Por Magdalena Ruiz Guiñazu - Diario Perfil
Referente de la oposición progresista, reconoce logros al Gobierno, pero crítica que ignore temas como la seguridad, la inflación o la pobreza. Advierte que la Argentina ha tenido años de un crecimiento económico muy importante, pero sigue siendo un país socialmente muy injusto.
Acaba de terminar la inauguración del período de sesiones ordinarias del Congreso y, mientras se desconcentran (con más o menos avatares) los grupos que acompañan la ceremonia, cruzamos la avenida Rivadavia y subimos al cuartel general de Proyecto Sur que, desde un venerable edificio de estilo francés, domina la bellísima cúpula y los techos de esa increíble arquitectura que supo lograr el Buenos Aires de comienzos del siglo XX.
Y allí, en la víspera de la concentración de Retiro, repasamos con Pino Solanas los puntos salientes del discurso presidencial.
—Yo he rescatado cinco o seis temas –explica Pino–, porque así lo hacemos con los proyectos que consideramos positivos y así lo hicimos en el pasado y así seguiremos haciéndolo vengan de la Presidenta o de cualquier fuerza que no sea la nuestra. Detestamos la mezquindad política. Esa política de “lo que viene de otra fuerza” uno lo niega, no. Absolutamente, no. Eso es algo pésimo.
Nosotros hoy rescatamos el proyecto sobre adopción; rescatamos un proyecto sobre lavado de dinero (a pesar de que la Presidenta en noviembre de 2008 planteó y ¡amnistió! los delitos por defraudación fiscal y lavado de dinero); aprobamos también que, de una vez por todas, haya una iniciativa impulsada por el Gobierno (porque hay como diez de estas iniciativas) contra la extranjerización de las tierras.
Fíjese que el regimen indiscriminado de la extranjerización de la tierra y de vender la Argentina como en un remate tiene que acabarse. Esto es, entonces, positivo. Después, también, hay una reforma que hay que ver de qué se trata. Y me refiero a la que atañe a los trabajadores rurales, a los trabajadores o empleados del servicio doméstico. Son iniciativas sociales que pueden ser interesantes, lo mismo que la ayuda a los tres meses de embarazo que me parece muy buena. No hay que olvidar tampoco la reforma penal tributaria. Todo esto hay que verlo. Y, si estos proyectos están dentro de una orientación progresista de avance social van a recibir todo nuestro apoyo.
Ahora –y el tono de Pino se vuelve irónico–, el discurso presidencial maneja una información que no se sabe muy bien de qué país está hablando. Me refiero al tema de la inflación, de la pobreza y la inseguridad. No puede ignorar la Presidenta que hay 700 mil chicos en condición desnutrida. Eso lo ha señalado la Red Solidaria en el balance que hizo Juan Carr a fin de año. Es cierto que la Argentina ha tenido años de crecimiento económico muy importantes pero sigue siendo un país socialmente muy injusto en cuanto a distribución de la riqueza.
—Bueno, somos un país proveedor de alimentos en un mundo que los necesita.
—Somos proveedores de alimentos pero además yo diría que la Argentina está sufriendo un saqueo, una expoliación colonial notable (y este es un tema muy grave que no está tratado ni colocado en la agenda pública). Estamos invadidos por todo tipo de corporaciones que se llevan decenas de millones de dólares. Son cientos los yacimientos mineros que se llevan metales estratégicos sin control público. Fíjese que la Argentina no exige la refinación de los metales ni minerales. Cuando no se exige esto (como lo hacen Chile o Brasil) no se sabe exactamente cuánto oro o cuánto de tungsteno se llevan. Pagan una cifra cincuenta veces menor de lo que deberían pagar. Pero, aparte de esto, no hay valor agregado. Y ojo que hoy estamos entrando en la era de la colonización china. Guarda con eso. China ha colonizado Africa. Allí es el principal inversor y los emprendimientos más importantes son chinos. Pero no se trata solamente de la materia prima.
—¿Por qué?
—Simplemente porque, en Africa, las grandes obras las hacen los chinos. Y le explico: no es que desembarcan con un equipo de ingenieros para dirigir las obras que luego harán trabajadores africanos. No, señor. Desembarcan con todo. Y hoy, en la Argentina, se les están cediendo yacimientos de manera escandalosa. El gobernador radical de Río Negro les ha cedido 320 hectáreas cultivables en el valle del Río Negro. Ya les ha cedido Sierra Grande, el principal yacimiento de hierro de nuestro país. Y lo peor es que … por nada. Se lo cedió pagando el hierro que había depositado en el puerto. Y todo esto con el cuento de que van a necesitar mano de obra pero, en realidad, los chinos desembarcaron con la mayor parte de sus técnicos y sus empleados.
Fíjese que China acaba de comprarse el 50% de la segunda petrolera de Argentina (me refiero a Pan American Energy), sin que el Gobierno haya abierto el pico. Mire, cuando esta empresa estatal petrolera china quiso comprar en Estados Unidos la Unocal (la principal compañía petrolera de California), el entonces presidente Bush le contestó textualmente que “los recursos estratégicos de la nación norteamericana no se venden”. Hoy, dada la incertidumbre de monedas en el mundo, los bancos se reaseguran con grandes yacimientos de petróleo, oro y metales. Y las grandes potencias, también privilegian estas reservas de petroleras y de oro.
—¿Cuánto vale hoy el oro?
—La onza está a 1.400 dólares. En el año 2007 yo hice una investigación para mi película Oro impuro y tuve en mis manos el estudio de la Secretaría de Minería. En aquel momento, la onza de oro estaba en los 900 dólares, quizás 950. Y la Secretaría de Minería reconocía que el costo de producción de la onza de oro era, en cambio, de 155 dólares.
Nos quedamos en silencio mientras el sol ilumina la mole del Congreso y, luego, Solanas reflexiona en voz alta.
—Por ejemplo, un yacimiento en San Juan de la Barrick Gold (en los Andes sanjuaninos) un yacimiento que tiene tres años de vida, en octubre pasado batió el record latinoamericano de producción de onza de oro al día: 11 mil onzas. Saque la cuenta. Al día, significan 15 millones de dólares. Y eso que estamos hablando sólo del oro. Sin control público. Los aviones salen directamente de la cordillera.
—¿De qué aeropuerto?
—Tienen su propio aeropuerto. Las cosas vinieron preparándose durante muchos años porque la cordillera de los Andes (tiene 1.500 kilómetros) es la sexta reserva de metales del planeta. También de acuíferos y hoy, la minería que se hace es muy distinta de lo que era hace muchas décadas. Antes se trataba de la minería de “la veta”. Una veta de oro (o lo que fuere) y el socavón no era caprichoso sino que seguía a la veta. Eso acabó.
Pero la minería rentable en fuertes proporciones y que hace al desarrollo de grandes potencias se ha convertido en una máquina devoradora de metales y de hidrocarburos. En los años 90 se motorizó una gran reforma de la legislación jurídica para ir en busca de metales en setenta países que los poseían. Esa reforma judicial es muy semejante de un país al otro y fue financiada por el Banco Mundial. Aquí, en Argentina, puso unos 60 millones de dólares. No se sabe a nombre de quién pero figuran en la Memoria del Banco Mundial. En nuestro país, José Luis Gioja (que era presidente de la Comisión de Minería en los años 90 del gobierno de Menem) capitaneó esa reforma mientras su hermano César presidía Minería en el Senado. Cuando uno lee ciertas cosas dice: “¡Esto no puede ser!” El Estado aparece como indefenso. Esa reforma les brinda a los inversores estabilidad fiscal por tres años, no pagan ningún impuesto.
—¿Por qué no pagan impuestos?
—Porque fueron liberados de esa obligación a cambio de traer inversiones. Pero le puedo decir cosas peores: no pagan ni el impuesto al cheque ni el impuesto al gasoil. Pagan regalías a la provincia. Según la ley, un 3%, pero pueden descontar todos los gastos de extracción, producción, molienda, transporte, seguro y flete hasta el puerto de destino. ¿Me entiende, ahora? Como si fuera poco, las mineras gozan de dos beneficios que no recibe ninguna otra inversión. Por un lado, pueden exportar todo lo que quieran y dejar afuera del país las divisas producidas por esas ventas. Y eso es colonialismo puro.
Si usted fabrica automóviles o vestidos y los exporta tiene que facturar y ese dinero va al Banco Central. La riqueza argentina que se exporta (y como contrapartida aquí no ingresa nada) puede disponer del ciento por ciento de las divisas de sus exportaciones. Y como si fuera poco (y hablo de decretos que están vigentes), el Gobierno Kirchner les adjudicó los reintegros a las exportaciones mineras. Esto viene desde Menem y se sigue actualizando.
El subsidio a las exportaciones. Las mineras del noroeste reciben el 2,5% de subsidio y las que están más al sur, donde está Santa Cruz, hasta el 7%. Esto es muchísimo dinero. De lo que declaran las empresas hay lo suficiente como para pagar sus gastos operativos que tampoco son muchos porque, una vez instalados en el yacimiento, tienen 300 o 400 empleados. Y en cuanto a la cordillera de los Andes, sacaron el famoso Tratado de Complementación Minera argentino-chilena que, créame, es único en el mundo. No existe ningún antecedente del hecho que significa que dos países hayan cedido 100 kilómetros a cada lado de su frontera para otorgarlos a las explotaciones mineras.
—¿En qué año se cedió esa franja?
—Exactamente el 29 de diciembre de 1997. Ese día, Menem y Frei firmaron el Tratado de Complementación. Esto es un verdadero escándalo. Cuando yo digo que les cedieron me refiero a que es “otro” país. Les han cedido soberanía. Uno quiere pasar por allí y no puede. ¿Por qué si aquí tengo un camino que es público? Y la respuesta es porque le han cedido esa franja a la Barrick Gold. No se puede pasar y allí tienen guardia propia y tienen un aeropuerto, policía. De esto no se habló en el discurso presidencial de hace unas horas.
—Tampoco se habló de los ferrocarriles.
—Bueno, en nuestro país, en su momento, se dijo que se privatizaban los ferrocarriles porque daban un millón de dólares de pérdida diaria y hoy, probablemente, estén sufriendo una pérdida de 4 millones diarios. Pero con una diferencia y es que hoy sólo queda el 20% de los ferrocarriles que existían antes de 1991. Hoy existen 7.500 kilómetros de vías y, cuando se privatizó, superaban los 37 mil. Es importante recordar que la red ferroviaria llegó a tener 54 mil kilómetros. Ya con el gobierno de Frondizi se produjo un quiebre con el famoso plan Larkin, que era un general norteamericano que fue ministro de Eisenhower, experto en transporte y que trabajaba para el Banco Mundial. Y ese es el momento en el que los norteamericanos lanzan el modelo de la autopista y el automotor al grito de “¡el tren es obsoleto, anacrónico, muera el tren!”.
—Sí, pero usted habrá visto, por ejemplo en Arizona, que en el límite con Nuevo México se siguen utilizando trenes gigantescos para carga.
—No es casual que en 1958 se firmaran las primeras concesiones petroleras puesto que, desde 1960, se instala la Ford. Este era un modelo pero, en vez de ser complementario con el ferrocarril, vino a atacar al ferrocarril. Y un país extenso como la Argentina, con 4 mil kilómetros de largo, productor agropecuario y de materias primas, por su extensión justamente y por el tipo de producción que tiene, se vuelve inviable si no tiene un buen ferrocarril. Recordemos que una sola locomotora arrastra la carga de cincuenta camiones.
—Con sólo analizar el tema de la señalización en el accidente de Ferrobaires, días pasados….
—Ahí no solamente hay una falla humana sino material obsoleto, degradado. Aquí ha habido una expulsión de los mejores elementos ferroviarios. Han sido dados de baja y todo aquel que se oponía al desguace de los ferrocarriles fue liquidado. Hay que reconstruir todo eso. Hoy tenemos 7 mil kilómetros de vías pero no se puede andar a más de 55 kilómetros por hora cuando antes lo hacíamos a 100 o 120. Ibamos en 3 horas 20 minutos a Rosario y a Mar del Plata en 4 horas y media. Yo recuerdo que, con mis padres, ibamos de vacaciones en tren y almorzar en el vagón restaurante era toda una fiesta. Nosotros hemos vivido todo eso y también conocido grandes estaciones que tenían bancos donde sentarse y excelentes restaurantes. Eran lugares de encuentro y de espera. Hoy, las estaciones han sido convertidas en shoppings, en negocios, sin lugares donde sentarse. En una palabra, hemos venido gastando fortunas para un despropósito. Aquí no ha habido ningún control público.
Los trenes son más inseguros que antes y cuando llegó la emergencia económica nos enchufaron en 2002 la Ley de Emergencia Ferroviaria durante el gobierno de Duhalde y les perdonaron a las concesionarias ferroviarias todas las multas por incumplimiento y accidentes. Y esa Ley de Emergencia Ferroviaria es renovada todos los años. Es decir, que los concesionarios no tienen ninguna obligación. El concesionario recibe una enorme masa de dinero por parte de la Ugofe (Unidad de Gestión Operativa Ferroviaria de Emergencia) un organismo que los reúne. Y para darle un ejemplo, le cuento que el año pasado recibió 800 millones de pesos destinados a pagar todos los gastos operativos. Resulta que, asociados con los patrones, dirigentes sindicales que se convirtieron en una suerte de patronal intermediaria porque inventaron la tercerización, inventaron el negocio. Y esto es un delito: no se puede contratar a un trabajador por otro convenio que no sea el del oficio que verdaderamente cumple.
—Y mucho menos que termine a los tiros.
—Y a ese trabajador le pagan el 40 por ciento menos de lo que deberían por el convenio ferroviario. La inmensa mayoría de los trabajadores están tercerizados y así llegamos al asesinato. Pero, mire, Pedraza es un viejo delincuente conocido. Tiene muchas causas contra él. Incluso una, importante, por una defraudación por más de treinta y tantos millones de pesos que desaparecieron o se volatilizaron de la obra funeraria de los ferroviarios.
—Ah, los famosos cinco pesos que les sacaban del sueldo a los trabajadores para su futuro entierro.
—Tan es así, que existe un proceso penal en su contra y quien defiende a José Pedraza es el estudio de Esteban Righi que, hoy, por supuesto, está atendido por el hijo, ya que Esteban Righi es el procurador general de la Nación. Yo recuerdo que, cuando entrevisté a Righi para mi película sobre los ferrocarriles, le pregunté qué había hecho él frente al vaciamiento de los talleres ferroviarios. Hay que recordar que teníamos 37 talleres-fábricas, donde se fabricaban todo tipo de locomotoras y vagones y donde también había miles de herramientas y maquinarias con los cuales se trabajaba.
—Sí, esto se ve en su película.
—Había 60 mil cuencas con miles de repuestos. En definitiva, todo eso, voló.
—¿Lo vendieron?
—Pero por supuesto. Righi me dijo que no estaba al tanto. Le avisé que había causas contra Pedraza y le dije: “Procurador, la Auditoría General de la Nación y su jefe Leandro Despouys hicieron más de veinte auditorías en organismos del Estado. Están publicadas por Internet Procurador, usted no puede desconocer esto”. Le digo más: Pedraza, a quien se le entregó el Belgrano Cargas, hizo desaparecer 4 mil vagones.
—¿Algo que ver con los que compró Jaime en España?
—No, no. Le explico: el Belgrano Cargas es la continuidad del Ferrocarril del Estado que, a su vez, era la continuidad del famoso ferrocarril de Fomento que creó José Figueroa Alcorta en 1907. En aquel año, él construyó los cimientos de lo que fueron los Ferrocarriles de Fomento, que iban adonde no llegaban las compañías porque no eran rutas rentables. Esos ferrocarriles fueron a los lugares más inhóspitos, lejanos, donde era muy costoso instalar el tren (montañas, valles). El Ferrocarril Belgrano Cargas llega a desarrollar 10 mil kilómetros de vías de trocha angosta, cumpliendo una labor extraordinaria. También Yrigoyen les dio un gran impulso a estos trenes de Fomento y hasta hoy el Belgrano Cargas es el ferrocarril más extenso de la Argentina. Además, nos une con todos los países del Mercosur. Es un carguero por excelencia. Bueno, le explico todo esto para que vea lo que significa que del Belgrano desaparezcan 4 mil vagones de carga, vagones de metal.
—¿Los fundieron?
—Un vagón tiene veinte metros de largo y es de metal. Estos 4 mil vagones de veinte metros sumarían ochenta kilómetros si los pusiéramos uno tras otro. El Belgrano Cargas tenía más de diez talleres-fábrica. De esos 4 mil vagones, una buena parte (no sabemos cuántos) fue a parar a los países vecinos que tienen trocha angosta y otros fueron “cortados”. Sí, tal como le estoy diciendo, “cortados” a soplete y derretidos en los Altos Hornos Zapla. ¿Y sabe una cosa? Altos Hornos Zapla sigue siendo de Taselli. ¿Se acuerda de Taselli?: el hombre que tomaba empresas fundidas. En los yacimientos de Río Turbio hizo verdaderos desastres. Agarró toda la plata del mundo y se escapó. Tomó el Ferrocarril San Martín, lo vació; desmanteló el taller de Tolosa en La Plata y el taller de Retiro, de donde se llevó hasta el tinglado. Y nadie dijo nada.
—¿Y esto cuándo ocurrió?
—Hace dos o tres años. Son cosas en las que nadie pone la lupa. Esa es la verdad. Pedraza es un viejo delincuente. Tanto los de la Unión Ferroviaria como los de la Fraternidad han sido cómplices durante estos veinte años de desguace. ¿Cómo vaciaron los talleres? Había allí custodia, con tres o cuatro serenos, mientras un ejército de camiones se llevaba cosas.
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