal como se hizo en Afganistán para derrocar a los talibanes.

Los equipos están especialmente entrenados para convertir a inexpertos grupos de rebeldes en combatientes eficaces en un lapso muy breve, con una modesta transmisión de conocimientos prácticos, equipamiento y dotes de liderazgo. También se podrían ordenar ataques contra blancos gubernamentales y militares, como se hizo con las incursiones en el golfo de Sidra en 1986, después de que Libia fuera vinculada con el bombardeo de un club de Berlín que era muy popular entre los soldados norteamericanos.

Existen también planes para que puedan entrar en acción el portaaviones Enterprise y su flota de ataque, que se encuentran ahora en el Mar Rojo, para llevar a cabo misiones en Libia. Funcionarios del Pentágono dijeron que esas embarcaciones están navegando sigilosamente hacia el Canal de Suez, la puerta de entrada al Mediterráneo.
Traducción de Mirta Rosenberg

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